La Rioja

Una apuesta juvenil por el pollo de corral

Interior de la nave de Ausejo donde reposan los pollos de corral que gestionan Ana y Eduardo Sáenz

Una gruesa capa de cascarilla de arroz se extiende a lo largo de 1.800 metros cuadrados como si de una manta acolchada se tratara. Y sobre ella, miles de polluelos de raza de corral con apenas 48 horas de vida corretean de un lado para otro en masa, chocándose entre sí mientras paran a picotear el trigo desmigado que tienen a su paso. Ana Sáenz acaba de recibir unos 21.000 pollos llegados de Marcilla (Navarra) y recién salidos de la incubadora que ahora estrenan un nuevo ciclo en su nave asentada a las afueras de Ausejo.

“El cuidado y atención en esta primera semana son claves para evitar las menos bajas posibles ante el cambio de entorno. Son animales muy sensibles, sobre todo ahora que son tan pequeños, por eso hay que estar muy pendiente de que beben agua y se alimenten bien, así como que no se estresen”, explica mientras sostiene entre sus brazos unas cuántas de estas aves.

Esta joven ganadera instalada en 2018 ha seguido los pasos de su hermano Eduardo, que se unió a la explotación familiar años antes, y ambos los de su padre Alfredo, quien hace poco más de 25 años se adentró en el mundo de la ganadería avícola con su primera granja. Ahora ya son cinco las que la familia gestiona (dos de ellas de cerdos), aunque Ana lo hace de manera independiente con su nave de pollos.

La temperatura que hay ahora en su interior ronda los 32 grados, aunque luego el termostato va bajando conforme los animales van cogiendo peso. Allí permanecerán engordando durante 60 días antes de ir al matadero. Y de nuevo, vuelta a Navarra donde se distribuyen a las diferentes cadenas de supermercados. Esta raza de pollos de corral que inunda las tres naves familiares se caracteriza por ser de crecimiento lento, por lo que permanece más tiempo en las naves que otras razas y también salen con menos kilos (unos dos kilos frente a los tres que pueden coger los pollos blancos en 45 días que pasan en las naves de engorde). Además, los pollos de corral tienen una densidad menor: 12 pollos por metro cuadrado. “En esta nave nos entrarían 32.000 pollos blancos y nosotros metemos 21.000”.

La alimentación también es diferente, “mucho más natural”, lo que hace que sea una carne más suave, con más aporte de fibra y menos contenido de grasa, lo que la convierte también en una carne más cara y, por tanto, con menos mercado. “Y eso a su vez también implica un mayor control tanto en la alimentación como en los tratamientos porque tienen una genética diferente, porque no podemos administrar ningún medicamento y si se aplica porque se ha muerto un porcentaje elevado de la nave ya pasaría a una categoría inferior. Por eso usamos algas y productos naturales libres de químicos para medicarlos”, aseguran. Porque las inspecciones son continuas, tanto internas, como las que vienen por parte de los supermercados a los que venden y las que llegan del Gobierno de La Rioja.

“Al año nos harán unas siete u ocho inspecciones y cada día te piden más cosas, algunas que ni siquiera se entienden. A veces legislan desde sus despachos sin comprender la realidad de lo que es una granja y un animal provocando que cada vez tengamos que perder más tiempo en el tema administrativo que en el cuidado de los propios animales. Mi padre directamente no lo entiende porque él gasta su tiempo en asegurar su bienestar y sacar adelante la granja, pero no en dejar por escrito todos los pasos que da”, resalta Eduardo. “Y luego está el tema de que dentro del Gobierno no se ponen de acuerdo entre ellos porque diferentes oficinas te piden los mismos documentos que podrían compartir, pero nos hacen perder más tiempo”, añade su hermana.

Y hartos de escuchar hablar de subidas de costes, ponen datos a su propia experiencia: “En agosto del año pasado nos llegó una factura de la luz de 6.000 euros. ¡Y eso solo de un mes y de una nave! Por no hablar del coste del agua de boca tratada que usamos, con el pH y la acidez controlada. Ahora ponte a echar cuentas y ver si te sale rentable continuar porque realmente hay veces que lo ponemos en duda porque este año pasado ha habido momentos en los que hemos trabajado pagando”. Porque si en invierno hay que dar calor a los polluelos llegados de la incubadora, en verano el proceso es inverso y toca bajar la temperatura en el interior de las naves respecto a la que hay en el exterior.

Su padre da buena cuenta de lo mucho que han cambiado las cosas en el sector, quien asegura que “ahora es cuando peor están las cosas”. El mercado del pollo y el cerdo es muy volátil y puede haber tres años buenos y uno malo y de nuevo tres años buenos, pero Ana insiste en que “todas las informaciones que salen ahora sobre la gripe aviar hacen mucho daño porque la gente coge miedo y eso afecta directamente al consumo”. Y cruzan los dedos para que esta enfermedad no llegue a sus explotaciones porque habría que sacrificar a todos por igual. Ahora aseguran que se apañan siendo tres al cargo de las naves, pero no se imaginarían un futuro como ganaderos si su padre no hubiera puesto la primera piedra. “Dile tú ahora a alguien joven que empiece de cero en el campo, bien sea como ganadero o como agricultor. Es que ni teniendo la base familiar se quiere quedar nadie en este sector”.

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