Cultura y Sociedad

Pablo Sáinz-Villegas: “Falta apoyo institucional a la guitarra clásica”

Mirándose en el espejo de Andrés Segovia, “que cuando aún se viajaba en barco sacó la guitarra clásica de su Linares natal para llevarlo al Carneggie Hall de Nueva York”, Pablo Sáinz-Villegas ha asumido la misión de devolver el brillo mundial a este instrumento “tan español” que está, a su juicio, algo huérfano de atención.

“He convertido en mi responsabilidad ponerlo en valor a nivel institucional, porque siento que falta ese apoyo, puede que por desconocimiento, también por dejadez”, lamenta este músico riojano de fama internacional en una entrevista con EFE en un mensaje directo al Ministerio de Cultura y Deporte o el Inaem.

Como ejemplo, cita la “ínfima proporción” de conciertos que el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) programa en torno a la guitarra clásica cada temporada. “En la última década, puede que unos 5 o 6, aunque desconozco la cifra exacta”, señala antes de hacer explícito su deseo de que haya un ciclo anual, “como existe de flamenco, de música barroca o de órgano en su programación”.

“Incluso en la conciencia popular ya no se diferencia entre la guitarra flamenca y la clásica, cuando son dos lenguajes diferentes igualmente apasionantes”, insiste quien se ha propuesto que su instrumento de cabecera alcance la distinción de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.

Desde Nueva York, donde en los últimos años ha fijado su residencia, Sáinz-Villegas (Logroño, 1977) ha dado importantes pasos para devolverle la presencia internacional de la que gozó con Andrés Segovia (1893-1987), como su reciente gira con la Sinfónica de Chicago por Estados Unidos o haber protagonizado el concierto de Año Nuevo de 2020 junto a la Filarmónica de Berlín.

“Desde Narciso Yepes, hacía 38 años que ningún otro guitarrista español tocaba en ese espacio. Yo no quiero que pasen otros 38 años hasta que vuelva a suceder. Quiero que la guitarra clásica sea un instrumento habitual en los teatros del mundo”, señala con “ambición”.

En su opinión, ese instrumento lo tiene todo para triunfar y llevar la marca España muy lejos: “Es de los pocos instrumentos vinculados a este país y su cultura y, al mismo tiempo, se expresa en todos los géneros musicales, como pop, rock o folk, lo que lo convierte en uno de los más democráticos y uno de los más cercanos al corazón de las personas”.

Destaca asimismo el “altísimo” nivel de los intérpretes actuales (“Probablemente nunca había sido tan alto”, afirma) y el hecho de que, recogiendo la batuta de autores como Joaquín Rodrigo, Enrique Granados o Isaac Albéniz, también “el repertorio escrito en el siglo XXI es extensísimo, igualado al de otros muchos instrumentos” pese a unos orígenes en los que durante mucho tiempo solo existió para España.

“Pero falta liderazgo y por eso yo lo he asumido, porque tenemos que ser conscientes del valor que la guitarra clásica tiene como parte de nuestra historia cultural”, insiste Sáinz-Villegas, que este miércoles regresa a España en una pequeña gira junto a la Orquesta Nacional de Bélgica.

Estará en el Auditorio Nacional de Música de Madrid, el día 13 en Barcelona (L’Auditori) y el 14 en Zaragoza (Auditorio) para interpretar una pieza tan icónica y a la vez tan atractiva para el público ajeno a la música clásica como es el “Concierto de Aranjuez”.

“Claro que habrá diferencias al interpretarlo junto a una orquesta belga, pero ahí es donde está la belleza de la interpretación”, apunta, convencido no obstante de que “la música no conoce fronteras como lenguaje universal, que es el de las emociones”, y de que esta obra en concreto es “muy española, pero a la vez es de todos”.

En su ocupada agenda aguarda con orgullo otro hito, la publicación el 9 de junio de su nuevo disco, “The Blue Album”, que define como “un viaje por todos los compositores que a través de la música han explorado ese espacio de la intimidad, la introspección y lo meditativo”.

Desde autores barrocos a otros tan recientes como el recientemente fallecido Ryūichi Sakamoto, Sáinz-Villegas aborda piezas de Max Richter, Erik Satie, Philip Glass o Sylvius Leopold Weiss para capturar con sonido grabado en la tecnología Dolby Atmos “ese momento de paz entre la noche y el día, del ‘in-between’ como dicen los ingleses que existe en toda dualidad”.

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