Toros

Urdiales en Colmenar: torería y rotundidad

Doce años tardó en volver Urdiales a Colmenar. Doce. Como las verónicas con las que recibió a su primero y que una media mecida, repleta de gusto y sabor, y templada allá en los medios vino a ser el 12+1. Otro saludo para la eternidad. Otro más. Como el de Vistalegre de mayo y el de hace semana y media en Calatayud. Qué empaque. Qué torería. Qué ritmo. Qué cadencia. ‘Finito’, una pintura de Zacarías Moreno, se desplazaba largo, pero Urdiales recogía en su capote, que presentaba recogido y asido casi por la esclavina. Los vuelos adelante, el mentón hundido, el pecho ofrecido y las muñecas… ¡Ay las muñecas! Una vez, y otra, y otra… Y así, hasta doce. Urdiales a la verónica, una vez más. Otra vez.

Cuidó Urdiales al toro hondo, estrechito de sienes y pitones recogidos y vueltitos hacia arriba. Sacó pies y tranco el de Zacarías Moreno en banderillas. Abrió faena Urdiales a dos manos y ligó en el inicio una trincherilla de cartel, el del desprecio y el de pecho en una sola pieza. Un gozo.

Lo mejor de ‘Finito’ hasta entonces había llegado por el pitón izquierdo… Y Urdiales le ofreció los vuelos de su muleta para hacer el toreo en redondo. Temple, trazo, largura y gusto. También mando. ‘Finito’ acudía alegre, con buen son y repitiendo. Hubo transmisión. Mucha. Y reunión y cadencia. También suavidad. Agradecido fue ‘Finito’; generoso, Urdiales, como tantas tardes este año.

A menos se había venido el toro por el pitón izquierdo y Urdiales dejó para el final una serie de naturales a pies juntos de una belleza enorme. Como la pureza con la que citó, embarcó y vació las embestidas del buen toro de Zacarías Moreno.

Una trincherilla, un ayudado por alto, un molinete y uno de pecho, precedieron al natural con el que Urdiales cuadró a su enemigo. Tras la espada fue Urdiales tan recto como confiado en sí. Dos orejas y los honores de la vuelta al ruedo para ‘Finito’.

Hizo cuarto ‘Farorelo’, montado y ofensivo,que no se definió hasta que ‘El Víctor’ lo bregó de manera providencial. Antes, no dejó estirarse con el capote a Urdiales y lo mejor llegó cuando el torero de Arnedo evitó que entrara al caballo al relance.

El inicio por bajo evidenció la brusquedad y el genio, que no por ello fue menos bello y torero. ¡Lo que exigía ‘Farolero’! Urdiales apostó, pese a la gran recompensa que recibió del primero. ¡Y vaya si ganó!

El temple de Urdiales tiró de ‘Farolero’ y parecía como si el riojano moviera a pulso aquella mole asida a los vuelos de su muleta. ¡Qué despacito estaba toreando Urdiales! Y qué bien colocado siempre. Qué fácil estaba haciendo Urdiales lo que casi era imposible. El mérito fue colosal. Como el valor de aguantar el parón en uno de pecho. Y es que era la tarde de Urdiales y de su rotundidad. De sepia se tiñó la forma de cerrar al toro, ya rendido, con la rodilla en tierra. Otro cartel fue la última trincherilla. Pero… ¡zas! lo pinchó. Y así, Urdiales triunfó con el primero, pero ofreció una dimensión de figura del toreo en este cuarto. De figura auténtica y verdadera.

Entre lo uno y lo otro y después del cuarto pasó poco. O si pasó casi que se notó. Salir a torear tras Urdiales pesa más cada día. Si encima es el turno de Perera y su toreo mecánico y técnico como ninguno, ni les cuento. Cortó el extremeño una oreja a su segundo, tras un trasteo encimista y un tanto forzado.

El tercero llegó inválido a la muleta y en el sexto Daniel Luque dibujó pasajes bellos, pero su oponente salía con la cara alta y le tropezó la muleta no pocas veces.

Plaza de toros de La Corredera, en Colmenar Viejo (Madrid). Última corrida de feria. Tres cuartos de entrada de acuerdo a las limitaciones de aforo. Toros de Zacarías Moreno, bien presentados y parejos. El 1º, premiado con la vuelta al ruedo, gran toro. Exigente, pero con buen fondo el 4º; con transmisión pero medida duración el 5º; mejor por el pitón izquierdo, el áspero 6º; el 3º quiso más que pudo y el 2º, deslucido.

– DIEGO URDIALES, dos orejas y oreja tras aviso.
– MIGUEL ÁNGEL PERERA, palmas y oreja.
– DANIEL LUQUE, silencio y ovación tras aviso.

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