La Rioja

Las tiendas de pueblo, en peligro de extinción

Las pequeñas tiendas de los pueblos riojanos están en peligro de extinción

Son la resistencia en los municipios pequeños. Abren cada mañana con la misión de dar servicio al pueblo y sacarse un jornal para poder vivir, pero cada vez las cosas están más complicadas, la mentalidad de comprar en grandes superficies que ahogan a las tiendas de barrio en las ciudades más grandes se ven multiplicadas por mil en las pequeñas tiendas de los pequeños municipios de La Rioja. Hace años que desaparecieron en muchos de ellos y en los que aún quedan tienen los días contados.

Ana ha venido andando desde Corera donde vive, hasta Ausejo donde regenta un pequeño comercio de los de toda la vida. Pasar el umbral de su puerta supone remontarse a la niñez. Allí puedes encontrar cualquier cosa. Una zona para el fresco con un pequeño mostrador con algo de carne y embutido da la bienvenida al comprador. Fruta y algo de pastelería completan lo primero que se encuentra el cliente nada más entrar. Unos hermosos ramos de flores muestran el buen gusto de la dueña del establecimiento y al fondo se amontonan unas estanterías en las que prácticamente no falta nada.

Cepillos de dientes, jabón para la lavadora, cremas para el sol a pesar del agotado verano, champú del pelo, geles, maquinillas de afeitar, productos de limpieza…. a mano izquierda. Las bebidas enfrente. La sección de comida a la derecha. Una distribución sencilla que permite encontrarlo todo sin tener que dar vueltas y vueltas a pasillos interminables.

Ana lleva trece años regentando la tienda, pero su historia se acaba aquí. Un cartel de ‘Se traspasa’ lo evidencia en la ventana del local. “Si el 1 de enero no lo ha cogido nadie, se cierra la persiana”, asegura. Las cuentas salen pero ella está cansada. “No sé muy bien durante cuánto tiempo más, pero para un sueldo da”.

Charla con una de las vecinas que ha entrado a comprar lo que le faltaba para hacer un postre. “Estas son las tiendas del olvido, mucha gente viene a comprar lo que se le ha olvidado al hacer la compra grande en el supermercado”. La mayoría de sus fieles clientas son personas mayores. “Los hijos les traen la compra el fin de semana, pero el resto de la semana hay que seguir comprando”.

Porque estas tiendas también tienen su labor social. “Aquí nos conocemos todos, estamos pendientes de nuestros vecinos, si alguien no viene en toda la semana sabemos que algo pasa”, cuenta. También sirve de centro de reunión. “Por la mañana hay veces que hasta hay fila. Es un lugar en el que las vecinas se ven y charlan”.

La vecina que había comprado hace unos minutos vuelve. Con la parrafadita se le ha olvidado pagar. “Esto no te pasa en un supermercado”, dice mientras deja el dinero en el mostrador. Aquí sigue habiendo cuaderno donde se apuntan las notas. “Lo de apúntaselo a mi madre aquí todavía se estila”.

Para ella también es importante la labor de las cuadrillas. “Aquí la gente sabe de la importancia de seguir manteniendo la tienda, y cuando hacen cenas de cuadrillas me lo encargan todo”. Y es que la importancia de estos pequeños comercios es clave. “Habría que tenerlo en cuenta porque se habla mucho de la despoblación, pero no se ayuda nada a estos comercios que mantienen la vida en los pequeños municipios”.

Como en su caso, muchos irán echando la persiana cuando la generación que ahora los regenta decida jubilarse. “Es una pena porque son muy importantes para los pequeños municipios. Está pasando lo mismo con los bares de los pueblos, una vez que se cierran es casi imposible que vuelvan a abrir”. Son las arterias que mantienen la vida social en lugares en los que el futuro es incierto. Tiendas de toda la vida que permiten que muchas personas mayores que viven en ellos tengan un lugar en el que seguir sintiéndose en casa.

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