La tierra con nombre de vino vive una de sus mejores épocas del año. Desde hace semanas, a los amarillos de los chopos se han sumado algunos tonos más en el lienzo del otoño. Rojos, ocres, naranjas, ámbar, marrones,… Y todos ellos en una misma planta. Un simple paseo por algunos de los caminos que enlazan los pueblos es la prueba perfecta para ver cómo Rioja late a todo color, aunque este año con menos intensidad por la sequía arrastrada. Algunas hojas, especialmente las de los tempranillos, ya empiezan a tocar el suelo, algunas otras variedades aguantan lustrosas hasta que el frío se haga notar de verdad. Mientras, en la otra lacra de la moneda, los viticultores más apresurados ya han podado alguna que otra viña.
