Crisis del Coronavirus

La mascarilla resiste en Logroño en el primer día sin obligación de llevarla

Han sido 50 largas semanas -eternas, para algunos- con ellas como compañeras inseparables de viaje pero aun levantándose la veda para poder pisar la calle respirando libres de tela, las mascarillas siguen siendo las reinas en la vía pública.

Este sábado ha decaido la obligatoriedad de lucir mascarillas en la vía pública (con sus matices), si bien una primera toma del pulso a la calle constata que el principio de prudencia impera entre los vecinos de Logroño. ‘Grosso modo’, por cada ciudadano que se ha liberado del tapabocas hay otros tres que se siguen protegiendo del virus con este elemento de seguridad.

Las motivaciones son distintas. María José (72 años) explica que “aunque estoy vacunada no quiero correr riesgos, porque estos días estoy cuidando de mis nietos y puedo contagiarlos si tomo contacto con el virus”. Manuel (52 años) señala que “la cosa está mejor que a principios de año, pero la incidencia sigue siendo alta y creo que es pronto para haber tomado una decisión así”. “Llevamos un año con las mascarillas y no pasaba nada por esperar algunas semanas más y quitárnoslas cuando se haya alcanzado la inmunidad de grupo”, explica.

También hay cierta sensación de culpabilidad tras la decisión de seguir llevando mascarilla. Esteban (32 años) afirma que “me la he quitado al salir del portal y 50 metros después he decidido volver a ponérmela, porque hay miradas que matan. Sé que no hay ningún problema en quitarse la mascarilla si se mantiene la distancia de seguridad, pero ‘paso’ de sentirme un delincuente y la voy a seguir llevando al menos hasta que esa sensación desaparezca”.

Martina (28 años) también se ha sentido ‘fiscalizada’ por otras personas en la mañana de este sábado, pero señala que “me da igual”. “Ya estoy harta del calor de la mascarilla, de que se me empañen las gafas… La llevo en el bolso por si en algún momento no se respeta la distancia de seguridad, pero mientras tanto, si alguien cree que estoy cometiendo algún delito, que llame a la policía”.

Vicente (42 años) tira “por la calle de enmedio”: “Si no hay nadie alrededor me la quito para respirar mejor, pero si veo que se me acerca alguien me la vuelvo a poner”.

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