El Rioja

Los aromas del corazón de la Sonsierra desde las cepas de CM de Matarromera

En el corazón de San Vicente de la Sonsierra, territorio ‘vigneron’ por excelencia, emana el buen hacer de Carlos Moro, llegado desde tierras de la Ribera del Duero para crear en Rioja otro sello de identidad. Y lo ha hecho sobre los cimientos de Bodega CM de Matarromera, desde donde se crean las joyas embotelladas que proceden de una selección meticulosa de pagos ubicados en la margen izquierda del río Ebro.

Una firma que protagonizará la cuarta y última jornada del II Ciclo de Catas Underground el próximo 29 de diciembre, organizado por NueveCuatroUno y Calado by Criteria. El enólogo de CM de Matarromera, Sergio Gurucharri, será quien presente y dirija este encuentro de la mano de OINOZ Crianza 2017, CM 2018, CM Prestigio 2017 y Viña Garugele 2015, en ese orden.

– ¿Qué buscáis trasladar con esta selección de vinos?

– El orden que van a seguir los vinos durante la cata busca marcar una evolución de menor a mayor categoría y complejidad, pero todos ellos reflejan la idiosincrasia de la bodega y nuestra forma de trabajar. Pero, sobre todo, reflejan la personalidad de nuestros viñedos, distribuidos entre San Vicente y Labastida, que son nuestro gran potencial y lo que más nos gusta mostrar al mundo por el perfil que presentan. De ahí que a la hora de elaborar los vinos nos centremos más en subzonas dentro de estos dos municipios. No llegan a ser vinos parcelarios todos ellos, pero sí buscan zonas concretas con unas viñas que guardan relación entre sí.

– ¿Qué tienen de peculiar los viñedos de San Vicente de la Sonsierra?

– Principalmente, yo diría que es el perfil aromático que aportan a los vinos. Esta se trata de una zona que ya solo por estar al otro lado del Ebro es diferente al resto. Además, son viñedos que están protegidos de la humedad del norte por la Sierra Cantabria, pero a su vez se nutren del aire fresco que sí consigue pasar. Junto con esta características meteorológicas, os suelos profundos y pobres dispuestos en terrazas y en laderas con pendiente, le otorgan una singularidad muy interesante. Como resultado, los vinos tienen un perfil aromático muy fresco, con mucha fruta roja, pero también con matices de plantas aromáticas que hacen que esta sea la única zona de Rioja capaz de mostrar ese perfil tan marcado.

– También trabajáis con viñas de Labastida. ¿Qué matices diferenciales se palpan entre los vinos procedentes de ambas zonas?

– Solemos realizar un juego para compartir esas diferencias entre San Vicente de la Sonsierra y Labastida, entre Rioja Alta y Rioja Alavesa, porque los matices son muy evidentes. La diferencia fundamental, bajo mi punto de vista, es que en San Vicente lo que más prima es la fruta roja y la frescura, como se puede notar en OINOZ Crianza, mientras que en Labastida lo que abunda en mayor medida es la mineralidad y la fruta negra, algo palpable en CM Prestigio porque este vino se elabora con uvas de dicho municipio.

– ¿Cuáles son los secretos singulares que esconde Viña Garugele?

– Partiendo de que es una viña de 1940, la singularidad está asegurada. Viña Garugele procede de un Viñedo Singular al vaso en San Vicente, muy próxima a las instalaciones de la bodega. La parcela en sí se encuentra en una ladera de un 15 por ciento de pendiente, aproximadamente, y con una orientación sur-suroeste, lo que es perfecto para la maduración de las uvas. Sobre un suelo pobre arcillocalcáreo y con cantos rodados la producción que se obtiene, por tanto, es escasa, rondando los 5.000 kilos por hectárea. Por no hablar de la viticultura que se practica en ella, ya que el marco de plantación en el que está es muy estrecho, por lo que la labramos con animales y aplicamos los tratamientos justos y necesarios para proteger la estructura del propio suelo. Todo lo posible para mantener la viña sana y procurar que dure mucho tiempo con ese potencial.

Subir