La Rioja

Los vigilantes de los menús escolares

Jesús e Isabel abogan por las cocinas ‘in situ’ en los colegios para controlar la calidad y seguridad alimentaria

Jesús e Isabel han comenzado su jornada laboral a las nueve de la mañana. Son los cocineros del colegio público Aurelio Prudencio en Calahorra. El centro tiene cocina ‘in situ’. En cocinas como las suyas es donde las dos últimas veces se detectaron los gorgojos en la comida de los menús escolares y la alerta de cocineros como ellos es la que consiguió que la comida, en la última ocasión, no terminara llegando al plato de los niños.

Jesús está preparando pedidos mientras Isabel pela verduras para la crema que comerán los chavales dentro de unas horas. Además de realizar los pedidos, cocinar, aderezar y limpiar unos fogones que están como los chorros del oro, ellos son los que vigilan que la comida esté en las mejores condiciones posibles y en caso de llegar en malas los que se apresuran, a través de un grupo de WhatsApp, a avisar al resto de los cocineros de otros centros. “Nuestro día a día, entre otras cosas, es disfrazar las materias primas que nos mandan para que sean más atractivas para los chavales”.

Jesús recuerda que a ellos no les afectó el caso de la pasta, pero sí el de las alubias. “Fueron todas a la basura y ese día les preparé unas lentejas, pero los que tienen catering lo tuvieron más complicado”.

Jesús es inflexible. “No se puede consentir. Las multas deberían ser mucho más cuantiosas, no hay derecho”, y añade: “Y también las revisiones. A mí me gustaría tener aquí a alguien de Sanidad al menos una vez por semana”. Ha recibido dos únicas revisiones en lo que llevan de curso. “Aquí en septiembre había también catering, finalmente consiguieron que estuviésemos ese mes también nosotros”.

A su comedor van cada día, de lunes a viernes, unos 160 chavales. El menú viene dictado desde Serunion. “Son muy rígidos con los menús y los valores nutricionales, y luego muy poco con la calidad de los productos”. El papel lo aguanta todo. “No nos dejan meter ni una croqueta a la semana porque tiene muchas calorías, pero luego tenemos que darles tortillas de patata envasadas y, lo que es peor, alimentos que en algunos casos ha quedado demostrado que están en malas condiciones. Menos mal que estamos todo el día pendientes”.

Están siendo las AMPA las que cada miércoles levantan la voz tras descubrir, por segunda vez, la presencia de gorgojos en platos de alubias servidos en las escuelas de la región. Los últimos incidentes han puesto de manifiesto la necesidad urgente de mejorar la calidad de los alimentos que llegan a los colegios y ha reavivado el debate sobre la importancia de cocinas ‘in situ’. “No entiendo que si en el País Vasco se ha podido rescindir el contrato, por qué aquí no se puede”, protesta.

Las reacciones no se hicieron esperar. Padres indignados han expresado su inquietud, exigiendo respuestas y acciones inmediatas por parte de las autoridades educativas y gubernamentales que cambiarán los pliegos para el próximo 1 de enero. Este incidente ha arrojado luz sobre las prácticas de gestión de alimentos en las cocinas centrales que abastecen a múltiples escuelas. Su pregunta es clara: “¿Y en los nuevos colegios qué se va a hacer: van a poner cocinas?”.

Y es que las cocinas ‘in situ’ ofrecen ventajas significativas en términos de control de calidad y seguridad alimentaria. La preparación local permite una supervisión más estrecha de los ingredientes y métodos de cocción, reduciendo la posibilidad de contaminación y asegurando que los alimentos lleguen a la mesa en las mejores condiciones posibles.

“Pero si es que no tenemos ni pelador para las patatas”, protesta Isabel. “Aquí hay que pelarlas a cuchillo, como antaño”. También se quejan de los productos de limpieza. “Los estropajos que nos mandan son tan malos que el colegio tiene que comprar otros que realmente sean útiles”.

Pero lo importante para ellos es la calidad de los productos que llegan a sus cocinas. “Lo del pescado es de vergüenza”, dice abriendo el frigorífico. Esta mañana prepara muslos de pollo. Tienen una pinta exquisita. “El horno que tenemos no es bueno”, lo que provoca que su trabajo se duplique. “Hay que darle una vuelta al sistema, a los menús, a las cantidades, pero sobre todo a la calidad de los productos”.

Subir