Firmas

Tinta y tinto: ‘Chapuza 360’

Hace varios años, no sé cuántos exactamente, encontré tirado en un contenedor el manual del concejal. Es un libraco de 349 páginas editado entonces por la Secretaría de Política Local y Autonómica del PP (julio de 2007), donde Ángel Acebes Paniagua explica en la primera página que “el mundo local está en continua transformación social, económica, política y normativa”. La fiesta de las obviedades.

Cogí el manual por curiosidad. Esperaba encontrar explicaciones sobre comisiones ilegales, chiringuitos para la gente del partido, negociaciones sobre puestos y corruptelas varias, pero ni rastro de los asuntillos que realmente me interesaban. En realidad, me recordó más a unos perfectos apuntes universitarios para alumnos de Ciencias Políticas. Entonces, lo guardé en la estantería para que cogiera polvo junto a los manuales de sociología de mi época de estudiante de Periodismo.

Luego pensé que algún aspirante a gran dirigente político de la región habría hecho limpieza en casa y el libraco habría ido a la basura. A veces, me gusta imaginar a Conrado Escobar leyéndolo en su casa después de tocar la guitarra. Otras, en cambio, al típico puesto de relleno (véase el número 24 en la lista al Ayuntamiento de Logroño) que no sabría que el verdadero manual estaba en la cabeza de Pedro Sanz, allí donde la política se hizo una maquinaria perfectamente engrasada hasta que no supo ver que se le había acabado la gasolina. Cuenta la gente cercana al expresidente que siempre ocurría la misma historia en el ecuador de la legislatura: “El que tenga algo malo, que lo saque ahora”.

A falta de dos años para las elecciones, todavía con el viento a favor y con el tiempo suficiente para que se olvidaran los problemas, llegaban las decisiones que molestaban a los votantes. Recortes por aquí, leyes con carga ideológica por allá, posibles asuntos que se enquistaran por acullá… los consejeros sacaban los temillas de su departamento a la palestra, aguantaban el chaparrón unas semanas y despejaban el camino hasta la siguiente mayoría absoluta. Pim, pam, pum.

Y es que más vale ponerse una vez colorao que ciento amarillo. Las patadas hacia adelante rara vez suelen salir bien. Al menos, en el medio plazo. En unas fiestas de Villavelayo, al bajar del botellón en la iglesia con mi amigo Carlos, no se nos ocurrió mejor idea que intentar acertar a pedradas con una farola que estaba rota. Veinte o treinta lanzamientos después, un hombre subió en busca de los “graciosos” que estaban tirando piedras.

Resulta que estas no caían a una montaña como nosotros pensábamos sino que habían caído encima de un coche y le habían abierto la cabeza (una herida poco grave) a un señor que pasaba por allí. Intentamos eludir la responsabilidad una fracción de segundo, pero luego vimos que la cosa era seria y asumimos la autoría de forma instantánea. Para la casa del hombre que nos bajaron, donde le estaban curando, y allí que sufrimos la merecida bronca de todos los presentes. No nos quedó otra que pedir perdón y dar explicaciones al día siguiente en casa, tras lo que tocó volver a pedir disculpas.

La decisión de empezar a lanzar piedras no pudo ser peor, pero al menos reaccionamos de forma responsable. De haber huido del lugar sin decir nada, habríamos acabado siendo pillados igualmente y el asunto se habría puesto aún más feo. ¿Y por qué cuento esto? No sé muy bien, más allá del meditar las cosas antes de hacerlas y de asumir los chaparrones como algo, a veces, inevitable. Deberían saberlo en el Gobierno de Concha Andreu, donde se empeñan en pegarse tiros en el pie por asuntos que poco o todo tienen que ver con la política.

La gestión del caso de ‘La Rioja 360’ no ha podido ser peor, incluso si lo comparamos con ponerse a tirar piedras a una farola. Las contrataciones de los tres afines (dos del PSOE y uno del PR+) ya levantaron suspicacias en su momento, aunque todos podamos ‘entender’ cierto cupo de colocaciones de gente cercana a los partidos. Primer error. Puestos técnicos para favores. Al llegar la reforma laboral y tener que pasar sus contratos a indefinidos, segundo error por no decidir que no continuaran y buscarles otra ubicación. Una cosa es regalar un puesto para cuatro años -o el tiempo que estés gobernando- y otro para toda la vida.

Una vez que la noticia sale a la luz pública, concatenación de errores. Más y más. Lo importante no parecía resolver los problemas sino llenar las páginas de los periódicos y darle munición a la oposición. La presidenta, preguntada por los periodistas el martes, dice que todo era perfectamente legal y que sólo respondía al cambio de legislación propiciado por la reforma laboral. El director de ‘La Rioja 360’, sin que le pregunten los periodistas el miércoles, dice que los tres serán cesados como una “muestra de ejemplaridad” que no se le había ocurrido a nadie antes de que el asunto saltara a los medios de comunicación. Patada y a seguir.

El jueves, que son los nuevos viernes, el candidato a la Presidencia del PP, Alfonso Domínguez, dice en el Parlamento que llevarán el asunto a los tribunales porque así llenan más páginas de periódicos y evidencian (aún más) la chapuza 360. Una chapuza que empezó con tres contrataciones innecesarias y terminó con tres ceses innecesarios una vez que ya habían pasado a indefinidos por gracia de la reforma laboral. Sólo me quedan dos peros pendientes: el cese del verdadero responsable de la chapuza, donde parece que la presidenta tiene poca culpa más allá de dar explicaciones precipitadas, y que así es imposible mejorar las cifras del paro.

Subir