Crisis del Coronavirus

Sara Alba: “En la Interterritorial me llaman ‘Doña Consenso'”

Sara Alba, consejera de Salud, pormenoriza la gestión de la pandemia

Sara Alba ocupa la Consejería con mayor protagonismo en el Gobierno regional desde hace año y medio. De rocosa personalidad, a pesar de su tono de voz sosegado, la mujer que llegó de los Servicios Sociales para ponerse al frente de la sanidad riojana ha sido clave en la toma de decisiones en este tiempo. Dieciséis meses después intenta hacer balance tranquilo del último año, dándole vueltas a las medidas que pudieron ser efectivas y las que sirvieron de poco, mientras se sigue trabajando en una quinta ola que en poco o nada se parece a las anteriores.

Si hace un año le dicen, cuando parecía que había pasado lo peor, que quedaba por delante un duro invierno con tres olas más y la misma cantidad de muertos que se habían llorado en la primera ola, ¿se lo hubiese creído?

– La pandemia es todo sorpresas. Cuando todo empezó, estábamos muy preocupados por un autobús de estudiantes que venían de Italia y que llegaban a Calahorra. Mandamos a enfermeras a que explicasen lo que había que hacer y saltó la pandemia en Haro. Es un ejemplo que muestra lo que ha pasado en cada momento. Estábamos pendientes de una situación y el problema saltaba por otro sitio. Claro que no pensábamos que el invierno iba a ser tan duro. En clave positiva también es verdad que si nos llegan a decir que en un año la vacuna ya estaría investigada, probada, en producción y la íbamos a poder poner al ritmo que la estamos poniendo, tampoco nos lo hubiésemos creído.

¿Y cómo se trabaja con esa incertidumbre?

– Es imposible planificar lo que pasa en una pandemia. Cuando lo tienes todo más o menos controlado, salta la variante delta… El virus siempre va un paso por delante de nosotros. Una de las características de estos largos meses es un estado permanente de incertidumbre. Nos hemos visto en la situación de que unas medidas funcionaban perfectamente en unos momentos y, sin embargo, en otros las mismas no funcionaban; o en unos municipios funcionaban y en otros no tenía ningún impacto positivo.

– Excepto en esta última, La Rioja siempre ha tenido datos malos en el inicio de las olas, datos que se han mantenido mucho durante el tiempo. ¿Cuáles han sido las debilidades de la comunidad para que haya sucedido así?

– La misma pregunta la podemos aplicar ahora: ¿por qué ahora estamos subiendo tan tarde con respecto a las comunidades vecinas?. Nosotros miramos mucho el entorno, siempre nos ha pasado que cuando la zona caliente de La Ribera se ponía muy roja, enseguida íbamos nosotros, porque el COVID no conoce de límites geográficos y sí de interrelación entre personas, y allí hay mucha interrelación laboral, familiar, social… Ahora no ha sido así. No hemos seguido esta vez esta tendencia. Esta variabilidad es continua.

En La Rioja hemos hecho un importantísimo esfuerzo de control, hemos estado a la cabeza de pruebas PCR por habitante y ello nos ha permitido tener la foto más real de lo que pasaba, a diferencia de otros sitios donde el índice de PCR por habitante era mucho menor. Yo me hacía muchas veces esa pregunta: “¿Tienen más o menos casos o es que no los están buscando?”. Yo creo que cuando pase la pandemia todos podremos saber y conocer qué pasó, por qué pasó, qué podríamos haber hecho, qué hicimos, qué ayudó. Estos grandes interrogantes los contestarán el tiempo y la ciencia.

– ¿Cuáles son esas decisiones que nunca hubiese querido tomar o aquellas que tomó de las que ahora no se siente orgullosa?

– Una de las decisiones más difíciles fue el cierre de los colegios cuando nadie lo había hecho. Se nos olvida, pero La Rioja fue la primera comunidad que los cerró. Aquella decisión fue durísima. Nosotros empezamos muy fuerte, sacamos a la Guardia Civil a entregar notificaciones para que los positivos no saliesen del domicilio. Recuerdo aquella primera reunión. Ahora que el debate sobre la legitimidad de las medidas está tan de moda, recuerdo aquellas primeras decisiones tan complicadas. El exministro Salvador Illa siempre hablaba del ‘capitán a posteriori’, de acertar la quiniela el lunes. Todos sabían después lo que deberíamos haber hecho.

Hemos estamos permanentemente tomando decisiones muy duras y siendo muy criticados por ellas, fuesen en un sentido o en otro. Intentar mantener el equilibrio entre la libertad y proteger la vida de las personas en una pandemia mundial ha sido lo más complicado. Es un debate que sigue estando vivo: acuerdas un estado de alarma y ahora te dicen que tenías que haber adoptado otra cosa. La clave será trabajar conjuntamente en marcos legales para que ambas cuestiones encuentren este punto de equilibrio. Aquí hay un trabajo legislativo importante.

– ¿La ley de pandemia que lleva pidiendo el PP desde hace meses?

– No sé como habrá que llamarle al marco legal, pero lo que está claro es que tenemos la obligación de sacar las mejores lecciones de esta pandemia y habrá que hacerlo desde un punto de vista de crecer hacia adelante porque probablemente llegarán otras situaciones similares y hay que dejar el sistema preparado por si vuelve a pasar lo mismo. Solo las organizaciones inteligentes aprenden de sus peores momentos.

– ¿La pandemia ha puesto a la luz las deficiencias que tenía el sistema en materia sanitaria y sociosanitaria?

– Sí, la pandemia ha hecho que se le vean las costuras al sistema. Donde no estaba bien cosido ha saltado. No hay mas que ver la Atención Primaria. En todo el territorio se ha visto la falta de inversión en décadas y la falta de modernización del sistema. Cuando hemos necesitado a la Atención Primaria fuerte y potente no la hemos tenido y venía además, en nuestra comunidad, muy deteriorada y sin plan de renovación, ni hacia dónde queríamos ir. Se han visto las deficiencias de manera brutal pero también en los comportamientos sociales. Hemos tenido las dos caras de la misma moneda: gente y colectivos que lo han dado todo y otros que sólo ha pensado en qué hay de lo mío. Esta situación tan dura que hemos vivido todos merece una reflexión colectiva. Habrá que hacer una parada y un análisis. Esto tiene que ser una palanca que acelere la mejora del sistema sanitario y sociosanitario.

– La Rioja, en las interterritoriales, parece haber ido a lo que diga siempre el Gobierno central, algo que resulta chocante si tenemos en cuenta la personalidad de la consejera. ¿Hemos dejado apartada alguna de las decisiones que tenía pensadas tomar en La Rioja por el consenso común?

– No. Creo firmemente que el Consejo Interterritorial tiene la obligación de equilibrar el sistema y de poner por delante el principio de solidaridad. Cuando uno se sienta en esa mesa, claro que das opiniones, pero siempre hay que buscar el equilibrio. Había que tomar decisiones estando unas comunidades muy bien y otras muy mal. Hay un elemento que se usa poco y es el trabajo colegiado. Los consejeros de Salud casi nos hemos convertido en un grupo de trabajo estable con todas nuestras diferencias. También ha habido un antes y un después. En la época más dura de la pandemia prácticamente no había crítica política en el seno de la Interterritorial: si a uno le iba mal, a todos nos iba mal. Y de repente hubo un clic y se notó un antes y un después en determinadas comunidades. Desde La Rioja es verdad que hemos trabajado mucho en el consenso, es más, me llaman ‘Doña Consenso’ en la Interterritorial.

– Uno de los problemas con los que se encuentra ahora el sistema es con la poca colaboración de la ciudadanía a la hora del rastreo

– Es un problema importante, los rastreadores nos cuentan la diferencia entre rastrear hace unos meses y rastrear ahora. No ha pasado un lustro y sin embargo la situación es totalmente distinta en solo unos meses.

– El problema del aumento de casos de jóvenes es preocupante.

– Sí. Son chavales que es verdad que están sin vacunar, pero estos jóvenes han desempeñado una actividad escolar ejemplar con incidencias muy concretas y muy fácilmente controlables. Son los mismo chavales. Lo han hecho estupendamente bien, igual que toda la comunidad educativa. Nos habían dado un ejemplo brutal y terminamos las clases y se nos olvida todo lo que habíamos aprendido. Se puede salir, se puede estar al aire libre, pero poned en práctica lo que aprendisteis durante el curso.

– La presidenta decía hace unos días que la justicia ya había hablado sobre las medidas en La Rioja: ¿supone que aunque se compliquen los datos no se van a tomar medidas?

– La presidenta dijo que en este contexto y en este momento no son necesarias, pero si lo fuesen las tomaríamos. Nunca nos tembló la mano para tomar medidas que en algunos casos han sido muy impopulares. Ojalá no tengamos que tomarlas pero si hay que tomarlas lo haremos.

– ¿Ahora lo marca todo la situación del hospital?

– Tenemos unos datos de presión hospitalaria y de UCI que no tienen nada que ver con lo que teníamos antes, pero tenemos parte del sistema sobrecargado. La Atención Primaria, con estos datos, empieza a sufrir, igual que la Salud Pública. Están haciendo un esfuerzo como nunca. El sistema no es sólo el hospital y eso hay que tenerlo en cuenta también.

– ¿Hay datos ya de cuando se puede llegar al ansiado 70 por ciento de población vacunada?

– Vamos muy bien en la vacunación. Vamos a adelantarnos a nuestras previsiones. Será a lo largo de agosto.

– Si en algo la sociedad española está dando un ejemplo a todo el mundo es en la confianza en las vacunas. ¿Tenemos muchas personas que han decidido no vacunarse en la comunidad?

– El porcentaje es mínimo y no sólo es de negacionistas, sino de gente que no se la pueden poner por diferentes motivos o enfermedades previas. Creo que el hecho de que los sanitarios se vacunasen los primeros fue la mejor campaña que pudo haber. Países de nuestro entorno no están teniendo esta magnífico nivel de aceptación. Los riojanos hemos visto las vacunas como un regalo.

– ¿La carga de trabajo ha sido los “motivos personales” que han llevado a parte de su equipo a dimitir a lo largo de los últimos meses?

– Yo tengo que agradecer el trabajo realizado a cada uno de los colaboradores que hemos tenido durante este tiempo. Las decisiones personales fueron personales y no ha habido dos que hayan sido por el mismo motivo. Pero, en términos generales, hay que decir que ha sido muy duro para todos. Aquí no hay fines de semana, ni sábados, no comes en casa la mayoría de los días, no ves a tu gente… Durante un tiempo eso está bien pero cuando ves que se prolonga, que a veces va a peor, que lo que tienes solucionado se complica… No habíamos despedido aún a los rastreadores y hemos tenido que pedir otros 30, ahora hay que volver a dimensionar el teléfono COVID porque hay que hacer la autocita… todo te hace tener una sensación extraña de que no va a terminar nunca y resulta complicado seguir.

– ¿Cuantas veces ha pensado Sara Alba en dejar la Consejería en este periodo tan duro?

– En los últimos meses, que he tenido un problema familiar importante, sí que pensé que tenía que empezar a cuidar de los míos. Ese ha sido el momento más crítico y eso teniendo en cuenta que tengo una magnífica familia que me permite dedicarme 24 horas, 7 días a la semana, 365 días al año. Pero esos días fueron durísimos.

– ¿Cuáles fueron las últimas vacaciones de Sara Alba?

– El 30 de agosto de 2019.

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