Salud

Más allá de las siglas: la realidad de los trastornos del neurodesarrollo

TEA, TDAH, TEL, TANV, PCI… La mayoría de la gente no tiene ni idea de lo que significan estas siglas, pero hay un grupo de papás y mamás a los que se le han encendido todas las alarmas con solo leerlas. Estamos hablando de los trastornos del neurodesarrollo: autismo, déficit de atención, parálisis cerebral infantil…

Cuando unos papás empiezan a comparar a sus hijos con otros niños porque ven diferencias o en la guardería les comentan que igual conviene consultar con un especialista, inician una carrera de fondo para obtener la mejor atención para sus hijos.


Los trastornos del neurodesarrollo se pueden definir como una alteración o un retraso en el desarrollo esperable propio de una edad. Esta alteración repercute en la adquisición de conocimientos y en la adaptación con el ambiente. Las causas pueden ser genéticas o ambientales y pueden suceder durante la gestación, en el periodo neonatal o en los primeros años de infancia.

Estos trastornos pueden ser leves y fácilmente abordables con intervenciones conductuales y educativas o más graves, de modo que los niños afectados requieran un apoyo educativo particular y una rehabilitación específica para las dificultades que se vayan encontrando a lo largo de su desarrollo.

Una alteración neurológica en la infancia puede significar afrontar dificultades severas de aprendizaje, derivadas de limitaciones cognitivas y de movilidad, alteraciones en el desarrollo del lenguaje, problemas para la articulación del habla y la fonación, para la alimentación oral, la adquisición de rutinas y el desarrollo socioafectivo, entre otras.

Por ello, la valoración individualizada de las necesidades y un programa de intervención son fundamentales para desarrollar todo el potencial del niño o la niña.

Entre las causas de los trastornos del neurodesarrollo están:
– Trastorno del espectro autista (TEA).
– Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
– Déficit del procesamiento sensorial.
– Trastornos específicos del aprendizaje.
– Retraso madurativo.
– Daño cerebral infantil: traumatismos craneoencefálicos (suelen derivarse de accidentes de tráfico o bicicleta, atropellos y caídas desde altura), accidentes cerebrovasculares, tumores e infecciones, como la encefalitis o la meningitis.
– Enfermedades raras.
– Epilepsia.
– Parálisis cerebral infantil: espástica, hipotónica y atáxica. Y PCI atetosis.
– Enfermedades neuromusculares, como la distrofia muscular de Duchenne o Atrofia muscular espinal (AME).
– Malformaciones del sistema nervioso central.
– Espina bífida.
– Deformidades craneales: Plagiocefalia, braquiocefalia y escafocefalia.
– Marcha de puntillas idiopática por acortamiento del tendón de Aquiles.

En CINN Rioja cuentan con un equipo multidisciplinar (terapia ocupacional, fisioterapia, logopedia, neuropsicología) altamente especializado y coordinado para realizar una intervención dirigida a rehabilitar las habilidades que se hubieran podido perder; estimular la aparición de las capacidades que, a lo largo del proceso de desarrollo, deberían aflorar; potenciar habilidades y destrezas necesarias para las actividades como alimentación, vestido, comunicación, movilidad y aprendizaje; compensar las dificultades que el niño o la niña presenta en este momento y ofrecer información y pautas a los padres y madres.

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