Cruzar la puerta de Syndeo significa viajar hasta un remanso de paz y, sobre todo, seguridad. Ubicado en un bajo de la calle Lardero 23, este centro de psicología y logopedia llega hasta Logroño con el objetivo de dar a conocer la denominada disciplina positiva, una corriente educativa que pone el foco de atención, sobre todo, en los niños.
Miguel López y Borja Vázquez son los responsables de este centro que tiene más sucursales repartidas por el país. Dos jóvenes que, siguiendo el ejemplo de Alberto e Inma, fundadores de Syndeo, vuelven a su tierra para desempeñar su trabajo y, principalmente, su pasión: ayudar a los demás.
Desde un enfoque respetuoso, ambos profesionales, junto al equipo que conforma este centro, promueven el desarrollo de las habilidades socioemocionales en la infancia, la adolescencia y la madurez, haciendo especial hincapié en la conexión, comprensión y el acompañamiento. “Muchas veces se confunde la disciplina positiva con dejar al niño hacer lo que quiera, pero nada más lejos de la realidad. Este método se basa en la amabilidad y firmeza, sabiendo también poner los límites”.
Foto: Abel Alonso
Borja explica que trabajan con una visión que pone el foco en el mundo infantil y huye del adultocentrismo más niñocentrista. “A día de hoy la vida de los más pequeños gira en torno a los adultos y sus necesidades y, nosotros, apostamos por una crianza que trabaje la validación emocional del niño, es decir, llegar a entender cómo se siente él”. En este sentido, dicha metodología ayuda a los padres a comprender los sentimientos de sus hijos en cada momento y a partir de ahí manejar la situación poniéndose en el papel del pequeño, entendiendo qué le está pasando, cómo se siente y cómo pueden guiarle para conseguir que haga lo que hay que hacer.
Con el trabajo desarrollado en Syndeo, los padres aprenderán a garantizar el sentimiento de pertenencia de sus hijos sin premios ni castigos. Un método que rompe con el sistema tradicional en que se nos ha educado, pero que ayuda a las personas a mejorar sus habilidades sociales, reforzando su lugar en la vida bajo los principios de respeto, conexión con los demás, resolución de problemas y cooperación en el plano personal y profesional, pasando por una horizontalidad en las relaciones y un profundo trabajo sobre el sentido de pertenencia al grupo.
Foto: Abel Alonso
Borja y Miguel destacan el trabajo desarrollado en intervención para que los padres entiendan todo lo que se puede conseguir sin la necesidad de estar premiando por cada buena acción. La idea es que el niño interiorice cada situación y sepa discernir lo que está bien hecho sin necesidad que hacerlo por una recompensa. Y lo más importante, conseguir que se sienta satisfecho, orgulloso y feliz por hacer aquello que es funcional y le hace sentir bien. “No se trata de que nuestros hijos busquen la aceptación de los demás, sino que desarrollen ciertos valores para que logren esa independencia y seguridad en ellos mismos y que actúen no por algo que lo condicione, sino porque sienta que es lo adecuado”.
Nadie duda de que la crianza es muy compleja y “más si tenemos en cuenta que, por el ritmo de vida que llevamos, muchas veces son los abuelos los que se encargan de los hijos”. Y aquí puede llegar el conflicto. “Ellos lo hacen con todo el amor del mundo, pero desde una forma más tradicional. Tú quiere implementar tu manera de educar al niño, pero choca con la de los abuelos. Todo va muy deprisa y hay que tener mucha paciencia para educar a nuestros hijos de la mejor manera posible”. Por ello, desde Syndeo, trabajan con los padres para guiarles y darles pautas de cómo afrontar diferentes situaciones.
Un centro coordinado para todas las terapias
Está claro que uno de los puntos fuertes de Syndeo es la terapia orientada a la familia y la crianza, pero los profesionales del centro de Logroño también trabajan otro tipo de necesidades. “A raíz de la pandemia los casos de ansiedad, depresión y suicidio se están disparando y por la parte pública está siendo muy difícil cubrir todas las necesidades. Por ejemplo, en La Rioja, en la red pública hay un psicólogo por cada 23.000 personas”.
La asistencia individual de personas adolescentes y adultas en el acompañamiento en su día a día conforma un gran pilar de atención psicológica dentro del centro, así como la intervención logopédica con todo tipo de público. “El desarrollo de los más pequeños se ha visto muy afectado por el aislamiento social, y esto ha hecho que su lenguaje y habilidades sociales puedan necesitar una ayuda profesional cualificada”
Foto: Abel Alonso
Una de las claves de este proyecto es, sin duda, la coordinación. “Dependiendo de las necesidades, de manera mensual o incluso semanal nos reunimos todos los profesionales que conformamos la red Syndeo para, siempre desde la confidencialidad, poner en común los casos trabajados en cada centro y entre todos encontrar más y mejores soluciones”.
En cuanto a las sesiones de terapia, “cada caso es un mundo, pero siempre decimos que son las que se ajusten al paciente y a su ritmo de cambio y crecimiento”. Depende también con quién se trabaje. “En cuanto a la crianza, se pueden hacer sesiones familiares, ver solo un ratito al niño, porque según la edad no aguantan mucho, padres por separado… Lo relevante es dotar a las familias de herramientas para darles autonomía en casa y que consigan disfrutar de la crianza desde la calma”.
Foto: Abel Alonso
Y en las terapias de otro tipo, “según la problemática se realizará un plan de intervención que contemple las necesidades presentes y las que puedan ir surgiendo, siempre guiados por la experiencia de los profesionales que atienden y coordinan los casos”. Una de las ventajas de este centro es que hay profesionales especializados en varios ámbitos, por lo que, “si tú vienes con un problema de ansiedad pero florecen otros de, por ejemplo sexualidad, nutrición… se puede derivar a otro compañero para que te ayude en ese sentido”.
Todo ello se complementa con talleres gratuitos a final de mes dirigidos a todas las personas que acuden a Syndeo y que tienen la temática principal de los problemas de los usuarios del centro. En definitiva, un lugar donde la comunicación y la comprensión recíproca se hacen patentes gracias a una clave fundamental: “Conectamos hablando”.
