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El día que Llorente se convirtió en leyenda

Fernando Torres llegó mermado a la Copa del Mundo de 2010. Había sido esencial para darle, muchos años después, un título a España. La Eurocopa de 2008, en Suiza y Austria, acabó con una sequía de títulos de décadas y abrió la época más dorada del fútbol español. Aquella tanda de penaltis ante Italia en cuartos y ese histórico gol de Fernando Torres en el Prater (ahora el Ernest Happel) de Viena fueron el primer paso para levantar la primera Copa del Mundo para el fútbol español. Luis Aragonés juntó a los bajitos, puso a los buenos juntos, para enseñarle al mundo cómo se podía jugar mejor y ganar al mismo tiempo en este deporte.

El delantero atlético llegó con la rodilla muy mermada. Hizo el esfuerzo de estar. Vicente Del Bosque, en sustitución del Sabio de Hortaleza al frente del banquillo nacional, le esperó hasta última hora. Fue el gran interrogante durante toda aquella larga primavera de 2010. El delantero del Liverpool no estaba para ir a Sudáfrica pero quería estar. Era una de las grandes estrellas del momento. Había que esperarle. Y finalmente entró en la lista de convocados para la cita mundialista. “Puse en riesgo mi carrera, pero estaba dispuesto a asumirlo porque un Mundial vale la pena”, ha explicado posteriormente el delantero de Fuenlabrada.

Había dudas, lógicas, del estado físico de Fernando Torres. Del Bosque, con la mosca detrás de la oreja, decidió cubrirse las espaldas. Por si acaso. Aquella España de los bajitos requería de potencia en punta de lanza. Villa, Cesc, Silva, Xavi, Iniesta, Pedrito… esta gente sabía jugar a fútbol, pero con la pelota por el suelo. Y en un Mundial no siempre sale el plan establecido. Torres era el delantero diferente, veloz, potente, con buen salto, definitivo, con envergadura, curtido en la Premier y con gol. Pero estaba magullado. Su lesión en la prórroga de la gran final es una de las imágenes del fútbol español en la historia de la Copa del Mundo. El Niño Torres no estaba en forma.

Del Bosque buscaba un plan B, un por si acaso, alguien diferente para desatascar defensas cerradas. Lección que no caló en Luis Enrique, que prescindió en Qatar de Borja Iglesias. Del Bosque, por fortuna para la historia, lo tuvo claro, Fernando Llorente, el muchachote de 195 centímetros, cabellera rubia y ojos azules de Rincón de Soto, estaría en la lista para el Mundial. Y fue un ángel caído del cielo. Justo a tiempo. España necesitaba un ‘9’ clásico, los de toda la vida, y España tuvo a su referencia cuando fue necesario.

Javi Martínez y Fernando Llorente besan la Copa del Mundo en 2010. AS.com

Pepe Reina lo ha recordado en innumerables ocasiones cuando se le ha preguntado al respecto. “Jamás vi un Mundial con una actuación global como la de Sergio Busquets durante todo ese torneo y una influencia individual tan destacada como la de Fernando Llorente cuando saltó al césped para comerse a la defensa de Portugal”. Fue un 29 de junio de 2010. El día en el que el planeta fútbol alucinó con un futbolista riojano, el mejor de todos los tiempos, que a sus 38 años acaba de (mal)anunciar que deja el fútbol. Sin una rueda de prensa oficial, en un plató de televisión como un colaborador más, Fernando Llorente comunicó este pasado martes que ya no volverá a jugar a fútbol, que el Eibar ha sido su última experiencia como futbolista profesional. Un adiós modesto para un futbolista de leyenda para el fútbol español.

Se retira el mejor jugador riojano de la historia, Fernando Llorente, protagonista de una historia de Mundial, al alcance de muy pocos futbolistas. Jugar una Copa del Mundo está al alcance solo de un selecto grupo de jugadores. Tener protagonismo en un Mundial te sitúa en un escalón superior. Hacerlo de una forma tan brillante y directa como Fernando Llorente directamente te abre un espacio para el recuerdo. Porque todavía se sigue comentando cómo un único futbolista pudo cambiar tanto un partido.

Fue una actuación inconmensurable. En media hora aplastó a los centrales portugueses, tuvo dos remates de cabeza para haber hecho el gol de la victoria, estuvo presente en el tanto de David Villa para el 1-0 final y cambió definitivamente un partido que se recordará siempre porque estaba realmente atascado ante el poder físico de la Portugal de Cristiano Ronaldo. Aquel día, en Ciudad del Cabo, el planeta fútbol conoció de primera mano a un futbolista riojano que venía haciendo dos temporadas fantásticas en el Ahtletic de Bilbao y que la falta de galones a buen seguro le impidieron tener más minutos e incluso ser titular en una selección española, cierto, que buscaba otro estilo para ganar sus partidos como finalmente logró resolver.

Aquel 29 de junio Llorente cambió la historia de España en los Mundiales y cambió su perfil para siempre. Llamó con fuerza a la puerta de la trascendencia internacional en el deporte rey y éste le dejó acceder al Olimpo durante unas temporadas. En su esplendor físico el delantero de Rincón de Soto aprovechó su oportunidad y nada siguió como hasta aquella cita en Ciudad del Cabo.

Fernando Llorente rompió las cadenas que habitualmente lastran a buenos futbolistas que juegan en equipos con menor presencia internacional como el Athletic Club de aquel entonces. Ayudó a España a dar un salto de calidad en el momento oportuno y situó a su club en el escenario internacional. Llorente explotó en esa cita en la otra parte del mundo. Tras ese encuentro encadenó sus mejores años en el fútbol profesional. Marcó 29 goles en la temporada 2011-2012 con el equipo de San Mamés. El de Rincón fue esencial para llevar a los leones a una final de Copa y de Europa League.

Juventus, Swansea, Tottenham, Nápoles, Udinese y Eibar completan la carrera del mejor futbolista riojano de la historia, que cuelga las botas, quizás, sin haber vuelto a sentir el calor del nuevo San Mamés y del viejo Athletic Club, cuyos aficionados le despidieron entre críticas, los mismos que a buen seguro ahora reconocerán que ambos separaron sus caminos a tiempo porque el dinero manda en este negocio.

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