El Rioja

Pablo Franco: “Con la IA ya no habrá ninguna viña en Rioja sin monitorizar”

Pablo Franco: “Con la Inteligencia Artificial no habrá ninguna viña en Rioja sin monitorizar”

El director técnico del Consejo Regulador, Pablo Franco. | Fotos: Leire Díez

La nuevas tecnologías han irrumpido con fuerza en el órgano de control de la DOCa Rioja para llevar al máximo su afán por preservar la calidad de la denominación. Tanto es así que durante este 2023 el control de la producción se ha aplicado al cien por cien del viñedo de Rioja a diferencia de las actuaciones realizadas con anterioridad, logrando que todas las hectáreas estén sujetas a los mismo criterios. Algo que ha sido posible gracias a la implantación de la inteligencia artificial en el sistema de monitorización que ha pasado de trabajar con 160 variables a manejar hasta 1.600 para lograr así un resultado de garantía.

Los datos recabados provienen de imágenes de satélite multiespectrales, información agronómica, climática y también histórica que muestra lo que hay en los viñedos tomados como referencia sobre su fenología y producción, siendo la IA la que sirve para analizar los datos y las variables. “Por eso este modelo de inteligencia artificial únicamente es aplicable si contamos con información histórica sobre el territorio. Seguido, los técnicos del Consejo Regulador verifican estos resultados de la estimación de producción que da el modelo digital con la realidad que hay en el campo y, sorprendentemente, hemos logrado un grado de confianza del 84 por ciento”, celebra Pablo Franco, director técnico.

Logrado el objetivo de recabar información más completa y objetivizada, se ha captado así la diversidad de Rioja: “Se ha salido de la franja de rendimientos general por el que se alimentaba el antiguo modelo, que ronda entre los 8 los 11 mil kilos por hectárea porque antes el trabajo iba muy enfocado a localizar viñedos excedentarios, pero ahora hay otros retos y se quiere identificar con el mismo grado de precisión los viñedos de 3.000 kilos y también los de 15.000 kilos por hectárea”.

Vendimia 2023 en Rioja Oriental. | Foto: Leire Díez

Y toda esta información, remarca Franco, “es para ponerla al servicio del viticultor”. En este sentido, refiriéndose a las cartas emitidas este pasado verano a una gran parte del sector productor sobre los excesos de producción, el director técnico asegura que “son avisos de carácter informativo, no como algo prohibitivo ni de castigo, sino que se les dice cómo vemos su parcela y lo que les recomendamos hacer para evitar que los técnicos, si deciden visitar el viñedo y localizan irregularidades, descalifiquen esa uva”.

Pero el nerviosismo del sector por aquel entonces vino porque la lluvia de cartas que se extendieron por gran parte de la región. De hecho, Franco calcula que se enviaron casi diez veces más de notificaciones que en otros años. “En concreto, este año se han notificado unas 5.000 hectáreas repartidas en unas 4.000 cartas. Por eso han llegado notificaciones a viticultores que nunca habían recibido una, porque el sistema ha cambiado y ahora se controla toda la superficie cultivada en base a ese mayor control que reclamó el propio sector. De hecho, esa descarga de uva propició una mejora en la sanidad frente a otras viñas en las que no se reguló su producción. Así que hay que agradecer el gran trabajo en campo que han hecho los agricultores”, añade.

Sesión del panel de cata actual. | Foto: Leire Díez

Este sistema novedoso que ha revelado un éxito rotundo en el estudio de la diversidad de Rioja, pero que también ha reflejado algunas desviaciones en parámetros que deben ser mejorados. Como ejemplo, Franco alude a la identificación de viñedos con cubierta vegetal que todavía no se ha conseguido y para lo que se requiere un modelo que determine cuándo se da esta situación e incorpore la información al modelo predictivo con los efectos que implica esta práctica vitícola. “Todo esto hará que el modelo vaya creciendo y genere mayor confianza”.

Una vez se ha hecho el control oportuno en campo, llega la revisión a las bodegas dentro de esa cadena de monitorización. “Las bodegas han aplicado unos controles muy positivos en la recepción de uva, rechazando incluso remolques que no cumplían con el factor cualitativo. Pero los técnicos del Consejo también han realizado sus oportunos controles aleatorios, especialmente en la toma de muestras, a diferentes instalaciones en las diferentes fases: elaboración, X y punto de venta. Si se detecta alguna desviación en una de las fases, los técnicos intensificarán esos controles en las próximas. Es decir, hay mayor control si anteriormente ha habido algún incumplimiento, por lo que se actúa en base al riesgo y a ese grado de confianza que ha generado la bodega”, explica Franco.

Sesión del panel de cata actual. | Foto: Leire Díez

El proceso de análisis y control culmina en el análisis sensorial de las muestras de los vinos de la añada 2023 por parte del Consejo Regulador. Vinos que, a juicio de su director técnico, van a reflejar muy bien los diferentes escenarios climáticos que ha sufrido cada zona. En esta fase final el nuevo panel de cata inaugurado el pasado mes de marzo ya está dejando ver sus primeros efectos restrictivos al descalificar algunos vinos de la añada 2023 cuyas marcas hasta ahora habían logrado portar la etiqueta de Rioja: “Son vinos que no tienen por qué tener defectos, pero son neutros, sin virtudes, y un Rioja tiene que tener virtudes. Si no cumplen con los estándares de calidad que la denominación defiende como buenos, no pasarán el examen de los 170 catadores perfectamente entrenados que no juzgan, sino que describen en base a los nuevos parámetros cualitativos”.

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