Agricultura

El rey del pistacho en tierras de La Rioja Baja

Félix es el productor mayoritario de este fruto seco en La Rioja con 18 hectáreas en plantación

Félix, en una de sus fincas de pistachos plantada en 2019

Agricultor desde que era un chaval, la viña siempre ha ocupado sus jornadas más allá de los horarios laborables, como ya se sabe en estos asuntos de campo. Viña, viña y más viña, hasta que llegó un pequeño fruto duro con forma redonda y rodeado por una cáscara. Félix es ahora el principal productor de pistachos en la comunidad desde sus diferentes parcelas distribuidas por La Rioja Baja. Y lo es con esas 18 hectáreas (la región, en 2020, rondaba las 40) y un total de 4.500 árboles plantados sobre un terreno pedregoso y calizo a 500 metros de altitud que filtra a la perfección el agua.

La primera plantación, de carácter experimental, se puso en La Rioja en 2018 y apenas un año después este agricultor junto a sus dos hermanos dieron el paso. Fue en enero de 2019 cuando comenzó ese afán por este fruto seco a rondar en la cabeza de Félix. “Tenemos viñedo en propiedad, en torno a unas 50 hectáreas, pero otro tanto también de lo que trabajamos es tierra de terceros, así que queríamos tener algo propio y que fuera otro cultivo. Barajamos distintas opciones, pero lo cierto es que del pistacho nos habían hablado muy bien como un cultivo de secano que estaba funcionando mucho en La Mancha y cuyo fruto se vendía bien, así que nos lanzamos a ello. Cierto es que entonces nos pintaron las cosas muy fácil, diciendo que no hacía falta tratarlo, pero eso ya hemos comprobado que no es así porque unas cinco manos al año no te las quita nadie”, asegura.

Desde aquellos primeros 625 árboles plantados hace cuatro años en un marco de seis por seis con la variedad kerman sobre portainjerto de cornicabra (a raíz desnuda), ahora esta familia da la bienvenida al 2023 con otras dos hectáreas más listas para cultivar. Pero el afán no se queda ahí. “Lo más probable es que sigamos plantando más árboles porque hemos comprado otra finca de otras dos hectáreas que seguramente pongamos de pistachos”. Aunque sus hermanos se muestran algo reticentes a la hora de seguir apostando por este cultivo ante la frecuencia con la que se secan los árboles. Unos, recién plantados; otros, a los pocos años de estar en tierra. Porque no es solo tediosa la espera de casi una década hasta que el árbol trae su mejor versión.

“Ya dicen que la cornicabra es así, que hasta los seis años se pueden ir secando, pero yo le echo la culpa a ese primer riego que le hicimos recién plantados a los primeros árboles del 2019. Abrimos un hoyo y regamos unos 80 o cien litros como nos dijeron los técnicos asesores, pero creo que es demasiado. También es cierto que el año pasado no quisimos regar tanto por probar y a los árboles nuevos les costó mover. Este año en cambio, hemos vuelto a meter más riego y, sobre todo, las hembras han tirado muy bien. También hemos metido micorrizas y este año que entra probaremos con tricoderma, pinchando árbol a árbol a todos los que tenemos para ver cómo se comportan”.

Es la incertidumbre que impera siempre en el agro y más si se trata de un fruto tan delicado como el pistacho. Con una explotación en conversión a ecológico, los tratamientos que echa Félix al campo se componen, principalmente, de cobre frente a la septoria y piretrina ecológica para combatir la clytra que ataca a la hoja: “Solemos tratar cada quince o veinte días desde que empiezan a mover las yemas, allá por mayo. Alguna vez sí hemos visto brotes de pie negro, pero eso viene ya de la planta. Al menos las heladas no nos afectan porque esta variedad es de floración tardía”.

Con unos 250 árboles por hectárea, los hermanos ya han recogido algo de producción de las plantas más mayores, aunque solo para degustar entre los de casa. “Hasta que no tengan ocho o diez años no van a producir al cien por cien. Y en cuanto a rendimientos, hay de todo porque hay quienes dicen que rondan los mil kilos por hectárea, otros que algo menos y alguno de La Mancha me ha llegado a decir que cogen hasta dos mil. Ya veremos cuando estemos en plan nosotros…”, apunta el agricultor. Al igual que el precio, que fluctúa en función de las lonjas y los compradores: “De aquellos diez euros el kilo que se escuchaban cuando fue el boom del pistacho, ahora puedes venderlo a cinco euros. Lo malo es que juegan mucho con el productor. Luego también puedes subir algo el precio si, además de pelar y secar el fruto, también lo tuestas”.

Un proceso, el del secado, en el que la cosecha merma bastante y que se debe hacer en las 24 horas siguientes a la recolección “para evitar la podredumbre del fruto”. Así que Félix no descarta hacerse con un peladero y secadero para agilizar la tarea y, sobre todo, rentabilizarla. “Cada planta que hemos puesto cuesta 24 euros. Las hay más baratas, por unos 12 o 15 euros, pero nos aseguraron la buena viabilidad de estas. Y durante la primera década es todo echar y echar dinero al campo hasta que comienzas a recoger algo”, insiste.

Reconoce al mismo tiempo que se trata de un cultivo muy técnico, con esas plantaciones donde debe haber ocho plantas hembras para cada macho que las poliniza, las cuales deben crear un marco de plantación con el macho en el medio. “Pero también creo que es uno de los cultivos del futuro. Estamos ante un cambio climático más presente que futuro y que, como hemos visto este año, ya empieza a alumbrar lo que veremos en las próximas décadas, así que habrá que pensar en lo que mejor se adapta a la nueva climatología”, valora este agricultor con esperanzas en ese futuro próximo para comenzar a ver rentabilizar su explotación.

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