Sucesos

Un polvorín en Nájera: indignación e inseguridad ante una oleada de robos y violencia

Nájera no es una ciudad que suela destacar habitualmente como escenario de terribles sucesos. Más bien al contrario, la localidad destaca por un perfil bajo en cuanto a delincuencia, con una tasa de criminalidad de 26,39 infracciones penales por cada millar de habitantes, más de diez puntos por debajo de la media autonómica y más de veinte puntos inferior a la tasa del conjunto del país. Quizás por ello gana intensidad la sensación de intranquilidad e indignación que estos días campa a sus anchas entre los vecinos.

Dicha impresión viene justificada por una oleada de delincuencia que se manifiesta en robos, okupación de viviendas y peleas que alcanzó su cresta la noche del pasado sábado, cuando un joven sembró el pánico, tijeras en mano, al amenazar indiscriminadamente a todo aquel con el que se cruzaba en la zona de marcha de la ciudad.

Ocurrió mientras “unas treinta o cuarenta personas celebrábamos la fiesta de Quintos”. Lo relata a NueveCuatroUno un testigo directo de la agresión, que recuerda cómo este individuo “pasó él solo, rompió dos vasos de cristal contra el suelo mientras juraba en su idioma y, cuando la gente le recriminó su actitud, se dio la vuelta hacia los que estábamos, se echó las manos a los bolsillos y sacó las tijeras”. “Nos asustamos muchísimo”, explica este testigo.

La Guardia Civil consiguió neutralizar al individuo -asiduo a los calabozos, ya que cuenta con un amplio historial delictivo- antes de que nadie resultase herido, pero apenas tardó unas horas en volver a pisar la calle. Tras someterse a un juicio rápido, el juez le condenó a doce meses de prisión como autor de los delitos de amenazas, resistencia y daños pero, como carece de antecedentes penales (que no policiales) eludió su ingreso en prisión.

Una situación que no ayuda a calmar los ánimos entre quienes asistieron en primera persona al ataque con las tijeras: “Que esté en libertad con lo que ha hecho no se explica de ninguna manera; además, se ve que antes había participado en alguna pelea porque llevaba una herida cubierta con una tirita debajo de un ojo”.

“Ya no sabemos qué hacer, vivimos con miedo”

La paz social se rompió hace unos dos meses, cuando un grupo de seis jóvenes -entre los que se encuentra el detenido el sábado por el incidente con las tijeras- se instaló en Nájera, pero la inquietud se ha intensificado en las últimas tres semanas, cuando su actividad delictiva se ha multiplicado.

“Todos sabemos quiénes son y ya no sabemos qué hacer”, relatan a NueveCuatroUno varios vecinos de la localidad, que aseguran vivir “con miedo” y reclaman mayor presencia policial en Nájera. Los integrantes de este grupo “se pasean tan tranquilamente por la mañana y se encaran con los vecinos”, aseguran. Aunque la inquietud se multiplica “en cuanto cae la noche porque se dedican a delinquir”.

o hacen de muy diversas formas y no solo en la capital de la comarca: “En Tricio se llevaron un coche durante la noche del pasado martes y rompieron las lunas a otros siete u ocho, robando todo tipo de enseres del interior de los vehículos”. Aunque es en Nájera, donde reside, donde se concentra el mayor número de incidentes relacionados con este grupo.

“La noche del jueves y la del viernes entraron en mi casa a robar”, explica una vecina, indicando que “también han destrozado varias puertas de un hotel, han okupado varias casas y han destrozado la furgoneta con la que trabaja un fontanero de la localidad”. “A un vecino le han entrado a su casa hasta seis veces”, subraya.

Es por ello que exigen mayor presencia policial en la localidad. “Sabemos que la Guardia Civil está atada de pies y manos, que hace lo que puede, pero no podemos vivir con este miedo y esta inseguridad que nos hace plantearnos, incluso, el salir a la calle”, sentencia una vecina. De forma simultánea, por los mentideros najerinos se empieza a valorar incluso la posibilidad de establecer patrullas ciudadanas para poner coto a esta sensación de vulnerabilidad en la zona.

Una situación que mantiene en vilo a los vecinos de la Ciudad del Mueble, poco acostumbrados a protagonizar páginas en la crónica negra, que ansían que la tranquilidad vuelva a ser la nota dominante en la rutina diaria najerina.

Subir