Los datos asistenciales de este lunes marcan un cero que sabe a gloria en una de sus columnas. Era en la de los pacientes ingresados en el Fundación Hospital de Calahorra. Desde el sábado por la tarde ya no hay pacientes de COVID en el centro hospitalario de referencia en La Rioja Baja y llevan ya seis días sin recibir a nuevos pacientes después de duros meses de trabajo.
No tenían una situación similar desde el pasado 8 de agosto. Más de 10 meses por los que han pasado decenas de riojabajeños, algunos con la suerte de salir, otros para terminar en las UCIS riojanas y más de los que les hubiese gustado con el peor de los finales.
Jesús Castiella, coordinador de la Unidad de Medicina y Especialidades Médicas del Fundación Hospital de Calahorra, hace un recorrido de lo que ha sido este año para el hospital: «La primera ola fue muy dura por muchos motivos sobretodo el desconocimiento de la enfermedad, pero este año ha sido complicadísimo porque la presión asistencial ha sido mucho más continuada. En la primera ola eran picos de semanas mejores y peores pero este año la presión ha sido mucho más sostenida, han sido meses enteros».
Así, explica que el mes de enero y la mitad del de febrero fueron muy malos. «Hubo una presión horrible y muchísimos ingresos y también los meses de abril y mayo han sido complicados porque han cambiado mucho las características del paciente. Estos meses hemos visto gente mucho más joven que suponía para nosotros mucha más presión psicológica», comenta. Castiella especifica que «con la gente mayor sabías perfectamente cómo iba a ir sucediéndose la enfermedad, quiénes tenían posibilidades y quiénes finalmente iban a claudicar, pero cuando ves a un crío de 24 años que se te complica en cuestión de horas por una neumonía y lo tienes que mandar a Logroño a la UCI…», señala, sin poder terminar la frase.
Y es que el paciente de COVID tiene muchas más complicaciones de las que incluso podemos intuir desde fuera de los hospitales. «Es gente que necesita una dedicación casi continua, lo que me cuesta ver a tres ingresados de otras patologías lo invierto en ver a uno de COVID, es gente que se complica con mucha facilidad, a veces en cuestión de horas y hay que tomar con ellos decisiones muy rápidas», explica.
Además, las complicaciones estos últimos meses han sido mucho más bruscas. «Hemos visto cosas que no habíamos visto ni siquiera en la primera ola, complicaciones mucho más raras, rápidas y bruscas; más inesperadas», explica. Con tanto paciente visto a lo largo de este año y medio podría parecer que ya nada les pilla de sorpresa pero no es así. Siempre hay un nuevo caso que te sorprende.
El verano se encara desde otro punto de vista con cero pacientes por COVID en el Hospital. «Es verdad que no podemos bajar la guardia porque con las incidencias tan altas que hay en la calle sabemos que en cualquier momento pueden reflejarse en el hospital pero estamos notando muchísimo que la vacunación va a un ritmo muy bueno», cuenta.
Aún así es prudente. «Nosotros seguimos alerta, no podemos dar esto por vencido al menos hasta que llevemos tres semanas sin ingresos, pero la situación es completamente distinta a los meses anteriores», esos meses en los que los trabajadores del Fundación Hospital de Calahorra se han dejado la piel por sacar adelante a cuantos han pasado por sus camas.
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