Una tesis describe la participación de las mujeres en la construcción de la España liberal –que sentó las bases del feminismo posterior-, con especial atención a figuras protagonistas de la provincia de Logroño como Jacinta Martínez Sicilia, duquesa de la Victoria, la condesa de Montijo o, en la trinchera absolutista, Dominica Ruiz de Vallejo y Torre.
Diego Moreno Galilea ha obtenido el grado de doctor por la Universidad de La Rioja tras la defensa de su tesis doctoral titulada ‘Entre la aguja y la pluma: La participación de las mujeres en la construcción de la España liberal (1808–1868)’, por la que ha logrado la calificación de sobresaliente.
Desarrollada en el Departamento de Ciencias Humanas –en el marco del programa 681D Doctorado en Humanidades (Real Decreto 99/2011)-, esta tesis ha sido dirigida por Carlos Navajas Zubeldia y Diego Iturriaga Barco.
El título (la aguja y la pluma) representa los dos espacios en que se dividía la vida de las mujeres españolas del siglo XIX. Un siglo de cambios, transformaciones sociales, políticas y económicas, también de guerras –que provocaban la incorporación de muchas mujeres al mundo laboral para mantener a sus familias-, que van a permitir una evolución en la incorporación de las mujeres al espacio público a lo largo del siglo.
La tesis doctoral abarca el período histórico comprendido en los reinados de Fernando VII (1808-1833) y su hija, Isabel II (1833–1868). Paradójicamente, una época en la que un hombre abandera los valores más tradicionales y reaccionarios de la sociedad, mientras que es una mujer la que encarna los tiempos nuevos.
El Liberalismo fue contradictorio en la defensa de los derechos políticos y el reconocimiento de la ciudadanía para las mujeres, ya que estas no dejaron de ser «menores de edad» ni jurídica ni socialmente en todo el siglo.
Las mujeres burguesas lograron mayor visibilidad gracias a su activa participación y movilización, encontrando fórmulas de expresión e influencia social, como los salones y tertulias en un primer momento, hasta que consiguen hacerse un hueco en la prensa y en la literatura decimonónicas, así como en las artes, cuya labor nos dejará una importante huella sobre la imagen femenina en el liberalismo español.
La provincia de Logroño fue un enclave importante –sobre todo, durante el Trienio Liberal-, por lo que la tesis destaca el protagonismo de algunas mujeres como la duquesa de la Victoria y la condesa de Montijo, en el bando liberal; y, en la trinchera absolutista, Dominica Ruiz de Vallejo y Torre.
María Jacinta Martínez de Sicilia y Santa Cruz (Logroño, 1811–1878), duquesa de la Victoria y esposa del general Espartero, es una de las mujeres decimonónicas fundamentales para el triunfo del Liberalismo por sus buenas dotes para relacionarse y por los consejos que daba a su marido, quien le consultaba todas las decisiones importantes, dejando la curiosa coletilla de «mi chiquita», con la que abría todas sus epístolas hacia ella.
Nacida en Logroño –en el seno de dos de las familias logroñesas más importantes, del bando liberal- esperó y siguió a su marido a la Corte, en Logroño, en el exilio, etc. Aunque Espartero ya era sobradamente reconocido como soldado y oficial, Jacinta aportó al matrimonio el mayorazgo de su familia con una importante dote, pues era hija única y huérfana.
María Francisca de Sales Portocarrero de Guzmán y Zúñiga (Madrid, 1754–Logroño, 1808), condesa de Montijo, fue una figura clave de la Ilustración. A los 14 años con Felipe Palafox, fue la abuela de Eugenia de Montijo, emperatriz de los franceses y esposa de Napoleón III.
Fue dama de la Orden de la Reina María Luisa y secretaria de la Junta de Damas, desde donde se opuso al intento de Floridablanca de crear un traje femenino para todas las mujeres españolas, logrando su objetivo; y creó una asociación para atender a las presas.
En su salón de Madrid se trataban asuntos políticos y religiosos, lo que provocó su caída en desgracia. Desterrada de la Corte por Godoy, viajó con sus posesiones a Logroño y está enterrada en la concatedral de Santa María de la Redonda.
Dominica Ruiz de Vallejo y Torre, en el bando contrario, fue la segunda esposa del guerrillero cerverano Ignacio Alonso Cuevillas –uno de los Cien Mil Hijos de San Luis- y colaboró con él en las labores de intendencia y vitualla y, por supuesto, también luchó en la guerra a las órdenes de su marido.
Mató «por su mano» a tres soldados franceses en Santo Domingo de la Calzada y le dedicaron esta coplilla: «La mujer de Cuevillas / gasta calzones / y se monta a caballo / como los hombres».
La mujer, en el arte
En su tesis, el doctor Diego Moreno Galilea analiza cómo la pintura de la época trató la imagen de la mujer como un elemento trascendental, convirtiéndola en protagonista de numerosas obras y temáticas, en un intento de ampliar su visibilización y su implicación social e ideológica.
Uno de los ejemplos es el cuadro Prise de la ville de Logroño, que representa el cerco de la ciudad por los Cien Mil Hijos de San Luis, protagonizado por una mujer idealizada, combativa, que incluso no tiembla en portar armas, como la espada o el pistolón; reflejando la presión que hicieron las mujeres frente al invasor, de la que eran conscientes los franceses.
Otro ejemplo es pintura del logroñés Isidoro Lozano (1826–1895), titulado La Cava saliendo del baño (1854), que representa a Florinda La Cava desnuda, hija del conde don Julián, a quien se hace culpable de la caída del reino visigodo ante los musulmanes en la batalla de Guadalete ante la obsesión de don Rodrigo por ella. Es uno de los primeros desnudos femeninos en España, excepción hecha de La maja desnuda de Goya y algún otro intermedio.
Sigue el canal de WhatsApp de NueveCuatroUno y recibe las noticias más importantes de La Rioja.