La Rioja

Orgullo riojano de importación

NueveCuatroUno reúne en La Rioja a una valenciana, un catalán, una andaluza y un gallego. No, no se queden esperando un giro inesperado porque no se trata de un chiste. Es la muestra de que La Rioja es la voluntad de todos. De los que llegaron al mundo en esta región y los que han venido para quedarse.

Que los riojanos saben acoger al foráneo como pocos lo saben bien Mar Luna, Ferran Mateo, María Jesús López y José Antonio Portela. Los motivos que les trajeron a esta tierra son heterogéneos, pero todos coinciden en señalar que su decisión de instalarse en La Rioja fue la acertada.

“Aquí solo me falta el mar”

Mar Luna llegó para quedarse en La Rioja en 2001. No era la primera vez que visitaba esta tierra. Valenciana y valencianista de pro, era de los cientos de hinchas que llegaban en riada desde la capital del Túria hasta Las Gaunas. Gracias al hermanamiento surgido del ascenso conjunto a Primera de Logroñés y Valencia en 1987, los asiduos viajes de Mar a Logroño se tradujeron en que, de la noche a la mañana, ya era una más en una cuadrilla de aficionados blanquirrojos.

“Uno de mis amigos de Logroño me invitó a su boda y en ella conocí a mi expareja”, explica. Con ella tuvo dos hijos y, claro, ya es consciente de que “cuando echan raíces en La Rioja ya no hay nada que te ate más que eso”. “Los valencianos somos nostálgicos por naturaleza y espero volver algún día, pero por ahora tengo a mi tierra natal como espacio de recreo; voy para ver a mi familia, mis amigos y en vacaciones”, asegura.

Y ningún problema al respecto, porque Mar señala que “cuando vas a Valencia te das cuenta de la calidad de vida que tenemos aquí en cuanto a comodidad, a la cercanía de la gente y los servicios al ciudadano; aquí solo me falta el mar”. De hecho, indica que “a veces le cuento a mis amigos riojanos que no valoran la comunidad que tienen” y se rinde ante la gente de su región adoptiva: “En Valencia somos más abiertos, pero a nivel de amistad, quien se convierte en tu amigo en La Rioja lo hace con todas las consecuencias; yo aquí no tengo amigos, tengo hermanos”.

“Una comunidad a escala humana”

Ferran Mateo llegó a La Rioja un 30 de mayo de 1993, seducido por el “reto” de ayudar a crecer a una Universidad de La Rioja en ciernes. Ahora es director gerente de la Fundación Dialnet, responsable de la mayor base de referencias bibliográficas del mundo hispano. “La idea era venir para estar unos años y regresar, pero aquí sigo y por ahora ni siquiera me he planteado la opción de abandonar la región”.

Son dos las principales razones que le han llevado a echar el ancla en los Siete Valles. La primera, “La Rioja encarna perfectamente el concepto de calidad de vida”; y la segunda, “es una comunidad a escala humana, que para mí es lo más relevante”. Desarrollando estas dos ideas, Ferran recuerda cómo “al poco tiempo de instalarme aquí me fui a vivir a Fuenmayor y mi entorno no lo entendía; tenía que insistirle en que en Barcelona tardaba 45 minutos en ir desde mi casa al trabajo y aquí en un cuarto de hora puedes hacer todo”.

Además, subraya que “a veces no somos capaces de valorar las ventajas que implica ser una comunidad uniprovincial; la calidad de los servicios públicos es increíble”. Por eso ha decidido dejar Barcelona como destino temporal, gracias a que “los medios de transporte no están tan mal comunicados hacia el Levante como hacia Madrid”.

“Es difícil igualar la calidad de vida que tenemos aquí”

María Jesús López se bajó en Logroño de un tren con salida desde Málaga en 2008, por motivos laborales. En su caso, tuvo que elegir entre tres posibles destinos tras aprobar unas oposiciones en Radio Nacional. Recuerda como si fuera ayer cómo “un familiar insistió en que La Rioja le daba muy buenas sensaciones, que intuía que la calidad de vida aquí era muy alta”.

Tras nueve años instalada en La Rioja no puede más que darle la razón a aquel pariente. “Aquí tienes los servicios de las grandes ciudades sin tantos agobios y con la cercanía de la gente; además se come de lujo, ¿qué más puedes pedir?”, indica, señalando que “lo único que echo de menos aquí es a mi familia y el mar, pero no se puede tener todo”.

En su trabajo, María Jesús tiene compañeros “de prácticamente toda España (gallegos, baleares, navarros, maños, madrileños y vascos) y todos coincidimos en que La Rioja ofrece una calidad de vida que difícilmente se logra en otras regiones”. Por ello, revela que “cada día veo más cerca la posibilidad de jubilarme aquí; tengo una hija logroñesa y aquí goza de una libertad que difícilmente va a poder tener en una gran ciudad como Málaga”. Eso sí, reclama “que mejoren las comunicaciones por tren o avión para no tener que perder un día entero en ir a ver a la familia”.

“La morriña pega muchísimo, pero La Rioja es mi primera casa”

Pocos conocen mejor la idiosincrasia de un pueblo que quien trabaja tras la barra de un concurrido local hostelero en una ciudad. Es el caso de José Antonio Portela, que dejó atrás su Galicia natal en 1982 para instalarse en La Rioja. Fecha clave, justo el año en que la región se convertía en comunidad autónoma de pleno derecho.

Aunque llegó como funcionario, José Antonio lleva quince años regentando el café bar La Fundación, en la pajarera del Parque del Carmen de Logroño. “Mi profesión me permite estar en contacto con el día a día de los riojanos y profundizar en los problemas de la gente, porque te da la opción de abordar muchas de las preocupaciones de la gente”, confiesa.

Como buen gallego, el hostelero no oculta que “la morriña pega muchísimo; a mis paisanos nos llama constantemente el terruño y siempre sientes el anhelo de volver con los tuyos. “No descarto volver en algún momento, aunque por ahora La Rioja es mi primera casa”, concluye.

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