Agricultura

“Los agricultores en 1977 teníamos poco que perder y mucho que ganar”

José Mari Solano (izquierda), José Bazo y Joaquín Madorrán (derecha) en Calahorra

José Mari Solano y Joaquín Madorrán echan la vista 45 años atrás. Ambos tenían 28 años cuando se vivieron los intensos días de la gran tractorada de 1977 en La Rioja. Eran mozos que tenían poco que perder y mucho que ganar participando en las movilizaciones que nacieron en La Rioja y se fueron extendiendo a toda la geografía española.

José Mari recuerda bien la gota que colmó el vaso de esos primeros meses del 77, a poco más de un año de la muerte de Franco. “La Delegación del Gobierno denegó el 18 de febrero una asamblea en Santo Domingo de la Calzada. Veníamos de un año complicado: en 1976 hubo una subida importante del petróleo y todos sus derivados y una bajada increíble de algunos productos, especialmente en la patata. Los agricultores veían cómo se pudrían en los almacenes porque no tenían salida”. Fue la tormenta perfecta para que los agricultores saliesen a la calle.

La década de los 70 ya había sido el caldo de ultivo perfecto para que esa movilización tuviese una importancia vital para los agricultores riojanos. “Veníamos de 40 años sin poder manifestarnos”, cuenta José Mari, quien reconoce que “en el sector agrario había movimientos progresistas y algunos primeros ayuntamientos de La Rioja, como el de Calahorra, tuvieron concejales, incluso alcaldes, de los movimientos agrarios”, cuenta.

Aún en la dictadura se llevaron a cabo las primeras protestas. “En 1973 fue la primera protesta de La Rioja por el tomate y el pimiento, en el 75 llegó la ‘guerra del espárrago’ que coincidió con las protestas de los ganaderos de Cantabria y Asturias por los precios de la leche. Teníamos dos o tres movilizaciones aseguradas por año en esa década”, asegura.

Entonces llegó la gran tractorada del 77. Joaquín tiene grabado a fuego ese año. “Acababa de nacer mi hija. Me llamaron a las nueve de la mañana para decirme que había una concentración en Calahorra en el Silo y le dije a mi mujer que no tenía otra opción que ir”, explica. “Mi hija fue con seis días a la primera concentración de agricultores”, recuerda. De esas primeras concentraciones nacieron los movimientos sindicales agrarios.

Estaba prohibido reunirse, así que lo hacían en la clandestinidad: en las bodegas, en el propio campo, en Calahorra en los bajos de la Hermandad, en Aldeanueva de Ebro en la sacristía de la Iglesia. La Guardia Civil prohibía algunas reuniones y en otras se hacía la vista gorda.  “A finales de año se hizo el primer congreso constituyente de la Unión de Agricultores de La Rioja y a principios del 78 hubo libre asociación y ya nos podíamos reunir libremente”, recuerda este agricultor.

La problemática ahora es bien distinta. “El principal problema es que en algunas zonas ya no hay gente joven que tire del carro. Tras esa tractorada hubo una gran desbandada de agricultores porque las cosas estaban muy mal”, coinciden ambos.

Joaquín cuenta que en La Rioja Baja la tractorada fue más tranquila que por tierras altas de La Rioja: “Allá habían tenido meses de lucha política más fuerte y les dieron más brea que aquí. Aquí la Guardia Civil era más permisiva. A mi un capitán de la Guardia Civil ya me dijo: si esto lo haces allá arriba estás detenido”.

La estructura de la tierra también era distinta. “Aquí éramos agricultores muy pequeños y había un entorno rural que convivía más con el entorno de las ciudades. En La Rioja Alta, en cambio, había más terratenientes, de ahí las invasiones que hicimos en algunas fincas de algunos condes. El movimiento allá era más progresista y los grandes dueños de la tierra tenían más miedo a perder sus privilegios”.

Aún así las cosas no fueron fáciles. José Mari lo recuerda bien: “Tuve hasta quince denuncias de 75.000 pesetas, que me sufría el cuerpo cuando llegaba a casa la carta y la cogía mi madre. Menudos disgustos le di. Hubo muchas denuncias, detenidos, juicios y palos. Pero la gente del campo era humilde, tenía poco que perder y poco a poco se iban consiguiendo más derechos: se igualó la Seguridad Social a la del resto de autónomos, las mujeres pudieron acceder en igualdad de condiciones a trabajar en el campo…”.

Para ellos la desmotivación de los agricultores ahora no propicia ni las grandes concentraciones ni que se puedan conseguir más derechos. “La gente piensa que con este tipo de concentraciones no se consigue nada y creo que están equivocados. Ya se han encargado de dejarnos esa idea en el aire los que mandan arriba, pero sólo con la unión se consiguen los derechos”, dice Joaquín. “Luego está el que se cumplan las leyes porque tenemos una ley que obliga a que no se pueda vender por debajo de coste, pero no se cumple”.

La situación del campo ahora no es mucho mejor que hace 45 años. “Hay precios que son prácticamente los mismos que entonces y los costes de producción se han elevado hasta el infinito, pero la gente está desencantada y en vez de luchar deciden dejar el campo”, dice Joaquín.

Ninguno de los dos se dejan ya la piel en el campo desde hace algunos años, pero tienen la intención de conducir hasta Logroño a la tractorada organizada para este miércoles. “Hay que dejar de pensar cada uno en su ombligo y unirse para buscar soluciones al problema porque si no el campo, tal y como lo conocemos, está muerto”.

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