La Rioja

Las historias del Camino: “Mi padre falleció por COVID y lo hago por él”

“Lo que pase en el Camino se queda en el Camino”, aseguran los peregrinos que descansan y remojan sus pies en la fuente del Albergue municipal de Logroño en uno de los días más calurosos del año. Mientras esperan a que los encargados del alojamiento abran las puertas y puedan por fin entrar a ducharse y dejar sus pertenencias en las habitaciones, nos cuentan qué es lo que les ha traído a hacer el Camino de Santiago en un año como este.

A sus 17 años , Jana, la pequeña de la familia Arnò-Adeva, es la primera en confesar el motivo por el que está en Logroño y asegura que “ha sido por obligación”, aunque termina admitiendo que en un futuro quiere volver a hacerlo, “pero esta vez sola”. Los cinco integrantes de la familia comenzaron el camino en Saint Jean Pied de Port, movidos por tener que anular las vacaciones familiares que tenían planificadas fuera de España, y tienen su meta en la capital riojana.

Los hermanos de Jana también creen que algún día volverán, por lo menos para terminarlo, “pero sin nuestros padres, para poder socializar y conocer más gente, porque en esta ocasión hemos perdido un poco esa parte”, afirman. El viaje sin expectativas que ha terminando siendo una buena experiencia para las hermanas Arnò-Adeva, quienes aseguran “nos ha sorprendido positivamente”.

Guille Suarez, por su parte, hace su propio Camino. ¿El inicio? La puerta de su casa en un pueblo de Lérida; y el destino final, la puerta de la casa de su abuela, a dos días de Santiago. Hace muchos años se encontró al volver de fiesta “a un hombre que me dijo que iba hasta Santiago y me prometí que algún día yo también haría eso”, cuenta. Y este año ha sido el momento, “porque son muchos años pensando que debo ir caminando desde donde vivo hasta donde nací, aprovechando el Camino. No lo hago por un motivo religioso, pero sí aprovecho la parte religiosa para mi interior”.

Guille comenzó el Camino solo, pero admite que eso ya no es así, “ya no camino solo. Dentro de poco no podre ni poner los pies dentro de una fuente”, bromea, refiriéndose al momento que comparte con sus compañeros en la puerta del albergue logroñés. Iker es uno de sus fieles escuderos, el joven bilbaíno también comenzó solo, pero desde que se encontró con Guille se deja guiar por él. “He empezado en Saint Jean Pied de Port y quiero llegar hasta Finisterre, viendo que es lo que me depara el camino. Cada mañana salgo del albergue y me dicen dónde tengo que parar”, explica el joven que simplemente camina día a día sin pensar más allá.

Iker no hace el Camino con ninguna motivación espiritual ni religiosa, sino que simplemente “me gusta andar y conocer gente”. Su primera toma de contacto con el Camino de Santiago fue el mes pasado, cuando decidió hacer ocho etapas del Camino del Norte: “Me gustó y disfruté tanto que aquí estoy ahora haciendo el camino completo”, cuenta.

Los peregrinos se ponen de acuerdo al afirmar que lo peor es el calor. “En sí físicamente no necesitas una preparación extrema, pero el calor es agotador”, apunta Iker. Pero todos confirman que también es necesario que te acompañe la suerte sobre todo en cuanto a las lesiones. “Hay compañeros que a partir del tercer o cuarto día tienen unas llagas en los pies que sufren de lo lindo -valora Guille-, nadie esta preparado para caminar 30 días seguidos, aunque poco a poco el cuerpo se vaya acostumbrando”.

Durante nuestra charla se incorpora otro integrante, un peregrino al que se le nota que el inicio del Camino no ha sido nada sencillo. Es Itzcóatl, a quien se le pueden ver ambas rodillas protegidas con vendas y los pies llenos de magulladuras. Itzcóatl, que comenzó el camino en Saint Jean Pied de Port, vino directo desde Ciudad de México, su lugar de nacimiento, y encuentra en su padre la motivación para andar. “A él siempre le gusto todo lo tenía que ver con el Camino, la historia, la arquitectura… Mi padre falleció por COVID, lo hago como tributo a su memoria”, afirma.

La experiencia, indica el mexicano, “es compleja, pero no en el ámbito malo ,sino por las metáforas que encuentras, porque hay muchos momentos para pensar en multitud de cosas. Hay espacios de soledad, otros de disfrutar de la compañía de gente que vas conociendo por el Camino. Escuchas muchas historias, aprendes mucho de otras personas”.

Venir desde México “no fue tan complicado como creíamos, estamos vacunados y por eso podíamos”. Pero han encontrado dificultades en los albergues: “Pensábamos que iba a ser un poco más económico, pero toda esta situación ha generado que sea un poco más complicado, hay poco cupo y muchas veces nos toca luchar”.

El albergue abre sus puertas y toca poner fin a nuestra entretenida charla. Esa tarde visitamos el Albergue Puerta de Nájera donde nos encontramos con Julien, un francés que comenzó su Camino en Estrasburgo y su destino final es Santiago de Compostela. “Creo que tardaré más de tres meses en total, no me pongo fecha fija, el camino me va llevando”. Julien asegura que cuando comenzó a andar no sabía qué camino iba a tomar, “fue el camino el que vino a mi”.

Una transición en su vida fue la motivación que este francés ha encontrado para comenzar el Camino. “Sé el trabajo que quiero hacer, pero no se cómo lo quiero practicar. El Camino es un buen momento para pensar”, resalta Julien. Coincide con él y con que el camino es un buen momento para pensar Paula Londoño, una colombiana que reside en Mallorca y utiliza este tiempo para “reflexionar. Me gustaría a la vuelta abrir un establecimiento y ahora tengo que plantearme muchas cosas”. Además, Londoño quiere usar el Camino para hacer un buen documental referente a lo Jacobeo: “Voy a hacer buenas fotos y del camino de cada sitio por donde pase para que luego lo vea la gente”.

Paula comenzó el Camino en Logroño, por lo que esta ha sido su primera etapa. “Realmente he empezado en Santiago, por el albergue de donde he partido, y me gustaría terminar en Santiago. Aunque ya he estado apunto de coger un vuelo de vuelta a casa, estoy reventada”, confirma la valiente madre que inicialmente quiso hacer todas las etapas con su hija adolescente pero finalmente no ha sido posible.

“Esto es para berracos. Es una experiencia totalmente diferente, hago deporte usualmente, pero esto es otra cosa”, aclara la colombiana. Hay mil maneras para hacerlo, con prisa o disfrutando de los pequeños momentos, “yo voy disfrutando tanto del paisaje como de las pequeñas cosas que ofrece el camino. Aunque es cierto que no todo el mundo puede permitírselo y van con más prisa”.

Para terminar, Paula pone un pero: “La salida de Logroño esta muy mal señalizada. Un ciudadano tuvo que guiarnos para encontrar el camino de salida, si no llega a ser por la amabilidad de los logroñeses todavía seguiría dando vueltas por la ciudad”. No se sabe quién tendría la culpa de la desubicación de Paula, si su gps o la mala señalización, pero ella asegura “fue llegar al parque de la Grajera y todo mejoró. Está mejor indicado el campo que en Logroño”, concluye.

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