TRIBUNA

¿Por qué lo llaman ‘foodie’ cuando quieren decir ‘comidista’?

Empecemos por decir que ‘foodie’ es un anglicismo que, como tantos otros, adoptamos para referirnos a conceptos o tendencias importadas de países anglosajones porque así “suena más cool”, o porque no tienen traducción exacta en nuestro idioma. En este caso sin embargo existe una palabra adecuada para designar a este tipo de individuo y es ‘comidista’. Lo afirman desde la institución FundéuRAE, (Fundación del Español Urgente asesorada por la Real Academia Española) poniendo al popular escritor y periodista Mikel López Iturriaga, como ejemplo del buen proceder linguístico.

El concepto ‘foodie’ tiene su origen en Estados Unidos y Gran Bretaña a mediados de los ochenta, y el término fue creado por el periodista británico Paul Lefy para su libro ‘The Official Foodie Handbook’ es decir ‘El manual oficial para los comidistas’. La necesidad de escapar de las cadenas de comida basura y precocinada, y su excesivo protagonismo, supone un desencadenante de este fenómeno.

Un ‘foodie’ no es un gourmet, éste se caracteriza por su gusto refinado, su exquisito paladar y una marcada preferencia por la sofisticación y el lujo. El ‘foodie’ se adapta a su presupuesto y circunstancias y tiene la especial habilidad de descubrir auténticos tesoros culinarios como un experto explorador, no necesita que se lo sirvan en bandeja, él se ocupa de hacerlo.

El ‘foodie’, ‘comidista’ si hablamos con propiedad, es un aventurero culinario que se deja llevar por su entusiasmo gastronómico. Disfruta de la originalidad y la autenticidad de las cosas sea cual sea el lugar en donde se encuentre (un huerto o un local de moda en plena urbe) y persigue vivir experiencias singulares alrededor de la comida.

Practica, cómo no, el turismo gastronómico. Planea sus viajes a partir de lo que va a comer en el destino y siempre va más allá del plato; quiere aprender a cocinarlo, acudir al mercado a buscar los mejores ingredientes autóctonos, o si fuera preciso al campo a recolectarlos. Es capaz de perseguir un ingrediente novedoso hasta encontrarlo, cueste lo que cueste.

La cocina de siempre es un referente. El ‘comidista’ pondera la cocina de la abuela y busca perfeccionar, si cabe, las recetas de siempre. Muestra gran interés por la reinvención y la evolución partiendo siempre de lo auténtico. Se interesa por el ‘slow food’, la cocina de proximidad y el ‘Km 0’ pero sin maximalismos. Alaba lo innovador al tiempo que lo tradicional.

Un ‘foodie’ lo sabe todo sobre las tendencias culinarias, inauguraciones y cierres de restaurantes, y nos sorprenderá llevándonos a nuevos e insospechados locales donde disfrutar de las experiencias gastronómicas más auténticas. Sabe dónde elaboran ese pastel exquisito cuya existencia desconocíamos, ese bar o restaurante que no hay que perderse y está fuera de la ‘ruta’, o el colmado con más encanto o interés de la ciudad.

Dentro de esta especie de ‘tribu’ podríamos establecer subespecies, por su pericia, condición, o especial interés en alguna de las facetas del mundo gastro:

– ‘El foodie de cuna foodie’. En casa ya eran foodies antes de la misma existencia del término, así que tiene pedrigrí y juega con ventaja.

– ‘El foodhunter’. Todo foodie es un aventurero pero el foodhunter lo es hasta extremos insospechados. Puede recorrer miles de km en busca de su objetivo.

– ‘El healthy’. Se interesa por los ingredientes que componen cualquier producto y condiciona sus experiencias “gastro” a lo ámbito de lo saludable rechazando de plano todo lo “sospechoso” de no serlo.

– ‘El foodie anfitrión’. Le encanta recibir en casa y demostrar que sentado en su mesa se puede vivir toda una experiencia gracias a sus artes y pericia. En su perfección al hacerlo lleva su penitencia pues resulta intimidatoria y rara vez logra ser correspondido.

– ‘El gadgetofoodie’. Acumula todo tipo de adminículos y útiles relacionados con la cocina, y lo que no existe se lo fabrica.

– ‘El fancyfoodie’. Demuestra especial preferencia por los restaurantes con estrella y los locales y productos más top.

– ‘El foodie nostálgico’. Huye de modernidades, y es acérrimo defensor de lo tradicional, si persigue un ingrediente no será por novedoso si no por estar en peligro de extinción.

En definitiva, al ‘foodie’ -o dicho en nuestro delicioso castellano ‘comidista’- no solo le gusta comer bien en uno y otro restaurante. Cocina y recibe en casa, prueba nuevas recetas, busca ingredientes distintos a los de siempre, persigue sabores desconocidos de igual forma que los más puros y auténticos, y está perfectamente informado de las novedades que acontecen en el terreno de lo gastronómico.

En definitiva, el concepto va más allá de los aspectos culturales y de ocio, porque el ‘comidista’ convierte su visión de la gastronomía en todo un estilo de vida… que no ‘lifestyle’.

Subir