La Rioja

En las entrañas de uno los mayores portales bibliográficos del mundo

Accedemos a las ‘tripas’ de Dialnet, uno los mayores portales bibliográficos del mundo

Twitter, febrero de 2022. “He visitado La Rioja para pisar el suelo sobre el que se fundó Dialnet”. Casi cinco mil ‘me gusta’. En torno a 500 retuits. Y una duda. ¿Sabemos realmente los riojanos la importancia de Dialnet en medio mundo? Esta plataforma de contenidos científicos cumple dos décadas y los números son abrumadores: ocho millones de documentos, 30 millones de búsquedas en 2021, un total de 250 millones de descargas de documentos a texto completo…

Nos adentramos en las entrañas de Dialnet. En la casa del antiguo inquisidor en Logroño (pura poesía, tratándose de una de las mayores plataformas de difusión de contenidos), un total de quince personas trabajan a diario para dar forma a este proyecto que mira al futuro con decenas de ideas en las que ir avanzando. En su mayoría informáticos y documentalistas, perfiles jóvenes de gente preparada para manejar las riendas de uno de los proyectos más globalizadores ‘Made in La Rioja’.

¿Pero cómo nació Dialnet? La plataforma da sus primeros pasos hace dos décadas bajo el paraguas de la Universidad de La Rioja; “En una autoevaluación que hicimos en la biblioteca de la Universidad de La Rioja vimos que teníamos una serie de problemas y empezamos a trabajar en solucionarnos”, cuenta Joaquín León, fundador de Dialnet.

“En aquel momento en muchas de las bibliotecas universitarias españolas estábamos ofreciendo a nuestros usuarios unos servicios de boletines de sumarios que construíamos a partir de fotocopias del índice de cada revista. En el proceso de evaluación, vimos que estos boletines los hacíamos por inercia, pero tenían una eficiencia muy baja: había que aprovechar las oportunidades que ofrecía Internet”, recuerda.

Al principio era sólo un servicio para la Universidad de La Rioja, pero pronto se entendió que si aquí existía ese problema, sería algo común al resto de universidades. Ese esfuerzo inicial era ímprobo para dar servicio a muy pocos usuarios, había que solucionar el problema de manera global. “La idea fue que nuestro sistema de alertas no llegase solo a nuestros profesores, sino que cualquier persona de cualquier rincón del mundo pudiese acceder a él. Para entonces ya habían empezado a surgir soluciones locales en la Complutense, en la Universidad de Sevilla y en un grupo de bibliotecas de Cataluña, pero de esos sistemas no se podían beneficiar de manera plena los usuarios de otras instituciones. Se estaban creando unas islas tecnológicas y duplicando el trabajo de manera innecesaria. En ese momento nace Dialnet, que proponía disponer de un proyecto abierto para cualquier usuario que les encontrara en la red, con contenidos científicos muy actualizados, y elaborado en un entorno de cooperación bibliotecaria.

Trabajo comunitario; las bibliotecas colaboran

Una vez que ya estaban los usuarios había que llenar la plataforma de más contenidos, y allí llegó el proyecto colaborativo. Se trataba de hacer un trabajo distribuido, de manera que cada biblioteca de cada universidad se encargara de incorporar unos contenidos, sin duplicar esfuerzos, para lo cual hubo que crear una infraestructura tecnológica que estuviera en la nube (en esa época nadie hablaba de la nube, pero ese concepto era necesario para que entrara en escena la cooperación bibliotecaria).

Los inicios no fueron sencillos. Al ser un proyecto liderado por la Universidad de La Rioja, la más pequeña de las universidades públicas españolas, fue difícil convencer a las bibliotecas de otras universidades para que se sumaran al proyecto, pero una vez que lo hicieron la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Cantabria, el proyecto comenzó a atraer cada vez a más.

La cooperación bibliotecaria es realmente la responsable del alto grado de eficiencia que caracteriza a Dialnet, ya que se construye gracias a la integración de pequeños esfuerzos de cientos de profesionales expertos. Nadie mejor que ellos para elaborar una base de datos con contenidos bibliográficos de calidad. En estos momentos colaboran 118 bibliotecas, la mayoría españolas, pero también de América Latina, y a lo largo de 2021 hubo 1.169 bibliotecarios distintos que incluyeron contenidos en la plataforma.

Cada vez son más los documentos que están en abierto en Dialnet a través de documentos completos volcados o de enlaces a las revistas. “Que esté en abierto o no, no depende de Dialnet, sino de la revista que tiene alojado el artículo”, explica el vicerrector de la universidad de La Rioja, Eduardo Fonseca. La mitad de las tesis doctorales, por ejemplo, están en abierto en la plataforma.

“Es curioso, porque llegó un momento en el que nos dimos cuenta de que si Dialnet ponía su foco de atención en la ciencia publicada en español, y ésta se concentra sobre todo en las ciencias sociales y las humanidades, para disponer de un sistema de información científica que cubriera bien estas disciplinas había que dar entrada en ese sistema a una mayor variedad de tipos documentales, desde los libros a las tesis doctorales”, comentan. Ahora mismo Dialnet tiene más tesis doctorales colgadas que la plataforma Teseo, la base de datos del Ministerio.

Mirando al futuro

El futuro de Dialnet ya ha comenzado a dar sus primeros pasos. Uno de los nuevos proyectos es Dialnet Métricas, que, a partir de una indización de las referencias bibliográficas que aparecen en los artículos, pretende aportar un granito de arena en los procesos de evaluación de la actividad investigadora en ciencias sociales, derecho y humanidades.

Dialnet Métricas ofrece, en primer lugar, un índice de impacto de las revistas españolas, pero va mucho más allá de la elaboración de ese índice y ofrece también datos de cada publicación individual, sea esta un artículo de revista, un libro o una aportación a un congreso, porque la ya mencionada integración de tipos documentales diversos es un punto fuerte que juega a favor cuando hablamos de hacer una evaluación de los resultados.

Y si se puede evaluar el impacto de una publicación, podemos también acercarnos al de cada investigador. En definitiva, se abren nuevas vías para que los evaluadores dispongan de más elementos a la hora de hacer su trabajo, y este nuevo camino tiene en cuenta las citas que aparecen en revistas publicadas mayoritariamente en español.

El otro proyecto, el más ambicioso de todos, es un portal de la investigación, destinado a presentar la totalidad de la producción científica de una institución, así como a resolver bien las necesidades de la misma, al menos, en tres facetas: dar visibilidad a su producción científica, dar información a los que tienen responsabilidades y tienen que tomar decisiones en el terreno de la investigación y ofrecer servicios a los investigadores.

En España hay cientos de grupos de investigación que han intentado mantener una página propia, y en un elevado porcentaje de los casos el problema de estas páginas ha sido la actualización de las publicaciones. Al recaer esta responsabilidad en los propios investigadores la información empieza a tener lagunas, las páginas se quedan inservibles y los investigadores acaban desmotivados para seguir manteniéndolas. Una de las cuestiones que se están abordando con este portal es darle solución a esa problemática a partir de procesos semiautomatizados.

Aunque es un proyecto muy joven, que empezó a difundirse en marzo de 2020, en estos momentos ha recibido interés de diversas universidades y en poco tiempo ya se han sumado al proyecto diecinueve instituciones, entre las cuales se encuentran algunas emblemáticas como Salamanca, Santiago de Compostela, País Vasco o la Complutense. Y a lo largo de 2022 se va a elaborar un portal colectivo que englobe la totalidad de la producción de todas estas universidades, conformando un primer paso de lo que se puede convertir en un portal nacional de la producción científica que sería único en el mundo.

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