«Han pasado ya dos días desde las tormentas y aquí sigue sin acudir nadie a evaluar los daños. Ni los de la Confederación Hidrográfica del Ebro ni nadie», aseguran Fernando y Mariano, ambos vecinos de Alcanadre. La localidad fue abrigo el pasado sábado de unos 125 litros que arrojó el cielo en pocas horas y que provocó el desbordamiento del río Madre, anegando a su paso caminos, puentes, huertas y demás campos. También llegó a las calles de la localidad y a las carreteras comarcales que la unen con Ausejo y la N-232, por lo que la romería a la Virgen de Aradón que se celebraba aquel día tuvo que cancelarse, ya que su camino de acceso quedó completamente inundado de agua y barro.
Así que han sido estos vecinos y otros que se han ido uniendo a la ronda de control por cuenta propia durante las primeras horas de este lunes quienes se han recorrido los diferentes puentes y zonas de regadío para ver el daño real hecho por la Dana. Piedras y restos de hormigón obstaculizando canales de riego, fincas de olivos completamente inundadas, un cauce completamente arrasado con restos de vegetación por todas partes, huertas arrasadas,… El río rompió en la zona de la Adobería y de allí se extendió por todo llegando a los regadíos y el Tambarigal.
La superficie afectada todavía «está por calcular», pero el consistorio ya ha enviado a la Consejería de Agricultura la solicitud de la declaración de Zona Catastrófica después de que este mismo lunes se conociera que se sufragará el cien por cien de los daños ocasionados por las tormentas de junio y julio y que cuya ayuda se ampliará también a los municipios afectados por las de este pasado fin de semana. «La mayoría de las huertas están perdidas y probablemente hasta el año que viene ya no se pueda plantar nada en ellas. Ahora el problema recae también en la vendimia, que comenzaba este lunes en la cooperativa, pero que han tenido que aplazarla hasta el miércoles. Ya veremos entonces cómo están los caminos…», explica el alcalde, Pablo Aranda.
El malestar se extiende por este municipio al mismo ritmo que el agua discurría fuera del cauce el pasado sábado. «Esto es lo que pasa por no limpiar el río durante años y no será porque el Ayuntamiento no lo pidió ya hace más de diez, pero aquí hicieron oídos sordos y ahora a ver quién se hace cargo. Si esto hubiera estado en condiciones, seguro que el agua hubiera subido un metro o medio metro menos, pero lleva así quince años o más», asegura Germán Martínez, presidente de la Comunidad de Regantes del municipio, desde el camino del Ebro donde este sábado el agua y el barro alcanzaron casi el metro de altura. Unas tormentas que arrasaron una pequeña granja cuyas gallinas acabaron ahogadas. «Y las cabras tuvieron más suerte porque las sacaron casi que nadando», apunta Mariano.
Cuenta este veterano de Alcanadre aquel episodio catastrófico que aconteció un 17 de septiembre de 1956 en el municipio. «Ahora, la Virgen de Aradón se celebra el primer sábado de septiembre, pero antaño era el tercer martes de este mes. Aquel 17 era un domingo y estábamos en el cine cuando se fue la luz. Avisaron entonces desde Ausejo que venía una tromba de agua que se iba a llevar el pueblo de Alcanadre por delante, aunque eso era imposible porque el pueblo está más alto. Pero el agua rompió y, como lo que vimos el pasado sábado aquí, arrasó toda la zona de las viñas de abajo que se le llama».
Fernando se suma a la conversación mientras observa lo que queda de su huerta, o como él la llama ahora, la laguna: «Cuando vine aquí el sábado me llegaba el agua casi a la cadera. Vaya desastre». Ahora toca que los afectados y la junta del regadío se reúnan para evaluar daños, aunque calculan con estas primeras visitas que podrá haber una veintena de hectáreas dañadas por el agua y la grava.
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