La Rioja

Ceniceros: “Yo no sé si hubiera aguantado como José Antonio…”

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

Ana Lumbreras

El expresidente del Gobierno de La Rioja José Ignacio Ceniceros ha asegurado este jueves a Efe que el fuera su compañero y amigo en la prisión de Logroño José Antonio Ortega Lara, quien permaneció secuestrado por ETA 532 días, es “un símbolo de la libertad de este país”.

Esta es una de las reflexiones que ha hecho Ceniceros (Villoslada de Cameros, La Rioja, 1956) en la víspera de que se cumplan 25 años del 1 de julio de 1997 en el que fue liberado Ortega Lara, secuestrado el 17 de enero de 1996 al llegar a su domicilio a Burgos, una vez finalizada su jornada laboral en la prisión de la capital riojana.

En esa época, Ceniceros era senador y secretario general del PP de La Rioja, por lo que se encontraba en excedencia voluntaria como funcionario del centro penitenciario de Logroño, pero, unos días antes del secuestro, quedó con Ortega Lara “para tomar algo y nadie podía pensar lo que pasó después”.

“José Antonio es un símbolo de la libertad, un ejemplo de cómo fue capaz de aguantar todo el calvario, todo el sufrimiento, que le hizo pasar ETA”, incide Ceniceros, quien resalta “su gran fuerza de voluntad, férrea, y su gran fe. Me contó que lo pasó muy mal” y, “para mí, es un símbolo de libertad para todos los españoles”.

Le avisaron enseguida de la liberación de Ortega Lara: “Estaba en casa, di un grito de alegría y salí corriendo hacia la prisión para celebrar con los compañeros esa gran explosión de alegría”, añade el actual líder de los populares riojanos, desde 2017; y presidente del Parlamento riojano entre 1999 y 2015.

También narra que, estando allí, le llamó por teléfono el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y le dijo que fuera a la Delegación del Gobierno para que pudieran charlar con calma.

“No sé si hubiera aguantado”

Una vez allí, le comunicaron que Ceniceros también había estado entre los objetivos de ETA, dado que tanto él como Ortega Lara eran funcionarios de prisiones y miembros del PP, pero los horarios del primero eran más “complicados” y optaron por el secuestro de su compañero.

“Hay veces que lo pienso y yo no sé si hubiera aguantado como José Antonio… De todos modos, cuando me viene a la cabeza esa nebulosa, me la quito de encima”, afirma Ceniceros, para quien “lo importante es que José Antonio, al que admiro, está entre nosotros y le veo bien”, según ha constatado en las últimas conversaciones que han compartido.

Los 532 días de secuestro fueron “una barbaridad” y ha resaltado el gran papel desarrollado por los funcionarios de la prisión de Logroño para “mantener viva la llama de José Antonio durante todos esos días”, para lo que se organizaron numerosos actos y actividades, con el respaldo de toda la sociedad.

Las concentraciones de los miércoles en la prisión y del 17 de cada mes en el logroñés Paseo del Espolón también formaron parte de todo lo que se hizo para “mantener la ilusión y el objetivo de recuperar a José Antonio y de que volviera a estar entre nosotros”, ha afirmado.

También ha destacado el importante papel que jugaron los medios de comunicación para que no se olvidara el secuestro de Ortega Lara. Ceniceros guardó y encuadernó todo lo que se publicó sobre su compañero con la ilusión de poder entregárselo al ser liberado, lo que hizo en su domicilio de Burgos, para que “viera con tranquilidad cómo la sociedad riojana se volcó con él”.

Las monjitas de Lerma

El actual vicepresidente segundo del Parlamento de La Rioja fue una de las personas que se mantuvo en contacto con Ortega Lara tras ser liberado, al que visitó varias veces en su casa burgalesa y con el que compartió jornadas “muy emotivas”.

Recuerda, entre ellas, una que organizó el propio Ortega Lara para dar las gracias a algunas de las personas que trabajaron para lograr su libertad y a sus amigos más cercanos. Así, Ortega Lara, junto a Ceniceros y Mayor Oreja, entre otros, oyeron misa en el Monasterio de Silos, recorrieron Covarrubias y terminaron en un convento de monjas de clausura de Lerma, donde se acercaron a comprar pastas.

En ese momento, una de las religiosas les reconoció y “nos hicieron pasar al convento. Estuvimos con ellas y, desde detrás de las rejas, mostraron todo su cariño a José Antonio y también a los demás. Fue uno de esos momentos en los que te das cuentas lo que el secuestro significó para la sociedad. Un antes y un después”.

“José Antonio siempre ha dado las gracias”, asegura Ceniceros, quien rememora que, por ejemplo, al poco tiempo de ser liberado, se acercó hasta la prisión de Logroño para estar con sus compañeros de trabajo y, después, también se reunió con la Guardia Civil y con su Grupo de Acción Rápida (GAR), que tanto se implicaron para conseguir su liberación; y visitó el Parlamento regional.

Que esto no se olvide

Una de sus peticiones de Ceniceros es que “no se olvide esto que pasó hace 25 años. Hay jóvenes que no lo conocen y es importante que no se diluya en el tiempo”. La liberación de Ortega Lara y, días después, el posterior secuestro y asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco, el 13 de julio de 1997, supuso “un antes y un después”, asegura.

Todos los Gobiernos y partidos políticos de aquellos años “fueron de la mano para derrotar el terrorismo”, insiste, con el apoyo de la sociedad, lo que “hay que valorar y no olvidar”.

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