La Rioja

Muro de Aguas, un manantial de singularidades en la sierra riojana

Un acuífero del Jurásico abastece el pueblo de Muro de Aguas

Jaime Jiménez, alcalde de Muro de Aguas. | Fotos: Leire Díez

Los 16 caños que tiene la fuente de Muro de Aguas (que en realidad son 14 más dos sobraderos) y que dan la bienvenida al pueblo a cada visitante que llega hasta aquí atravesando una tortuosa LR-487 son de sobra conocidos. Una construcción del siglo XVIII y reconstruida en 1902 como bien indica la placa que luce en su frontal y a la que a diario, especialmente los fines de semana, acuden coches para cargar garrafas, mostrando indiferencia ante la información de que este agua no está tratada para su consumo. Algunos se cruzan en la pequeña plaza de la entrada con la furgoneta que llega cada día cargada de pan y algún que otro dulce de la zona para surtir a los vecinos mientras continúa el tránsito diario que puede haber en un pueblo donde apenas una treintena de personas duermen durante los 365 días del año.

El censo actual, en cambio, está en 63 vecinos. Buena cuenta da de ello el nuevo alcalde, Jaime Jiménez. Va a cumplir ocho meses en el cargo y por delante tiene muchos planes para sacar a relucir algunos de los puntos más singulares del municipio. Porque los hay y muchos de ellos, todavía desconocidos. Como que esta fuente histórica, de la que manan hasta quince litros por segundo durante todo el año, saca a la luz el agua que discurre por el segundo manantial natural de agua continua más antiguo del mundo (el primero, apunta el primer edil, está en Canadá). Un descubrimiento que en su época muy probablemente fue el detonante para que el pueblo se asentara en este paraje montañoso.

“Sabemos que hay una veta de agua caliente por debajo del pueblo que llega desde la zona de Arnedillo y Grávalos, por lo que aquí también podríamos contar con un balneario como los que tienen en estas localidades, aunque esto nunca se ha llegado a explotar. Pero lo que nos diferencia es el manantial y el acuífero del período del Jurásico del que emana, una verdadera joya de la historia y cuyo agua se puede beber”, apunta. Desde una pequeña ventana en la parte trasera de la fuente se esconde una oquedad cubierta de vegetación y con agua cristalina almacenada en el fondo, como si de un pozo en una cueva se tratara. Dentro de este manantial se crea una especie de microclima húmedo con una temperatura constante, algo posible por las condiciones del subsuelo de Muro de Aguas, formado por rocas calizas y conglomerados que filtran muy bien la humedad. Y es de este pozo del que se abastece todo el municipio a través de dos tuberías que funcionan con bombas para abastecer casas y regar el campo.

Plaza de entrada al municipio con el rollo jurisdiccional medieval al fondo.

Desde la zona más baja del pueblo, sin contar el regadío que surte a hectáreas de huertas y fincas destinadas al cereal y forraje, el otro punto de interés de Muro de Aguas es el rollo jursidiccional, una columna de piedra maciza levantada junto al gran nogal que ocupa la plaza. Rollo o picota, porque desde la época medieval los términos se han ido usando indistintamente para referirse a este elemento que en su día se usó como poste de ejecución penal para castigar, azotar y ejecutar a los sentenciados, o bien como lugar donde exponer los restos de los acusados o avergonzar a los condenados.

Desde allí, relata Jiménez siguiendo la estela de las lenguas del pueblo que han ido pasando de generación en generación, esos delincuentes de la época eran trasladados hasta el crucero del siglo XVI que se encuentra en la salida hacia la población de Ambas Aguas, pedanía de Muro, y de allí, recorrían un camino de penitencia hasta llegar al mirador de La cruz de palo donde los sentenciaban, de ahí la cruz que que se levanta en este punto. Pero el recorrido de ajusticiar al acusado no acababa ahí. Quedaba el último tramo, la última pendiente a través de una senda que les conducía hasta otro mirador más elevado, el de La Cuesta de la Horca y del que sobran las explicaciones para conocer qué ocurría allí. Un camino ha sido acondicionado para facilitar el acceso a este balcón del que se vislumbra todo el casco urbano del municipio junto a las ruinas del castillo y la antigua iglesia.

Singularidades que abarcan también la economía de la zona. Lejos quedaron aquellos años en los que la industria textil y del calzado alimentaban a las familias, siendo Aryute la última empresa que cerró sus puertas hace poco más de dos años, y que se dedicaba a la fabricación de suelas de yute para zapatillas. Pero aquí la ganadería y la agricultura no son las únicas actividades profesionales que se desarrollan.

“Muro de Aguas es el único pueblo de todo el valle Alhama-Linares con dos empresas tan potentes, sin contar Cervera, pero que en este caso es cabecera de comarca. Y el motivo principal es que el dueño desciende de aquí”, remarca Jiménez. Sin embargo, si bien el asentamiento de dos fábricas de la industria agroalimentaria supondrían en otros casos un asentamiento directo de población en el territorio, el de Muro de Aguas es un caso excepcional. Con Embutidos Ismael y Ajopel (una fábrica de ajos pelados y envasados), ambas del mismo propietario, este municipio de la comarca de Arnedo goza de tener un tejido económico diverso frente al resto de poblaciones de su tamaño. Esto, en cambio, no se ha traducido en un crecimiento demográfico sino más bien todo lo contrario. “Tenemos suerte de que hay muchas casas reformadas y otras nuevas que están construyendo, lo que indica que la gente quiere seguir ligada a su pueblo. Pero de ahí a vivir aquí a diario hay mucha diferencia. De los empleados de estas dos fábricas ninguno reside de forma habitual en Muro de Aguas”, asegura.

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