La Rioja

Un centenar de riojanos alimentan su fe en la Jornada Mundial de la Juventud

Lisboa es, desde el pasado martes y hasta el domingo, punto de encuentro para el catolicismo. Ante la llamada de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), jóvenes de todo el mundo conviven en la capital lusa con un objetivo común: acercarse más a Dios y tener la oportunidad de conocerlo desde otra fe.

Con el fin de construir un mundo más justo y solidario, esta expresión de la Iglesia universal supone un gran gesto de evangelización para el mundo juvenil. Además, pese a identificarse como una actividad católica, la iniciativa también está abierta a los más distanciados con la fe.

En Lisboa apuran la semana los 120 jóvenes movilizadas por la Diócesis riojana, que han acudido a la JMJ en la expedición comandada por José Antonio Barrios, rector del Seminario y delegado de Pastoral Juvenil. “Como español no me imagino otro destino más especial para realizar este evento, aparte de España”, cuenta Markel Rubio. Para este joven, más allá de como se aplica el cristianismo en Portugal, “los portugueses son como hermanos y han superado cualquier expectativa”.

Marcos Gutiérrez, desde Agoncillo, afirma que “Lisboa tiene una gran seguridad a nivel estructural y los portugueses nos ha recibido con los brazos abiertos, preocupándose en todo momento de que no nos pase nada”.

A la opinión de ambos se suma Marta. La joven, que viene desde Calahorra, reitera que “Portugal me parece una elección especialmente acertada por el tema de esta JMJ: la Virgen María”. Para ella, “lo ideal es elegir un lugar mariano como es Portugal por Fátima”.

Algunos, como Marcos y Marta, ya habían sido partícipes de una actividad similar. Para el primero, “nada comparado con lo que se está viviendo aquí”. Un evento de grandes dimensiones y con las calles colapsadas. La segunda viajó a Cracovia en 2016: “Fue un punto de inflexión en mi vida, una experiencia completamente transformadora. Le agradezco cada día al Señor el llevarme hasta allí con la diócesis hace siete años y regalarme una comunidad joven con quien compartir mi fe”.

Otros, como Santiago Barbosa, que viaja desde Fuenmayor, participaron en la Peregrinación Europea de Jóvenes, “una experiencia que recomiendo totalmente”. Para quienes la JMJ de Lisboa representa su primera vez, como Markel, la experiencia se disfruta el doble: “Tengo claro que no va a ser la última vez que me vean por aquí”.

Este año, cada uno de los que viaja a la Jornada Mundial de la Juventud está de acuerdo en que el mejor momento es compartir el amor por Dios de manera conjunta. Los conciertos y las actividades en las que se juntan todos los peregrinos son un ejemplo de ello. También algo más simple como es reunirse en el desayuno o a la hora de dormir. Después de estar “bastante separados” durante el día, Gutiérrez destaca que “se agradece el poder reunirnos todos un rato para contarnos las experiencias que hemos podido vivir durante el día”.

Para otros, lo más enriquecedor de esta experiencia es cualquier momento en el que Dios está presente. Y Marta y Markel lo saben muy bien. En especial, ambos destacan los días en Coimbra y las catequesis de Cascais. Marta asegura que “pudimos integrarnos completamente en la comunidad cristiana del pueblo”. Markel, por su parte, señala que “son momentos de reflexión e introspección personal”. Para este joven, el momento más emocionante a nivel personal fue cuando, en la misa de una catequesis, recordaron a Rodolfo Rubio, su tío abuelo que acababa de fallecer.

La iniciativa, sobre todo para los más católicos que se involucran de pleno en ella, “es de las mejores ideas que ha podido sacar adelante la Iglesia Católica”. “Los cristianos, como cualquier otro grupo de personas, necesitan vivir en comunidad”. Así, las JMJ se perciben “como un rayo de esperanza para todos aquellos jóvenes que alguna vez se han encontrado perdidos en su fe”. Además cuenta con el eslabón de la Iglesia, el papa Francisco. Una figura que los participantes tendrán oportunidad de conocer y, sin duda, sirve de guía para el evento.

Si algo esperan los jóvenes, más allá de mejorar como personas cristianas, es que el mensaje de Jesús “de respeto, fraternidad y unión” cale cada vez con más fuerza en la sociedad. También, a nivel personal, las opciones más barajadas han sido “hallar la plenitud y paz interior” que siempre aportan este tipo de lugares y “llenar de gracia y alegría el corazón al compartirlo con los demás” allí por donde se pase.

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