El Rioja

Rioja se pone manos a la obra para equilibrar el mercado

Vendimia en Rioja Alta el pasado año

Las asociaciones y organizaciones que conforman la DOCa Rioja permanecen sumidas en ese estudio de posibles soluciones factibles para solventar la que ya va adquiriendo los tintes necesarios para ser una gran crisis en la denominación. Desde 2019 hasta la actualidad, el desajuste que se ha creado entre la cantidad de vino amparado y la cantidad de litros que se han logrado vender ha ido acumulando existencias en las bodegas hasta rozar los 100 millones a día de hoy. Así que el dilema reposa ahora en cómo deshacerse de esos excedentes y no engordar, más si cabe, el problema con la próxima campaña.

Se prevé que a mediados de este mes de marzo se sometan a debate las diferentes propuestas en el Pleno del Consejo Regulador para tomar la esperada decisión final que marque el devenir de la cosecha, por lo que se presentan días determinantes para el futuro de esta vendimia y, probablemente, las venideras. “Porque esto no va a ser cuestión de una vendimia y arreglado”, es el mensaje que se repite entre las gentes del sector. Aquí hay demasiados litros y hay que reducir la oferta de vino de Rioja como sea. Los planteamientos que están sobre la mesa, más allá de la reducción de rendimientos apoyada por todos pero todavía sin una cifra aprobada a nivel de denominación, son la cosecha en verde, la destilación (convertir vino en alcohol para destinarlo a otras industrias), la descalificación de vino ya calificado y envío a vino de mesa y, por último, el reinjerto a variedades blancas (que tienen mejor aceptación en el mercado).

La asociación de bodegas Grupo Rioja (la mayoritaria en el Consejo Regulador con el 78 por ciento de los votos) plantea lo siguiente: reducir la producción de vino de esta vendimia y la siguiente en 42 millones de litros anuales. Para ello, propone unos rendimientos de producción en campo del 90 por ciento para uvas tintas y del cien por cien para las blancas (más un cinco destinado a vino de mesa), así como apostar por la vendimia en verde de la mano de las ayudas de Intervención Sectorial Vitivinícola (ISV).

El Ministerio de Agricultura ha aprobado incrementar de 33 a 53 céntimos el precio por kilo de uva con el que se subvencionará esta práctica que no es otra cosa que destruir la producción de parcelas enteras, lo que le costará unos 10 millones de euros. En campo, Grupo Rioja también defiende intensificar el control previo a las vendimias de aquellas parcelas más excedentarias. Mientras, en las bodegas se mantendría el porcentaje de transformación al 70 por ciento, a pesar de que es posible bajarlo hasta el 66 según el Pliego de Condiciones. Todo esto con una duración de dos campañas, con posibilidad de ampliar a tres.

Por otro lado, y de cara a reducir las existencias de vino actuales, las bodegas de Grupo Rioja plantean una “descalificación primada” para pasar de vino amparado a vino de mesa, lo que estiman que podría retirar de los almacenes unos 30 millones de litros de vino, pero también tendría su coste: a 50 céntimos el litro de vino, esta medida implicaría desembolsar unos 15 millones de euros.

También está la descalificación cualitativa que ya se ha planteado en el seno del Consejo Regulador y que consiste en una nueva metodología de control de la calidad sensorial de los vinos, es decir, mirar más con lupa todo lo que se elabora en Rioja y dejar pasar solo aquello que cumpla con unos estrictos controles. Medida que, según Grupo Rioja, sacaría del mercado unos 10 millones de litros. Este planteamiento, también fijado de manera bienal podría retirar, por tanto, esos 40 millones de litros excedentarios de Rioja, pero requiere igualmente de financiación por parte de las administraciones.

Desde el lado de los productores, recientemente se conocía la postura de la Federación de Cooperativas Agrarias de La Rioja (FECOAR), que votará también por esa bajada de rendimientos en campo (al 90 por ciento en las uvas tintas y al cien por cien para las blancas) y en bodegas, con un porcentaje de transformación del 70. Unas medidas que, de igual forma que Grupo Rioja, defienden que se apliquen de forma bienal, es decir, para las dos próximas campañas y que permitirían, calculan, dejar de inyectar en el mercado cerca de unos 40 millones litros.

Vendimia en la Cooperativa Bodegas Sonsierra. | Foto: Leire Díez

Además, la Federación de Cooperativas se muestra a favor de descalificar 30 millones de litros amparados a vinos sin indicación geográfica de forma anual. Pero para poder llevar a cabo estas actuaciones sin que peligre la rentabilidad de los productores reclama “una intervención urgente por parte de las tres administraciones regionales que conforman la denominación”.

“Ante una situación difícil como la actual, con un consumo de vino muy resentido y unas existencias de vino en la DOCa cercana a los 938 millones de litros, entendemos que no cabe otro escenario posible que el de asumir un recorte de rendimientos que al menos permitirá dejar de inyectar en el mercado cerca de unos 40 millones de uva tinta”, señalaba el portavoz de FECOAR, Abel Torres, esta semana.

Esta es una de las agrupaciones mayoritaria en la rama productora de Rioja (34 votos) y, junto a las cooperativas alavesas y navarras, suman ya 43 votos. Es decir, los números arrojan cierta luz en las posibles normas de campaña que se aprobarán, ya que será muy probable que la postura de reducir los rendimientos en campo al 90 por ciento (en tintas) y al 70 por ciento en bodega sea la que mayor acogida reciba en el seno del Consejo Regulador.

El resto de voces en el Consejo Regulador abogan por otras cifras en cuanto a la reducción de rendimientos, como ese 85 por ciento para las uvas tintas que defienden Bodegas Familiares de Rioja y ARAG-ASAJA. Ambas proponen a su vez reducir los rendimientos de transformación, pero con porcentajes diferentes: Bodegas Familiares apuesta por bajar al 66 por ciento y ARAG-ASAJA por dejarlo en un 68 por ciento. Esta asociación de bodegas, además, es firme en su defensa de la destilación como “única forma efectiva” de destruir el vino sobrante para evitar la creación de una “bolsa” de vino de mesa que “acabe siendo competencia de Rioja”.

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