Gastronomía

Amicitia, la nueva aventura de Lucía Grávalos en Madrid

Reinventarse cada día para seguir creciendo, ese es el ‘leitmotiv’ de la calagurritana Lucía Grávalos. Desde diciembre está inmersa en una nueva propuesta gastronómica en Madrid que le está dando en sus primeros meses de vida la alegría de llenar día sí y día también las reservas del nuevo local.

Después de la experiencia con Mentica, primero en Calahorra y después en la capital, hace unos meses abrió Amicitia (amistad en latín). Un restaurante que se ha convertido en el reflejo de la historia de dos amigos, chefs, que defienden la esencia de los productos más locales. Lucía, con su cocina recibida de las manos de su abuela Ana Mari y llevada a la alta cocina. Su amigo Albert Jubani, de Eth Bistro Gastro Espai’ en Vielha, con las gambas de Palamós o los erizos de mar.

No es cocina fusión. Cada uno pone encima de la mesa sus propuestas, aprendiendo el uno del otro. Así, entre los dos han conseguido maridar La Rioja y Cataluña. La huerta y el mar a la perfección en una conexión que se cocina a fuego lento con el apoyo de Juan Carlos Navia, que se encarga de la dirección del restaurante.

En plena calle Génova (en la misma acera que la sede del PP, por ubicar fácil el local) han dado vida a un proyecto ambicioso que cuenta con dos espacios diferenciados. “Hay una zona bistró en la que intento plasmar el concepto de la calle Laurel de Logroño con tapas muy ricas”. No falta su tradicional oreja de cochinillo con la que consiguió el Delantal de Oro en 2017, pero tampoco clásicos de la calle gastronómica más famosa del mundo como la tortilla del Bar Sebas o el ‘matrimonio’ del Blanco y Negro.

Allí, en mesas altas de la zona bistró, todo comienza con una experiencia coctelera de la mano de Manuel Jiménez, campeón del mundo de técnica en Tokio 2016. Ahí empiezan ya a marcar las diferencias. También con su bodega, que cuenta con más de 150 referencias. Una opción más desenfadada por un precio medio de 35 euros, “pero en la que puedes comer un pincho por cinco, depende de lo que te apetezca ese día”.

En el gastronómico, decorado al detalle, hay opción de comer a la carta o dejarse llevar por el menú degustación. Cuatro aperitivos y ocho platos por 90 euros o 130 si se apuesta por el maridaje en una propuesta gastronómica que deja lo mejor del producto de la huerta riojana (se mantienen algunos de los platos más alabados de Mentica) y la catalana.

Así, el binomio mar y huerta resulta una constante en el menú. Dos territorio diferentes que se entienden muy bien en los platos y en el menú y con unos postres en la línea del cromatismo al que tiene Lucía acostumbrados a sus más fieles. Todo ello de la mano de Alejandro del Pino como jefe de sala, que llega de Saddle, uno de los restaurantes contemporáneos de referencia en la capital. Y, cómo no, con el trabajo intenso del equipo de Mentica al que Lucía se ha llevado con ella.

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