La Rioja

De las bombas de Kiev a la pista de hielo de Logroño: las niñas del baile mágico

La solidaridad desde Logroño aleja de la guerra a dos jóvenes patinadoras

Foto: EFE/Raquel Manzanares

Eduardo Palacios

Eugenia y Maryana son dos nuevas “inquilinas” de la pista de hielo de Lobete en Logroño. Dos niñas de apenas 11 años que pasan desapercibidas hasta que inician sus ejercicios de patinaje artístico y logran que se pare todo a su alrededor, que todo el que está cerca se detenga a observar un baile casi mágico, detrás del que hay muchas horas de entrenamiento.

Un trabajo que hasta hace unos días realizaban en Kiev, bajo la supervisión de la Federación Ucraniana de Patinaje, y, como todo en su país, quedó interrumpido por las bombas y los misiles rusos. Pero como sucede también desde el primer momento de la invasión, la solidaridad llegó con rapidez y consiguió dar un respiro a estas dos niñas y sus familias y traerlas a La Rioja, donde tratan de abstraerse de lo que han dejado atrás, aunque con el recuerdo de sus padres y un hermano, que siguen en Ucrania.

Foto: EFE/Raquel Manzanares

La Federación Ucraniana de Patinaje Artístico es quien está en el inicio de la cadena de solidaridad que acaba en La Rioja; esta entidad lanzó un mensaje de socorro para esta dos niñas, sus madres y una abuela, y la Federación Española de Deportes de Hielo lo difundió entre los clubes españoles.

Un socio del Milenio de Logroño respondió a la llamada “y dijo que le podía encajar el traer a este grupo a una casa que tenía, con lo que todo se puso en marcha”, detalla Oscar Peciña, el presidente del club, que se ha volcado no solo en atender a las refugiadas, sino que se ha ocupado de diferentes trámites para legalizar su situación y para que las niñas vayan al colegio.

“Nosotros solo intentamos que tengan un respiro y un poco de felicidad, dentro de lo que cabe”, explica el presidente del Milenio, un club que cuenta con una sección de hockey sobre hielo y otra de patinaje artístico, en la que se han integrado Eugenia y Maryana, aunque ellas entrenan 6 días a la semana.

Foto: EFE/Raquel Manzanares

Los trámites “han sido un poco tediosos, aunque está todo bien organizado y ya resuelto para que puedan ir ya al colegio”, explica Peciña, que también ha detallado que las tres mujeres adultas que han llegado han iniciado un curso de castellano.

“Gracias a ese club estamos bien, en la medida de lo posible, teniendo en cuenta lo que pasa en nuestra casa”, explica, con ayuda de una traductora, Kateryna Miroshnichenko, la madre de Eugenia, que recalca que ha hecho este viaje por su hija.

Porque busca que la niña “se sienta tranquila, protegida, y pueda mantener un vida más o menos normal, con sus entrenamientos y el colegio” pero “hay que tener en cuenta que allí se han quedado su padre, su abuela su hermano, que es militar”, relata.

Kateryna trata de hablar todos los días con su familia y aunque a España llegan noticias de que Kiev está más tranquilo en los últimos días “lo que nos dicen desde allí que la situación sigue siendo horrible, están matando a gente”.

En esa línea, Natalia Volkova, a madre de Maryana, incide en que no debe olvidarse la situación en la que está su país, ni pensar que el conflicto va a menos “porque lo que nos cuentan es que no hay más tranquilidad”, insiste.

Recalca, como su compañera, que “solo podemos estar agradecidas a lo que han hecho por nosotras” aunque “nos gustaría que todo acabe pronto y poder regresar” a Ucrania “pero la realidad es que nadie sabe cuando podremos volver y cómo encontraremos nuestras casas”, lamenta, ante la mirada curiosa y triste de su hija.

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