La Rioja

“Me quiero quedar contigo para siempre”

Maria Eugenia es un auténtico torbellino. Lo ha sido siempre. Hay pocas cosas que se le pongan por delante. Profesora en el colegio San Andrés de Calahorra, directora durante años de la Escuela Taller, llegó un momento en el que decidió ser madre. Lo intentó a través de tratamientos y no pudo ser, también probó y sigue probando con adopción. En el proceso de ampliar su familia siempre estuvo presente la posibilidad de aportar su granito de arena mediante la acogida de algún menor con necesidades. Hace casi seis años decidió dar el paso. Posiblemente el más importante de su vida.

“Siempre he trabajado con menores con dificultades y siempre pensaba eso de ‘me los llevaría a casa’ y llegó un momento en el que me dije a mi misma ‘¿y por qué no?”.  Llevaba años esperando una adopción que nunca llegaba y sabía que era capaz de entregarse en cuerpo y alma a cualquier niño, como lo hace siempre desde su trabajo. Así que decidió dar el paso.

Entonces llegaron las dos pequeñas. Dos hermanas cuyo entorno familiar se complicaba día a día. Ellas llevaban ya más de dos años fuera de su familia biológica  en un centro de la comunidad. “El proceso se hace poco a poco”, cuenta recordando aquellas primeras visitas. “Primero una reunión con ellas, luego un paseo, después vinieron un día a comer a casa, luego un día a dormir…” Le llaman proceso de acoplamiento. A ella no le gusta nada esa palabra. “Es un nombre horroroso pero fue imprescindible para irnos haciendo ellas a mí y yo a ellas”.

Maria Eugenia vive desde entonces por y para las dos niñas. “Llegaron con 8 y 10 años de un entorno muy complicado, la idea era que estuviesen como mucho un par de años, se trataba de una acogida temporal, había que intentar que volviesen a su entorno biológico si era posible, pero no lo fue y pasado ese tiempo se convirtió en un acogimiento permanente”.

El objetivo de todo acogimiento es tener a los niños en un entorno familiar seguro mientras se trabaja con la familia para crearlo y que los niños puedan volver con sus padres pero en este caso fue imposible. “Al principio teníamos relación con la familia biológica pero hace tiempo que ya no la hay, pero nos tenemos las tres”.

“Me tocó la lotería el día que nos conocimos”. A pesar de lo gratificante del proceso y de ver cómo las niñas mejoran, el día a día no es sencillo. “Dependiendo de qué mochila traigan es complicado, pero merece la pena porque supone un beneficio enorme para los niños pero también para los acogedores, ves el mundo con otros ojos”.

“La familia, a veces, cuestiona tus decisiones y no te comprenden pero yo siempre le pido a los Reyes Magos kilos de paciencia”… “Me tocó a mi la lotería cuando vinimos a vivir contigo”, dice, de repente, la pequeña que ha estado atenta a toda la conversación. “Aquí todo el mundo gana, hace falta que más gente de el paso porque es una pena que estos niños tengan que estar institucionalizados”.

La mayor está a punto de cumplir los 17. “Ya estamos pensando en qué va a pasar cuando llegue a la mayoría de edad porque yo no soy su tutora, lo sigue siendo la comunidad”. “Yo me voy a quedar contigo para siempre”. Dos frases contundentes que dan buena muestra de las relaciones que se crean entre familias de acogida y niños.

Subir