Educación

Ludotecas de pueblo: recurso familiar y entretenimiento infantil

Chiona acompaña a los primeros jóvenes que llegan a la ludoteca de Ocón, ubicada en La Villa.

Apenas son las diez de la mañana y ya se escuchan voces de niños que se acercan a la plazoleta de La Villa de Ocón, algunos corriendo con las mochilas al hombro y otros agarrados de la mano de sus padres. Desde hace ocho años, el municipio de Ocón cuenta con el servicio de ludoteca que durante los meses de julio y agosto cubre una necesidad clave en la conciliación laboral y familiar de muchos hogares, liberando al mismo tiempo a los abuelos de estos pequeños.

Un servicio que ha ido incorporando niños año tras año hasta rozar el medio centenar de inscritos, todos ellos procedentes de los diferentes pueblos de Ocón. Así, de los 28 niños que empezaron el primer verano ya son 49 los que acuden cada mañana, de 10:00 a 14:00 horas, al albergue de La Villa y a un local de la Asociación de Mayores que cede el espacio al ayuntamiento. Los mayores, de entre 10 y 12 años, acuden al albergue, mientras que los más pequeños con hasta dos años se quedan en el local social. Una separación vigente desde la pandemia pero que facilita mucho el desarrollo de las tareas, sobre todo en el caso de los más mayores.

Las cuatro monitoras reciben a las primeras niñas que llegan a la ludoteca.

A su cargo están Ana, Chiona, Claudia y Aitana, con perfiles que van desde profesoras en Educación Infantil y Primaria hasta Monitoras de Ocio y Tiempo Libre, y quienes se encargan de coordinar todas las actividades. “Es ya más entrado el verano cuando se van incorporando más niños porque sus padres vienen al pueblo y ven en este servicio una oportunidad, pero sobre todo se ha notado más inscripciones a partir del COVID-19, también por el boca a boca. Y es que antes pocas familias sabían que Ocón contaba con ludoteca infantil, lo que hacía que tal vez pasaran menos tiempo en el pueblo porque no sabían qué hacer con los pequeños”, explica Ana, vecina de La Villa.

Y es que son muchos los padres del valle que cada mañana de verano se desplazan fuera a sus puestos de trabajo y luego regresan al pueblo. Un cambio de rutina que beneficia a pequeños y mayores. “Porque los abuelos también se quedan bien tranquilos y descansan al poder dejar unas horas aquí a los nietos. ¡Es que hay algunos que incluso tienen cuatro niños en casa!”.

María es madre de dos niñas de 4 y 7 años que llevan varios años viniendo a la ludoteca de Ocón, “una iniciativa muy buena porque los pequeños se conocen entre ellos y se lo pasan fenomal mientras los padres pueden estar fuera y dedicarse a hacer otras cosas”. Pero las ludotecas no son solo un entorno de juego porque la primera parte de la mañana la dedican siempre a las tareas escolares que se han llevado para el verano. “Aquí ya es decisión de cada padre lo que quieren que hagan sus hijos. Ellos son quienes nos dicen los deberes que tienen y lo que consideran que deben hacer cada semana, mientras que nosotras nos encargamos de resolver dudas y corregir las tareas”, explica Claudia, también vecina de La Villa y quien lleva varios años como monitora en esta ludoteca, al igual que Ana.

Actúan, por tanto, como guías de los pequeños para evitar que no pierdan el hilo del curso escolar durante estos meses de vacaciones. Pero hay tiempo para seguir prendiendo y también para jugar. “Entendemos que hay que repasar conceptos del colegio, pero también es verano y se trata de que descansen y disfruten, por lo que todas las semanas organizamos diferentes actividades como jugos al aire libre, salidas al campo, talleres, juegos deportivos y dirigidos,…”.

Aitana y Claudia, encargadas de coordinar a los más pequeños del grupo.

Por su parte, Aitana y Chiona se estrenan como monitoras en este servicio. Descendientes de Aldealobos y Los Molinos, respectivamente, ambas coinciden en que es un buen recurso tanto para familias como para niños sin salir de su entorno rural. Aitana desciende de Aldealobos y este año, además, está viviendo su primera experiencia como independizada con tan solo 19 años: “Al estar aquí trabajando me he venido a la casa del pueblo, donde vivo sola la gran mayoría de días”.

Pero lo más importante, recalcan, es la relación que crean los pequeños. “Hacen mucha más piña que lo que pueden hacer, por ejemplo, en una ludoteca de Logroño, donde una vez acaban las clases se van a casa ya no vuelven a verse hasta el día siguiente. Aquí, en cambio, salen por la tarde juntos, juegan, van a la piscina, se ven también el fin de semana,… Y así es como se construyen luego las cuadrillas cuando son más mayores, sin que les cueste casi”. Así es como se crea identidad de pueblo y arraigo por su origen.

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