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Tinta y Tinto: ‘La política de streaming’

La política española produce más minutos de televisión a la semana que Netflix, HBO y Movistar+ juntas. En todos sus géneros. Aporta más comedia que western, pese a los intentos de la extrema derecha por protagonizar el capítulo de cada día, sin olvidarse de otros registros como el terror, el suspense, el drama, la intriga, el infantil… incluso el romance. Es posible que este carrusel infinito de series y películas para no dormir nos esté costando un ojo de la cara a todos los contribuyentes, pero duele menos si piensas que lo hacen por nuestro mero entretenimiento.

Para aquellos que disfrutamos más con una noche electoral que con una final de la Champions, salvo que la juegue el Logroñés y no tiene pinta de que vaya a ser así en el corto plazo, cada campaña nos absorbe como si fuera a ser la última. Hemos pasado de vivir tres o cuatro citas con las urnas cada cuatro años a prácticamente una cita al mes. Una media que te firma cualquier adolescente si se trata de quedar con la persona que le gusta.

Municipales, autonómicas, generales, mociones de censura, Cataluña (¿te acuerdas cuando vivíamos una jornada histórica cada semana?), Galicia y Madrid. Nadie quiere perderse su propia fiesta. Hasta Castilla y León ha decidido que va por libre y que toca votar para echar a Ciudadanos de las instituciones. Lo que no han debido de medir bien los gurús de Pablo Casado es la fuerza que tendrá Vox, aunque los ciudadanos hablarán este domingo. Nueva jornada para vibrar con el pactómetro de Ferreras haciendo cálculos imposibles.

Dicen los que saben que se trata de “cambiar el ciclo electoral” y que ahora le toca al PP ir arrasando de provincia en provincia, pero ni España es Madrid ni todos los dirigentes populares están tan de moda como Ayuso o Feijóo. Quién sabe. Fiar todo a los vaticinios de los asesores (Iván Redondo siempre en nuestros corazones) y a las matemáticas de despacho aleja a los políticos de la ciudadanía. Más. Por muchas granjas, bodegas y mercados que se visiten durante un par de semanas. No es que estuvieran muy cerca antes, pero la política no consistía exclusivamente en producir minutos de televisión como si fueran plataformas de streaming.

Más calle y menos despacho. Más barra de bar para hablar con los paisanos y menos reuniones interminables. La receta de siempre, olvidada por el continuo ir y venir de cámaras y focos. El otro día, en conversación con un político de la tierra, la charla iba sobre el uso de la bicicleta en las ciudades. “Hay un pueblo en La Rioja en el que todo el mundo va en bicicleta, incluso las señoras de 70 años”. Silencio. Sin quesito azul del Trivial. “¿Cuál?”. Y ya estaría. Sin conocimiento real sobre los problemas o las situaciones de sus ciudadanos, buscando sólo llenar sus discursos de aquello que quieren decir pero que realmente no sabe, hemos llegado hasta aquí.

Otra noche electoral en Castilla y León tras una campaña que quedará nuevamente para la historia, marcada por la votación de la reforma laboral en el Congreso con la exalcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, mirando a Meritxell Batet con los brazos abiertos como el jugador de rodillas en el área que no entiende por qué no le pitan penalti. Y mientras tanto, en La Rioja, a la espera de las órdenes desde Madrid para empezar con nuestro particular “ciclo electoral”. Ya sea en Logroño como en el resto de localidades. Cojamos palomitas y a disfrutar.

“Las batallas no se ganan hasta que se ganan”. Mariano Rajoy, 10 de febrero de 2022.

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