La Rioja

Calahorra declara el estado de euforia en el arranque de sus fiestas

La fiesta ha estallado en Calahorra. Tres años después, la glorieta de Quintiliano se ha vuelto a llenar de gente para dar la bienvenida a unos festejos más que esperados. La mañana ha empezado pronto para la mayoría, que han llenado bares y restaurantes de almuerzos de cuadrillas en los que no han faltado el chorizo, los huevos y las patatas. De blanco impoluto muchos y con las blusas de las peñas atadas a la cintura, era el momento de vivir las fiestas por triplicado (por las de 2020, 2021 y 2022).

Poco a poco la glorieta ha ido marcando el ritmo de la fiesta. Las carrozas colocadas ya en Gallarza eran preludio desde antes de las diez de la mañana de que algo gordo iba a pasar, y así ha sido. Colocación del pañuelo a un Quintiliano más limpio que nunca; saludos de unos y otros en las dependencias consistoriales, reinas este año vestidas de peñistas y no con el habitual traje blanco y las palabras de la alcaldesa.

Elisa Garrido, que ha nombrado a los santos durante su discurso, ha animado a los calagurritanos a disfrutar las fiestas “por las de 2020 y 2021”. Durante el parlamento de la primera edil ha habido algún amago de pitada que los asistentes han mitigado, al tiempo que una pancarta reivindicaba “libertad para los bares” y pedía a la alcaldesa su renuncia.

Prendido el cohete (único que sonará en todas las fiestas) ha llegado la algarabía total. La plaza ha saltado por los aires en una marea de gente joven que ha gozado al máximo después de un desfile de peñas en el que no han faltado los lanzamientos de agua desde los balcones, esperando que sea la única que caiga, al menos en Calahorra, en los próximos siete días.

Por delante queda un día intenso que ya se vive a pleno rendimiento en las calles calagurritanas y en los cuartos de las peñas, que ya han abierto para albergar a cuantos quieran disfrutar de los festejos en honor a San Emeterio y San Celedonio.

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