La Rioja

Escolástica, “la mejor de la familia”, cumple 101 años

No se lo esperaba, pero ella estaba vestida para la ocasión. Un jersey rojo a juego con un sombrero decorado con una flor azul y una medalla que gritaba a los cuatro vientos que Escolástica cumple 101 años manteniendo clara su mente y derrochando energía. Porque la cuestión no es llegar a esa edad, sino llegar como ella.

Sentada en una silla y rodeada de sus compañeros y amigos del centro de día Gonzalo de Berceo, Escolástica ha recibido la visita sorpresa de tres de sus hijas, -son cuatro-, y uno de sus ocho nietos. Con el resto de la familia, entre los que se incluyen siete bisnietos, la celebración será el próximo 25 de febrero. Ella ya ha guardado esa fecha en la mente, y solo ha pedido que haya baile en su fiesta.

Reconoce que no se esperaba vivir tantos años, y sobre todo teniendo en cuenta “lo mala que he estado muchas veces, pero ahora no puedo quejarme porque estoy mejor que nunca”. Todavía emocionada por la sorpresa de su familia, Escolástica cuenta que lleva un año acudiendo al centro, “pero ojalá hubiera venido antes porque me lo paso muy bien y me tratan con mucho cariño”.

Con lágrimas en los ojos por ver a su madre así de feliz, Lola explica que Escolástica “siempre ha sido una madraza. Todos los recuerdos que tengo de ella son buenos y quizá, el secreto de que se conserve así sea que siempre ha sido una mujer muy trabajadora”.

Nacida en San Vicente de Munilla, localidad despoblada desde los años 50, esta ‘gran abuela’ trabajaba en una fábrica de calzado uniendo el paño a las suelas de las zapatillas y de ahí se iba al campo a segar. “Todo para que no nos faltara de nada”.

Casada a los 27 años como ella recuerda, con una chaqueta y falda negra como era costumbre antes, tuvo que venirse a Logroño con su marido y sus hijos cuando toda la industria desapareció de Munilla. Una vez en la capital sin trabajo y sin casa consiguió sacar a una maravillosa familia adelante pasando muchas penas pero también muchas alegrías. Y eso se nota por el orgullo con el que habla de su familia.

El carácter serrano no lo ha abandonado nunca, “es muy suya” dice Lola, pero “es muy buena y la quiere todo el mundo”. Y si no que se lo pregunten a su nieto José que, visiblemente emocionado, presume de que su abuela “es la mejor de la familia con mucha diferencia, y eso que hay bastante nivel, pero brilla por encima del resto por sus valores y por su amor”.

La alegría del centro

Sus ganas de ayudar a todo el mundo y su estar pendiente de sus compañeros hacen de Escolástica una mujer muy especial. Y eso se nota también en su mirada. Carmen, animadora sociocultural del centro de día explica que cada día pregunta por sus amigos: “Ayer Julia iba al médico. A ver qué le ha dicho” o “He visto a Manuel un poco triste, ¿sabes qué le pasa?”.

Porque ella es todo bondad y nunca la verás discutiendo. “¿Discutir yo? Suficientes cosas hay ya en el mundo como para ponerse a reñir”. Lo importante para Esolástica es que los que le rodean se sientan a gusto.

Y se nota que está en su salsa cada vez que la ves sentada en la mesa con los demás usuarios. “A veces me cuesta entenderlos porque estoy un poco sorda, pero son muy buenos y en el bingo me gritan los números para que me entere”.

La siesta no es necesaria para esta mujer que acaba de cumplir los 101 años; de hecho, ella es más de jugar a las cartas. Y es que toda esta actividad y energía que rebosa algo tendrá que ver también con las terapias del centro. Su hijas reconocen que la rehabilitación que le hacen diariamente se está notando mucho “y todos los días se levanta muy ilusionada y con ganas de venir aquí”.

Una mujer centenaria pero con una vitalidad que muchos la quisiéramos. Una mujer auténtica que encandila a todos con sus historias. Todo un ejemplo de vida entregada a los demás.

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