La Rioja

Tres arnedanas en Marrakech: “Estamos vivas gracias a un joven local”

Lo que iban a ser tres días disfrutando del cambio cultural que uno vive nada más pisar Marrakech, de perderse por el zoco y de disfrutar de los coquetos riads de la ‘ciudad roja’, terminó para Ana, Beatriz y Raquel en una auténtica odisea dentro de una ciudad asolada por el terremoto que más víctimas ha dejado en la historia de Marruecos.

Estas tres arnedanas pretendían vivir tres días de vacaciones cuando llegaron el 6 de septiembre al país vecino. Con sus billetes ya en la mano para volver el sábado a las once de la mañana, la noche del viernes iba a ser la de su despedida de la ciudad. Habían estado disfrutando del comercio local y del bullicio de las plazas marroquíes cuando volvían ya para su riad. “Las calles allí son muy estrechitas y comenzamos a ver cómo las puertas de madera de los comercios que ya habían cerrado empezaban a moverse”.

Desde el minuto cero, Ana intuyó que se trataba de un terremoto: “Cuando comenzamos a correr hacia el riad vimos cómo el chico que trabajaba allí salía corriendo hacia nosotras”. A su espalda se derrumbó un edificio del barrio. “Fue a menos de 20 metros de donde estábamos nosotras”, recuerda.

A los pocos segundos se cayó uno de los postes de la luz de la calle. “Nos quedamos completamente a oscuras, era todo un auténtico caos”. La ciudad -ya de por sí es caótica por la cantidad de gente que va y viene por sus estrechas calles y plazas a todas las horas del día- se convirtió en una auténtica locura en cuestión de segundos.

“Nos abrazamos los cuatro y el chico nos sacó a una plaza en la que podíamos correr menos riesgo”. Ana sigue impactada con lo vivido unos días antes. “El chico entró de nuevo en el riad a buscar al resto de los turistas que estaban allí, nos cogió a los siete y nos llevó a la casa de su familia, a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad”.

Las imágenes vistas aún son difíciles de digerir. “Estamos vivas gracias a él, nunca sabemos cómo agradecérselo lo suficiente”. Ya en casa del joven marroquí pasaron las horas más complicadas. “Salimos a los jardines que había en la zona, nos sacaron mantas y comida; estuvo toda la familia pendiente de nosotros en todo momento, se portaron con nosotras como si fuésemos de su propia familia”.

No deja de agradecer el trato que tuvieron con ellas: “Entraron en su casa, con el riesgo que existía, para dejarnos mantas y sacarnos agua y un poco de comida”. Ellas tenían el billete de vuelta para las once de la mañana de ese sábado. “Yo me hubiese vuelto sin las maletas porque llevábamos los pasaportes encima, pero el chico nos pidió tranquilidad y cuando empezaron a dejar entrar en las viviendas nos llevó al riad para poder coger nuestras cosas”.

Lo hizo en moto, uno de los medios más utilizados en Marrakech. “Nos llevó uno a uno; incluso hubo un momento en el que se le acabó la gasolina y estuvo pasando combustible de la moto de su hermano a la suya para poder terminar de hacer los viajes”. Ella fue en uno de los primeros. “Me costó menos de cinco minutos meter todo en las maletas”. El miedo a una nueva réplica era constante en la ciudad.

“No nos ha dejado de la mano en toda la vuelta”. Les acompañó a la plaza Jemaa el-Fnaa, un lugar icónico, famoso por su actividad y vitalidad y que suele ser el lugar habitual donde se cogen los taxis para salir de uno de los lugares más bulliciosos de la ciudad. “Incluso negoció el precio del taxi para ir hasta el aeropuerto”. Desde entonces no han parado los WhatsApp con él. “Antes de salir en el avión, cuando llegamos a Zaragoza, después cuando llegamos a Arnedo, está continuamente preguntándonos cómo estamos”.

Los mensajes van de vuelta. “Le hemos escrito varias veces para darle las gracias por todo lo que hizo por nosotras y para decirle que en España tiene una casa”.  El joven marroquí que les permitió vivir como una experiencia lo que podía haber sido una tragedia sólo les dice que cumplió con su deber. “Nos dimos cuenta desde que llegamos a Marrakech de lo amable que es la gente con los turistas, pero lo que hizo este chico fue mucho más allá, le estaremos agradecidas toda la vida”.

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