La Rioja

La psiquiatra descarta una enfermedad mental en la acusada de matar a su hija

FOTO: Raquel Manzanares (EFE)

La psiquiatra que atendió en el hospital a la acusada del asesinato de su hija de 5 años, en un hotel de Logroño en 2020, ha descartado este viernes en el juicio que esta mujer padeciese una enfermedad mental ni un trastorno de la personalidad patológico, solo rasgos “obsesivos, paranoides y narcisistas”.

La Audiencia Provincial de Logroño ha celebrado la décima sesión del juicio que se desarrolla con un tribunal popular, que en esta jornada ha contado con la declaración como perito de otro psiquiatra y las testificales de tres agentes de la Brigada Provincial de Policía Científica que participaron en la investigación tras el fallecimiento de la niña Carolina.

El fiscal, la acusación particular ejercida por el padre de la menor y la acusación popular de la asociación Clara Campoamor piden prisión permanente revisable a la madre como presunta autora de un delito de asesinato; mientras que la defensa sostiene que la autora de la muerte de la niña fue la abuela materna, antes de suicidarse en el río Ebro.

Esta psiquiatra evaluó en el Hospital San Pedro de Logroño a la presunta asesina de Carolina el martes 28 de enero de 2020, el día siguiente a su ingreso por Urgencias, donde le curaron unos cortes que tenía en las muñecas y que la Policía descubrió cuando unos vecinos del hotel alertaron de que una mujer se quería tirar por la ventana.

En la evaluación clínica que hizo esta profesional reflejó que la acusada estaba “consciente, orientada, con un discurso ordenado y sin un trastorno mental, más allá de la respuesta emocional” ante las circunstancias que acaba de vivir.

Ha relatado que la madre de Carolina “comprendía y anticipaba las posibles consecuencias” de sus actos, ya que se encontraba internada en el módulo penitenciario del hospital y “preveía su ingreso en prisión”.

Tras realizarse un test, detectó rasgos de personalidad “obsesivos, paranoides y narcisistas”, que “no son patológicos” ni implicaban un trastorno de la personalidad, ha subrayado. “No detecté nada que hiciera pensar que ella percibía cosas que no eran reales”, ha subrayado esta psiquiatra.

Ha indicado que la procesada había realizado con su madre un “pacto de suicidio ampliado”, que incluyó a la niña, con una planificación “meditada y racionada”, por lo que la consecución por parte de la acusada generó “frustración”.

Además, manifestó “resentimiento” hacia el padre de la niña y la pareja de este; y esta médico detectó “ausencia de reactividad emocional” y un cierto distanciamiento de los hechos cuando hablaban de Carolina, pero no frialdad, porque para la acusada era “como si se hablase de otra cosa”.

La psiquiatra comprobó en su historia clínica que había tomado antidepresivos y ansiolíticos, pero estos medicamentos no implicaban padecer una enfermedad mental anterior a los hechos; y, tras un análisis de orina, detectó la presencia de benzodiacepinas, que podrían corresponder al somnífero que relata que tomó cuando ocurrieron los hechos.

El primer psiquiatra que la atendió en Urgencias el lunes 27 de enero ha precisado que la acusada llegó en “un estado intenso de ansiedad y angustia” al rememorar unos hechos “muy estresantes”, ya que ella refirió “espontáneamente” que “su niña estaba muerta y tenía los deditos azules”.

Este médico, jefe de Psiquiatría en el Hospital San Pedro, ha indicado que la acusada estaba “consciente y orientada de dónde se encontraba” y él también descartó un trastorno mental tras la entrevista inicial que le realizó.

Ante el estado “tan estresante” al revivir lo ocurrido en el que se encontraba la procesada, él reflejó en su primer informe que tenía un trastorno de estrés postraumático en su valoración inicial.

En el juicio también ha declarado como testigo la agente de la Policía Científica encargada de realizar la inspección ocular en la habitación del hotel, donde apareció, a los pies de unas de las tres camas, una nota manuscrita con la dirección en la que estaba aparcado el coche de la acusada, en avenida de Portugal, y la frase: “Mis pertenencias son para Daniela -su hermana-” y unos números con un código.

Entre sus efectos personales, ha relatado, encontraron un bolso rojo de viaje con muñecos, pañales, ropa interior, llaves y, lo que más le llamó la atención, dos pares de calcetines mojados metidos unos dentro de los otros.

El suelo de la habitación y del baño no estaban mojados, ha concretado, pero sí había muchas manchas con gotas de sangre, también sobre una de las camas y en la colcha y una alfombra situadas en el lateral de una de ellas. Los policías encontraron una botella de refresco abierta, de cuya boca tomaron una muestra; y una taza, que estaba muy limpia y parecía haberse lavado.

Además, había un pantalón mojado y escurrido, sin cortes; pero los agentes no encontraron ningún objeto cortante en la habitación ni en el patio interior al que daba la ventana.
Otro de los policías ha testificado que en el bolso de la madre de la acusada, que apareció bajo la plataforma de aves junto al río Ebro, había dos cuchillos, que dieron negativo a restos de sangre cuando los analizaron.

El juicio, que se prevé que se prolongue hasta el próximo 17 de febrero, continuará el lunes con la declaración de cinco forenses.

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