Firmas

La pasión por el paisaje de Lidia Martín

Lidia Martín es una joven artista riojana nacida en 1997, que actualmente está exponiendo en el Centro Fundación Caja Rioja de Gran Vía de Logroño, hasta el 18 de mayo. Se graduó en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca en el año 2019 y desde entonces su trabajo ha sido destacado en varios premios como: la XXIII Convocatoria de los Premios San Marcos, el Premio La Gaceta o en 2021, el Premio Joven Artista del 12º Certamen Nacional de Pintura del Parlamento de La Rioja por el cuadro ‘Tierra y Cielo’. Además, a lo largo de estos últimos cuatro años ha realizado varias exposiciones, tanto individuales como colectivas. Al terminar Bellas Artes, hizo un Máster de Gestión de Patrimonio Cultural, y actualmente está concluyendo el Máster en profesora de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, en Salamanca.

Como ella explica: “En el ‘Timeo’, Platón concibe la idea del origen del mundo como una copia, hecha por el Demiurgo, basada en el mundo de las ideas, de la razón, de la esencia inmutable. En consecuencia, puso la inteligencia en el alma, el alma en el cuerpo; y ordenó el universo de manera que resultara una obra de naturaleza excelente y perfectamente bella”.

De esta manera el género del paisaje cobra fuerza, revelando el misterio de la naturaleza y de la totalidad de nuestra existencia. En la obra de Lidia, naturaleza viva o muerta, paisajes y escenografías se materializan mediante la exploración del binomio lenguaje-color, materia y composición. Por medio de ella, se puede observar la trascendencia que tiene la historia del paisaje reconociendo en su obra referencias a la pintura impresionista “plein-air”, pero
también del arte pop a través del uso de imágenes o de una pintura más gestual como el expresionismo abstracto americano, insertando, de esta manera, su proceso pictórico en las formas de la postproducción del arte contemporáneo.

Por otro lado, el leitmotiv de su obra se basa en la búsqueda del equilibrio entre la intuición y lo racional con el fin último de llegar, gracias a la representación de los elementos de la naturaleza y sus sucesivas estaciones, a la idea de belleza, elaborando una metáfora sobre la comprensión romántica de la misma como un todo ideal, al tiempo que trata el propio género paisajístico en una suerte de revisión del pasado de la pintura de paisaje y de la historia de la
naturaleza en el arte.

Como ella misma confiesa, “me ha costado mucho trabajo encontrar mi línea de trabajo, crear mi propio lenguaje, y es algo que sigo haciendo cada día. De esta forma, cada cuadro es el resultado del anterior y así sucesivamente, la pintura es una cuestión que siempre se encuentra en un constante devenir, de la misma manera que la naturaleza que hay en mi obra”. Esta pintora ha asegurado que su carrera en el mundo del arte empezó cuando terminó la universidad, cuando empezó a pintar en un taller con dos compañeros de la carrera y allí, poco a poco, comenzó a encontrar su camino.

Desde los inicios de la historia el hombre quiso convertir un pequeño trozo de tierra en algo semejante a la Arcadia. Ese jardín de reminiscencias clásicas muestra un deseo de paz, serenidad, equilibrio y, en definitiva, la promesa de la felicidad. Los griegos designaban el jardín con el término parádeisos, de origen iraní y fue en concreto Jenofonte quien introdujo la palabra ‘parádeisoi’ para referirse a esos “lugares llenos de todas las cosas bellas y buenas que ofrecía la tierra”.
‘Parádeisoi’ es un proyecto expositivo que, a lo largo de las diferentes obras, se van sucediendo escenas que estimulan tanto los sentidos como la imaginación del espectador, suscitando en él vívidas emociones y pensamientos ensimismados. El jardín/parádeisoi invita a ser recorrido a pie.

Su concepción presupone el movimiento del espectador que cambia de ángulo, de perspectiva, a diferencia de la perspectiva única que caracteriza a un jardín formal. Para conocerlo hay que andar a través de él y así, mediante la experiencia individual, surgirá en el visitante su particular idea de naturaleza, paraíso y utopía: la nostalgia de un mundo mejor.

Y como dice Michel Foucault, “el jardín es la parcela más pequeña del mundo y es por otro lado la totalidad del mundo. El jardín es, desde el fondo de la antigüedad, una especie de heterotopía feliz y universalizante”.

Sumergirse en la obra de Lidia Martín Pinzolas supone, en última instancia, acercarse al género del paisaje desde un punto de vista actualizado y contemporáneo.

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