Gastronomía

Una taza de chocolate: Mari Carmen, la perla riojana (II)

Una taza de chocolate: Mari Carmen, la perla riojana (II)

“47 años. Desde que me casé”. Eleva los hombros, sube la barbadilla y se acuerda de su marido. “Ya falleció, pero aquí sigo yo”. Y ya son unas cuántas décadas. Un total de 47 años suma como churrera Mari Carmen. Dejó de ser “dependienta en una tienda” para sin saberlo enrolarse en una historia para toda la vida. “Mi marido era feriante, churrero, y nos pusimos los dos juntos”, para dar churros y chocolate en Logroño, pero también por las principales ferias de las localidades del entorno, desde Calahorra hasta Barakaldo.

Un total de 47 años lleva siendo churrera, y ahí sigue, también en una tarde de miércoles con un frío del carajo. En su puestito de churros, situado en la Plaza de la Diversidad, Mari Carmen, nuestra churrera, despacha docenas de churros para “alegrarle una tarde de invierno horrible a quien así lo desee”. Porque “esto al final es un capricho, no una necesidad”. Se refiere a eso de tomar una taza de chocolate caliente con unos churritos, unas porras o unos buñuelos. Es por gusto. Por placer. Viva el gusto y el placer.

Docena de churros para aquí, docena para allá, y botecitos de plástico con chocolate (espeso, caliente y humeante) para “tardes en casa con la familia, para los cumpleaños…”. Y algo que parece hacerle especial ilusión: “Para los desayunos de los domingos”. Mari Carmen es nuestra churrera, y despacha en La Perla Riojana. “Aquí llevo ya 37 temporadas”, y saca el orgullo de quien suma toda una vida dedicada a hacer bien su trabajo. “Si es que esto de los churros no tiene secreto, agua, sal y harina”. Y muchas horas, Mari Carmen. “Y muchos frío, también”, confiesa.

La churrería, refugio de excepción para huir del frío y la lluvia. / NCU

Y el chocolate lo tiene siempre en una olla, sobre un infiernillo, con un motor que gira para que esté siempre caliente, bien removido y al gusto de los clientes. “La temporada va desde antes de Navidad hasta mayo o así”. Y luego le surge una sonrisa en la cara. Se le ilumina el rostro. Porque a Mari Carmen le gustan las ferias, y el cuerpo le pide ferias. “San Bernabé y San Mateo, las dos fiestas de Calahorra…”, y luego a salir fuera de La Rioja. “Barakaldo, y otros muchos lugares, como Los Arcos, que es una localidad pequeña, pero tiene muchísimo ambiente”. Sabido es que los navarros saben festejar.

Casi 50 años haciendo churros y chocolate. Domina el arte a la perfección, que pasa de generación en generación. “Porque ahora son mis hijas las que están llevando otros puntos de venta similares a éste pero en otras zonas de Logroño”, como en el Parque Gallarza. “Es mi hija y su marido”. Larga vida a la Perla Riojana que calienta el cuerpo a los logroñeses más golosos.

Y le pedimos un recuerdo para cerrar esta charla en lo que dura un chocolate y media docena de churros. Y nos enseña una foto. “Mira ayer leyendo vuestro artículo me pasaron a través de eso de Google (se refiere a Google Street View nuestro antiguo puesto de madera”. Y lo enseña con orgullo. Es su historia, parte de la historia de Logroño. “Estábamos en el otro lado de la plaza”, recuerda. Y recordamos todos. Y nos ofrece un último recuerdo: “¡Cómo no voy a recordar una chocolatería. La de Iturbe, en la Plaza de San Blas. Yo era pequeña. Y era una gozada. Como la que había en El Espolón, cerca de La Rosaleda”.

Teresa y Domingo, en el puesto situado en el Parque Gallarza. / NCU

Pero ahora todo ha cambiado. “No hay tiempo para estar una tarde entre una taza chocolate y unos churros”, lo dice mientras lo que era una clienta se marcha a la carrera al ver que tiene que esperar cinco minutos a que Mari Carmen corte los churros sobre el aceite y se hagan al momento. “Vamos muy deprisa”, sentencia.

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