Toros

Urdiales corta la primera oreja de la vuelta de los toros a Gijón

Foto: Circuito Taurinos

La vuelta de las corridas de toros a Gijón se ha saldado con una oreja para Diego Urdiales, que se inventó una faena con destellos de gran torería, en una tarde de juego deslucido de los toros y los novillos lidiados. Casi dos años después de la celebración del último festejo en el coso del Bibio, concretamente 728 días, los toros volvieron a Gijón. Seis mil hombres y mujeres, aproximadamente, pudieron volver a asistir a un espectáculo taurino. Y lo hicieron acompañados por una leve lluvia intermitente, tan anhelada en otros lares.

El festejo no contó con excesivo calor por parte de los tendidos, a los que costó entrar en las faenas, fundamentalmente de Pablo Hermoso. Aunque, bien mirado, tampoco el juego de los astados lidiados, ni a caballo ni a pie, ayudó a generar emociones desbordadas. Pablo Hermoso abrió plaza frente a un toro noble y soso, en una faena en la que la sal la puso el rejoneador estellés. Hubo corrección a caballo y frialdad en los tendidos, que ni siquiera ovacionaron la labor del navarro.

El fallo a espadas, con numerosas entradas en falso para matar y dos pinchazos, eclipsó una meritoria y templada faena de Pablo Hermoso al rajado cuarto, cinqueño, con el que destacó clavando banderillas montando a Basajaun.

Diego Urdiales evidenció ganas en el segundo, un toro remiso a embestir con el que el riojano dejó un lucido quite por chicuelinas, un trincherazo de cartel, y una faena pulcra aunque sin brillo por la deslucida condición del de Zacarías Moreno. Cabe señalar que el trasteo fue brindado a la actual alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, presente en el festejo.

No se violentó Urdiales ante el ofensivo quinto, que arremetió sin ritmo ni continuidad, logrando fases inverosímiles de toreo encajado en derechazos, naturales y dos cambios de manos postreros de auténtico relumbrón. Pocos habrían apostado que verían chispazos de toreo tan bello contando con un oponente tan arisco. Además mató pronto y bien, y la única oreja de la tarde fue a parar a las manos del torero de Arnedo.

El novillero Manuel Román se topó con un deslucido novillo en tercer lugar, ayuno de clase y raza, con el que tan solo pudo dejar retazos de cierto gusto, si bien el cordobés anduvo un tanto tenso. Más desenvuelto y despacioso estuvo en el noble sexto, al que interpretó un inicio de faena excelso, por cadencioso y garboso. Sin embargo el de Moreno se apagó muy pronto y el novillero cordobés se arrimó para arrancar una oreja que se le escapó por su muy deficiente uso de la espada.

Fincha del festejo

Dos toros de Romao Tenorio para rejones, reglamentariamente despuntados, lidiados en primer y cuarto lugar, y dos toros (segundo y quinto) y dos novillos de Zacarías Moreno (tercero y sexto) para lidia a pie. Bien presentados. Justos raza todos ellos.

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: rejón entero arriba algo atravesado (silencio); dos pinchazos y rejón algo trasero (ovación con saludos). El matador de toros Diego Urdiales, de verde hoja y oro: pinchazo y casi entera arriba (silencio); estocada entera algo trasera (oreja).

El novillero con picadores Manuel Román, de rosa y oro: más de media atravesada (silencio); dos estocadas enteras muy atravesadas que hicieron guardia, y estocada entera trasera y tendida (ovación con saludos tras aviso).
Álvaro de la Calle actuó como sobresaliente de matador de toros, y Pablo Jaramillo hizo lo propio de novillero.
La plaza registró casi tres cuartos de entrada en los tendidos.

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