Sucesos

Un año del asesinato de Djafer: una historia de terror en Viniegra de Arriba

El 9 de agosto de 2022 Viniegra de Arriba fue escenario de uno de los crímenes más atroces en La Rioja

El 9 de agosto del pasado año iba a ser un día feliz para Djafer Bechkat. Amaneció creyendo que, al fin, recuperaría el dinero que M. F. le debía desde hacía tiempo por un asunto de drogas. Bajo esa promesa, la de recuperar sus 13.600 euros, Djafer accedió a acompañar a su deudor hasta Viniegra de Arriba, donde habían quedado con I. Z. A. para, supuestamente, materializar la transacción. Desde aquel trayecto que emprendieron hace ahora un año, a Viniegra no se le conoce solo como uno de los pueblos más bonitos de España, sino como el escenario de un macabro asesinato perpetrado con una pasmosa sangre fría.

Djafer Bechkat, víctima del crimen de Viniegra.

Dos días después de ese trayecto, un agente forestal inició su jornada con un único propósito: velar por que el fuego no devorase el monte riojano, dada la sequedad del terreno y las asfixiantes temperaturas que azotaban a la comunidad desde hacía días. Entre los signos a tener en cuenta para tal fin, uno prioritario: localizar cualquier vehículo a motor circulando por las pistas de montaña, acción estrictamente prohibida desde días antes por el riesgo extremo de incendios forestales.

Fue por ello que el agente puso especial atención en una furgoneta blanca que avanzaba en el horizonte hasta detenerse junto al abismo de La Torca de Hoyo Mingo y sus 50 metros de profundidad. Afinando la vista, pudo ver cómo del vehículo se bajaban dos personas, abrían la puerta trasera y extraían un bulto de dimensiones humanas para arrojarlo a la sima, antes de abandonar el paraje a toda velocidad en el vehículo. El elemento arrojado era el cuerpo de Djafer, pero su muerte no se había producido en aquel momento, sino 48 horas antes.

Servicios de emergencias movilizados para recuperar el cuerpo arrojado a la sima.

Hasta entonces, el cadáver de este ciudadano argelino de 45 años permaneció oculto en la misma furgoneta sobre la que el agente forestal había concentrado tanta atención aquel 11 de agosto. En esos dos días, I. Z. A. y su cómplice M. F. creían no haber dejado ningún cabo suelto para deshacerse de Djafer ante la imposibilidad de saldar su deuda. Ambos eran viejos conocidos de la Guardia Civil por sus extensos historiales delictivos y uno de ellos (M. F.) llevaba, incluso, una pulsera de geolocalización, pues se encontraba de permiso penitenciario en el momento del crimen.

La elección de Viniegra de Arriba como escenario para escenificar el macabro engaño de M. F. e I. Z. A. no fue casual. Era un terreno de sobra conocido por el segundo de ellos, que trabajó durante unos meses como alguacil del municipio y cuya familia poseía una finca alejada del casco urbano. Allí, lejos de oídos curiosos, Djafer se dio cuenta, no solo de que no iba a cobrar su dinero, sino de que se había metido en el mayor lío de su vida.

La emprendieron a golpes contra él para, acto seguido, ejecutarlo a sangre fría con un disparo en la nuca. Para tratar de esconder evidencias, envolvieron la cabeza de Djafer con un plástico, lo ataron con bridas al cuello y ahí, en la finca, permaneció el cadáver durante un tiempo no excesivamente prolongado. A buen seguro, esos minutos estuvieron marcados por una agitada discusión entre M. F. e I. Z. A. para decidir cómo deshacerse del cuerpo.

Y en vistas de que no alcanzaban un acuerdo, optaron por introducirlo en la furgoneta para ocultarlo de posibles testigos mientras trazaban un plan definitivo para borrar las huellas de su atroz crimen. No fue un proceso rápido: el cuerpo de Djafer permaneció dos días en el vehículo hasta que decidieron arrojarlo por el barranco.

Un crimen resuelto en 72 horas

Fue precisamente ese vehículo el que cerró el que permitió a la Guardia Civil cerrar el círculo de una investigación con resultados en tiempo récord. En solo tres días, el Instituto Armado fue capaz de implicar en la desaparición y muerte de Djafer a los dos asesinos, además de inculpar a la pareja sentimental de uno de ellos por encubrimiento.

El reloj comenzó a contar cuando el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) rescató del fondo de la sima el cadáver de la víctima. Por entonces, la noticia sobre el cuerpo de un hombre arrojado por un barranco en el monte riojano ya corría como la pólvora por media España. Cuando el forense analizó el cadáver no tardó en concluir que Djafer sufrió “una muerte de carácter violento, provocada probablemente por lesiones de carácter muy grave en la zona de la cabeza”.

Los investigadores tenían ante sí dos elementos claramente conectados: la constatación de un asesinato y la furgoneta avistada por el agente forestal, que llevaría a identificar a los autores del macabro crimen. Su localización se convirtió en la prioridad absoluta para todas las Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil, que estableció un dispositivo especial por que se cerraron todas las vías de comunicación de la comunidad para evitar la fuga de los asesinos.

La misma tarde en la que los asesinos se deshicieron del cadáver en la sima, los investigadores ya habían localizado la furgoneta, que se encontraba estacionada en la Avenida de la Constitución de Logroño. Dieron con el vehículo a las seis de la tarde y una hora después detuvieron al primero de los implicados (I. Z. A., de 39 años). A las nueve de la noche su compañero (M. F., de 45 años) también quedaba bajo custodia de la Guardia Civil, que le localizó en Alberite, donde residía.

Durante los dos siguientes días se practicaron hasta siete registros domiciliarios en Logroño y Alberite, que permitieron a los agentes reunir las evidencias que implican a los dos acusados y, además, detener a la pareja sentimental de uno de ellos, que trató de encubrirles.

Con la investigación policial resuelta en tiempo récord, para cerrar el caso falta la acción judicial. Sin fecha concreta para el juicio, la Audiencia Provincial de La Rioja juzgará en las próximas semanas a los presuntos asesinos de Djafer Bechkat que, sin quererlo, quedará para siempre como el protagonista de los días más atroces de Viniegra de Arriba.

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