La Rioja

Comercio local con acento internacional

El número de personas extranjeras que emprenden un negocio en La Rioja sigue incrementándose

Fue hace más de tres décadas cuando empezaron a llegar de forma consolidada los inmigrantes a La Rioja. Llegaban en busca de trabajo en diferentes sectores. La agricultura, la construcción o las empresas de agroalimentación fueron las primeras en las que consiguieron empleo. Sólo unos pocos optaron por emprender y crear los primeros comercios de mano de la inmigración que llegaba a La Rioja. Algunos bazares regentados por familias asiáticas, restaurantes de comida china, los locutorios…

Con el paso de los años, cada vez son más los inmigrantes que optan por el emprendimiento y los comercios han ido cambiando poco a poco. Ahora son muchos los sectores que abarcan. Muchos de ellos destinados a la alimentación pero también a los servicios con un denominador común: la consolidación de algunas nacionalidades con determinados negocios. Pakistaníes regentando fruterías, latinoamericanos en pastelerías, marroquíes el peluquerías masculinas, asiáticas en locales de estética centrados especialmente en la manicura…

Durante los últimos años, el número de personas extranjeras que han decidido emprender un negocio en La Rioja sigue incrementándose a gran velocidad. Según los datos de UPTA Rioja, en sólo dos años, se ha producido un incremento de más de 165 extranjeros afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. Un crecimiento que este mes de septiembre alcanzaba ya los 2.392 activos, lo que representa casi el 11,10 por ciento del total de los afiliadosriojanos. El crecimiento más importante se ha producido especialmente en los sectores de hostelería pero también en el del transporte y el comercio.

Los datos no dan lugar a dudas; el trabajo autónomo extranjero es uno de los pilares fundamentales que mantienen el sistema, a pesar de la falta de incentivos que existen para el desarrollo de políticas activas de autoempleo extranjero. “Hay que tener muy en cuenta todo lo que aportan al sistema, la creación de puestos de trabajo y su contribución al crecimiento económico”, asegura Javier Marzo, secretario general de UPTA Rioja.

De Pakistán a asar pimientos

Binyameen llego hace poco más de un año de su Pakistán natal a La Rioja. Aquí ya tenía familia. Ellos regentaban desde hace más de una década una frutería en Calahorra ahora es él quien la regenta. Con un español ya afianzado para llevar tan poco tiempo en España cuenta por qué tantos miembros de su nacionalidad abren este tipo de comercios. “La gente en España come mucha fruta y la podemos comprar a precios bajos en mercados como Zaragoza, que está muy cerca, conocemos bien este mundo”. “Es un negocio muy en la línea de nuestras costumbres y también de nuestra religión podría haber abierto un bar pero no me gusta trabajar con alcohol”.

Ha abierto antes de las nueve de mañana y probablemente estará abierto hasta más allá de las diez de la noche. Él ve ahí una de sus opciones de negocio. “Estamos tres atendiendo y nos vamos turnando con los horarios, siempre viene alguien a esas horas en las que el resto del comercio no está abierto”. Y aunque los horarios son una, Binyameen destaca la de los precios. “No encuentras fruta a los precios que la tenemos en ningún sitio, la gente quiere comer fruta pero también quiere llegar a final de mes”.

En su pequeña tiene ubicada al lado de dos supermercados no para de entrar clientela a la que conoce por ya por el nombre. “Son muy agradables, la fruta está buena y los precios son asumibles”, comenta una de sus clientas. “La mayoría de la gente no es racista aunque a los que son se les oye más”, apostilla su marido.

La familia de Binyameen abrió el negocio cerca de un Mercadona. “Cuando estaba aquí se notaba mucho que la gente venía cuando ellos se habían quedado sin fruta en sus estanterías, aquí siempre tenemos de todo”. Ahora le han colocado dos supermercados cerca. “Más competencia, se nota”. Acaba de vender unos pimientos asados. Cinco euros dos kilos. “Vimos que la gente nos los pedía y empezamos a hacerlo”.

Seis peluquerías en cuestión de meses

Dahmouni ha abierto una peluquería masculina a pocos metros. Si antes los negocios regentados por inmigrantes se centraban especialmente en el casco antiguo de la ciudad ya han empezado a abrirse paso por muchas otras calles. No es la única que ha abierto en los últimos meses. Darse un sólo paseo por la ciudad supone ver seis peluquerías nuevas para hombres abiertas en el último año.

Un negocio que casi desapareció hace unos años y que ha reflotado gracias a la comunidad marroquí. “Yo hace tiempo que tenía que ir a la peluquería de mi mujer a cortarme el pelo porque prácticamente habían desaparecido las peluquerías de hombres en Calahorra y sin embargo ahora se han abierto un montón y siempre ves gente en ellas”.

Dahmouni ya era peluquero en Marruecos. “Llegué a España hace tres años con la intención de abrir la peluquería, empecé a trabajar en otros sitios hasta conseguir el dinero que me hacía falta para la reforma del local”. Ya tiene a tres empleados.

“Aquí entra todo el mundo, la quisimos poner en una zona un poco más alejada del centro porque allí ya hay muchas y nos está yendo bien”. Tiene casi fila para cortar el pelo. “Los chavales, sobretodo, lo llevan tan cortito por la nuca que tienen que venir cada quince días pero los precios son muy baratos, además no hay que coger cita”. Quizás ahí esté una de las claves. “Vienes, esperas como mucho diez minutos y te vas”.

Las uñas más orientales

Andrea -ese es el nombre de su primera profesora cuando llegó a España y el que eligió para ella misma- llegó hace catorce años a Madrid. Su padre ya llevaba unos cuantos trabajando “de cocinero, de albañil, de lo que le salía” para poder traer a la familia a España. No fue fácil para ella. “Me trajeron con 12 años, en ese momento no quieres hablar con nadie y me costó mucho aprender español”.

Después de repetir dos veces -(“era imposible estudiar sin conocer el idioma”)- se sacó la ESO y se puso a trabajar en un local de manicura. “En China hay muchos y lo hacen muy bien, cuando empezaron a llegar chicas de China optaron por esos negocios en las capitales y ahora está llegando a ciudades más pequeñas”.

Casi el mismo ha sido su recorrido. “En Madrid vivía con mis padres pero cuando me casé optamos por venirnos a La Rioja porque aquí teníamos familia e iba a ser más fácil empezar”. El aprendizaje durante años le dio la opción de abrir en marzo su propio negocio. “Poco a poco nos van conociendo, auqnue al principio cuesta un poquito”.

A una de sus clientas les están haciendo las uñas. “La verdad es que son muy detallistas, buen trabajo, buena atención y buen precio”, asegura comentando que cada vez son más los negocios en la ciudad regentados por inmigrantes. “En mi calle entre el supermercado, el bar y la tienda dan un ambientillo que se estaba perdiendo”.

Subir