Salud

“La inmunoterapia ha cambiado la historia de varios tumores”

Las últimas cifras publicadas reflejan que en España, en el año 2021, los tumores constituyeron la segunda causa de muerte, en concreto 113.662 fallecidos (25,2 por ciento de los fallecimientos) por detrás de las enfermedades del sistema circulatorio. Además, se estima que en este año, el número de cánceres diagnosticados en nuestro país alcanzará los 279.260.

Por desgracia, se trata de un viejo conocido que ha ido desvelando sus secretos conforme pasaban los años gracias a la investigación y avances de la medicina, pero todavía queda mucho por hacer para enfrentarse ‘de tú a tú’ al cáncer. Tras décadas de estudios intensivos, se ha conseguido conocer mejor sus orígenes y características y actualmente, la inmunoterapia ha aportado los progresos más importantes a la oncología y se ha convertido en uno de los tratamientos más prometedores.

Tal y como explica Martina Alonso, jefa del Servicio de Oncología del Servicio Riojano de Salud, “el sistema inmune es el que nos hace defendernos de las agresiones y ataques externos. Las células tumorales son células anómalas que el sistema inmune puede reconocer, pero en muchos casos, el cáncer ha desarrollado estrategias de invisibilidad provocando que la célula cancerígena no sea reconocida como extraña y por tanto no sea destruida”.

Para ello, la inmunoterapia, a diferencia de los demás tratamientos oncológicos, no se dirige a destruir las células del tumor, sino que estimula el sistema inmunitario del enfermo para que sea el propio sistema el que reconozca de nuevo las células cancerígenas, las ataque y las destruya. “Nosotros decimos que lo que hace es inhibir la inhibición. Le damos carta blanca para que pueda atacar las células tumorales”.

A pesar de ser una de las principales revoluciones terapéuticas en la oncología que ha permitido cambiar drásticamente el pronóstico y la historia de algunos tumores e incrementar la supervivencia de otros, “nos hemos dado cuenta de que el cáncer no es una enfermedad, sino muchas. Cada paciente tiene un perfil, y tienes que estudiar muchos parámetros antes de decidir un tratamiento u otro”.

Alonso destaca que este método es muy beneficioso en melanomas, cáncer de pulmón, vejiga o cáncer renal” y, según el tipo tumoral, la inmunoterapia puede prescribirse sola o combinada ya sea con otra inmunoterapia o con la quimioterapia. Además, no está restringida en pacientes con metástasis, sino que se ha demostrado eficaz como tratamiento complementario después de la cirugía.

“Es importante resaltar que no es sustitutiva de la quimio. En algunos tumores se puede empezar con inmunoterapia y si fracasa, podemos recurrir a la quimioterapia o a otros tratamientos fármacos diana o radioterapia. A veces es adyuvante, es decir, utilizamos las dos cosas juntas. Nuestro objetivo es utilizar todas las herramientas que tengamos a nuestra disposición para tratar al paciente”.

La inmunoterapia es también intravenosa y se administra en el hospital de día, mismo lugar donde se administran los tratamientos de quimio. “En función de cada tratamiento la podemos utilizar de forma semanal, quincenal o mensual, además, nosotros vamos controlando a los pacientes con analítica y visitas sucesivas”.

Efectos secundarios

La Jefa del Servicio de Oncología confiesa que “por norma general, los tratamientos de inmunoterapia suelen tolerarse muy bien, bastante mejor que la quimio, pero no es ninguna broma. No es un tratamiento inocuo. Al final pues puede tener sus riesgos”. Y es que los tratamientos de inmunoterapia pueden presentar unos efectos secundarios muy específicos derivados de la estimulación aumentada del propio sistema inmune.

“El sistema inmune está repartido por todo nuestro cuerpo a través de los glóbulos blancos y cuando lo activamos demasiado puede llegar a confundir los tejidos y órganos propios como ajenos y desarrollar una inflamación. Este proceso contra nuestros propios órganos o tejidos se denomina autoinmunidad”.

Martina Alonso señala que los fenómenos de autoinmunidad pueden llegar a ser graves si no son adecuadamente tratados. “Sobre todo tenemos que vigilar la glándula tiroides, algo relativamente fácil porque hay un tratamiento concreto que nos permite incluso continuar con la inmunoterapia cuando el beneficio es claro”. Pero la oncóloga también destaca la posible aparición de una hepatitis autoinmune, una colitis autoinmune o artritis. “Por eso es muy importante una gran comunicación entre el médico y el paciente cuando este recibe tratamientos inmunológicos”.

Los efectos secundarios más frecuentes son, las erupciones cutáneas o el picor de piel, la diarrea y alteraciones hormonales, principalmente del funcionamiento de la glándula tiroides, “aunque esto puede ser variable para cada tumor”.

Con la inmunoterapia el paciente se convierte en su propio medicamento. Un método “favorable, positivo y recomendable” con el que se ha subido un peldaño en el tratamiento del cáncer, aunque el camino en la lucha contra esta enfermedad se antoje todavía largo.

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