El Rioja

Un patrimonio varietal para homenajear a los antepasados de Villabuena

Óscar Cárdenas, sumiller de Bodegas Luis Cañas. | Fotos:

Medio millar de hectáreas repartidas en unas mil parcelas (entre las propias y las de proveedores), viñas con una edad media de unos 50 años y una enciclopedia vitícola que alberga más de 40 variedades minoritarias, muchas de ellas, en peligro de extinción. Porque el cariño y la devoción que siente el equipo de Luis Cañas recae en ese trabajo de conservación del paisaje tradicional de las faldas de la Sierra Cantabria. Allí reposan, bien mimadas, todas estas pequeñas viñas de las que la familia de Villabuena de Álava extrae sus joyas para vinificar.

Algunas de esas uvas hechas vino se cataron este miércoles en la inauguración del V Ciclo de Catas Underground organizado por NueveCuatroUno y Calado by Criteria de la mano de Argraf, Cartonajes Santorroman, Cork Supply, Ramondin y Tonelería Magreñan como patrocinadores. Fue Óscar Cárdenas, sumiller de Bodegas Luis Cañas, quien dirigió esta velada para compartir con el público asistente algunas creaciones nuevas y otras más clásicas de la casa y todo en compañía de los pinchos de Deliciuos Gastronomía.

El Luis Cañas Blanco Joven 2023 abrió la velada desde El Calado para darle “el protagonismo que merecen a la viura y la malvasía riojana”, aunque también hay un cinco por ciento de tempranillo blanco. Una cata en primicia (nunca se había catado fuera de bodega) con la que se saboreó la acidez, la fruta fresca y los aromas florales aportados por el tempranillo dando por seguro que lo mejor de este vino está por llegar gracias a su “buena capacidad de envejecimiento”. Un vino, además, que estrena etiqueta rindiendo homenaje a Chaparro, el mulo de la familia. “Luis decía que cuando Chaparro trabajaba, parecía que quería volar, de ahí que en el diseño de la etiqueta se le hayan incluido unas alas”, recordaba Cárdenas.

El afán por preservar el patrimonio de esta zona lleva a Bodegas Luis Cañas a abanderar un trabajo de recuperación de variedades inédito, como el proyecto vinculado a la Benedicto (la madre del tempranillo) y las decenas de tipos de uvas diferentes que continúan descubriendo en esta Rioja más auténtica. Uno de los ejemplos de esa enciclopedia vitícola es Poyotos, una viña ubicada en una cima haciendo frontera entre Leza y Páganos. Dos tercios de la finca son viejos tempanillos, un tercio es garnacha y el resto corresponde a cepas de graciano, bobal, viura, malvasía riojana, calagraño y hasta once cepas de variedades desconocidas en proceso de identificación. Un verdadero paraíso.

La añada 2020 de este vino de parcela solo arrojó 1.615 botellas y este miércoles se pudieron descorchar algunas de ellas. Una cata también de estreno porque nunca antes había salido de la bodega, así la expectación era máxima. Y las previsiones se cumplieron. Poyotos 2020 fue una de las grandes sorpresas de la cita gracias al buen equilibrio logrado entre todas esas variedades usadas que fluyen en sintonía en estas botellas. “Nos ha sorprendido mucho la cantidad de bobal que hay en las viñas viejas”, aseguraba el sumiller. “Se fermenta todo en depósitos de cemento de 500 litros, los cuales mantienen una temperatura más estable en el centro y en las zonas más exteriores, lo que hace que se conserven mejor los aromas primarios, esa fruta. Hemos conseguido así un tanino redondo y una gran expresión frutal con fresas, cereza y un perfil más mentolado derivado de la garnacha”, definió.

Aunque la bodega Luis Cañas irrumpió en el mundo del vino en 1970 siendo la primera en embotellar un maceración carbónica en esta zona de Rioja Alavesa, su recorrido la ha ido situando como una referente en la crianza en madera. Su Reserva Selección de la Familia 2018 fue la tercera joya de la casa que se descorchó, un vino que se estrenó con la añada de 1999 y que triunfa en el mercado internacional. Las capas de color en las copas eran indiscutibles, así que su intensidad no podía ser menos. “Fruta negra, mora, más madura. Algo muy diferente a lo que reflejaba Poyotos, que es más fruta roja. Pero aquí la acidez también juega un papel clave para lograr ese equilibrio entre el tempranillo y el cabernet sauvignon que lo convierten en un vino con un gran potencial de envejecimiento”, remarcó Cárdenas.

El broche a la cata lo puso Luis Cañas Gran Reserva 2016. Un vino de paraje, procedente de la zona de Carraelciego, y cuya viña de más de 60 años alcanza los 600 metros de altitud. “Aquí la clave la aporta el graciano, siendo una uva con más potencial, mucho color y también mucha acidez. Así, mantiene la frescura, pero es a la vez el vino más especiado”, describió. Aunque reconocen que es un vino que triunfa más entre el público internacional, confían en que regresará a los mercados nacionales gracias a esa tendencia por buscar vinos más elegantes y delicados.

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