La Rioja

Un comedor social en Calahorra que va mucho más allá

Garbanzos, carne estofada y fruta. Uno de los menús diarios en el comedor social de Calahorra. Después de que la pandemia haya imposibilitado que este espacio haya podido ser utilizado de forma presencial, la Concejalía de Derechos Sociales ha realizado una jornada de puertas abiertas para dar a conocer un servicio que tiene dos objetivos fundamentales.

“El comedor está pensado para las personas con vulnerabilidad y transeúntes pero también para todas aquellas personas que por un motivo valorado por Servicios Sociales tengan acceso a sus menús, especialmente mayores de 65 años y personas con algún tipo de discapacidad tanto permanente como temporal”, explica Chelo Fernández, edil del Consistorio calagurritano que explicaba que para estos últimos el comedor cuenta con un servicio a domicilio que entrega cada día la comida, y en muchos casos también la cena, en la puerta de casa.

En lo que va de año, el servicio ha ofrecido un total de 3.302 menús, que suponen una media de 40 menús diarios, y ya son unas 120 personas las que han pasado por sus instalaciones para recoger la comida o las han recibido en sus propias casas. “La idea es que este comedor municipal, que es el primero de toda La Rioja, sea algo más que un comedor social y que sirva para cualquier persona de Calahorra que por un motivo determinado no pueda hacerse la comida en casa”, comentaba la edil poniendo de ejemplo a una de sus últimas usuarias: “Tenemos una señora a la que operaron hace unos días de cataratas y que, estos días, no puede hacerse la comida y el servicio se la lleva a casa”.

Además, la entrega de los menús a domicilio sirve para que esas personas, que en su mayoría son mayores y viven solas, tengan al menos una visita diaria. “Hay muchos que esperan la visita para charlar un rato con las chicas que la llevan y además nos sirve para detectar otras necesidades de este tipo de usuarios”, comenta Chelo Fernández, que asegura que muchos de los usuarios también tenían ya el servicio de ayuda a domicilio.

Ubicado enel 12 de la calle Aragón, el comedor está regentado por la empresa calagurritana Katia de Kavanova, que tiene en sus cocinas a José Miguel Pardo y Manuel, quienes elaboran cada semana un menú saludable lleno de productos de kilómetro cero y que se puede adaptar a cualquier tipo de dieta (celíaca, astringente, baja en sal…). “La verdura y la legumbre es importantísima en el menú, todo lo que se puede se adquiere de productores de la zona”, comenta en unas instalaciones preparadas para dar de comer a treinta personas de manera presencial. “En el caso de tener más demanda se podrían hacer más turnos de comida”, detallaba aún así la edil.

La idea de realizar una jornada de puertas abiertas en el comedor ha surgido de la necesidad de que “más gente conozca el servicio y sobre todo esta segunda línea de actuación que permite que si alguien está convaleciente pueda acceder a él”, dice Fernández, y explica que para poder hacerlo sólo hay que estar empadronado en Calahorra y acudir a Servicios Sociales para que puedan valorar la situación. “Hay en ocasiones que las personas mayores comen cualquier cosa por no salir a comprar y hacer la comida, de esta manera nos aseguramos que coman sano y que las dietas que les han puesto los médicos se cumplan”.

Las instalaciones, que se empezaron a construir en la pasada legislatura, a partir de ahora estarán abiertas para todos aquellos usuarios que tengan que utilizarlas. “Hasta ahora, con la pandemia, todo lo hacíamos a domicilio para evitar posible contagios. La gente que tenía que utilizarlas venía a recoger aquí la comida y sólo a los transeúntes se les daba de comer aquí con las medidas sanitarias habituales.

Desde que comenzaran hace un año han visto cómo el servicio para personas mayores y convalecientes ha ido creciendo conforme iba creciendo el conocimiento del comedor de los calagurritanos. “Mientras, la utilización por parte de transeúntes ha ido descendiendo porque muchos, por la pandemia y las restricciones de movimiento, se han ido asentando en diferentes lugares en las que tenían posibilidad de pernoctación”. Aún así, en el mes de septiembre del año pasado “creció el número de transeúntes, entendemos que propiciado por las campañas de temporeros con la llegada de la vendimia”.

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