Crisis del Coronavirus

El oasis pandémico de Bergasillas: “La mayoría ya hemos pasado por el pinchazo”

Llegar a Bergasillas Bajera es algo parecido a llegar a un oasis en el que el COVID-19 no ha estado presente. Sólo un vecino ha sido positivo a lo largo de toda la pandemia. Sin embargo, la realidad es bien distinta. A pesar de que la mayoría de sus vecinos ya tienen las dos dosis de la vacuna y muchos esperan tener la pauta completa esta semana, las medidas se cumplen a rajatabla. Al menos, con los que llegan este sábado a pasar el fin de semana.

En la calle principal preparan chuletada. Son convivientes y no llevan la mascarilla. En cuanto ven llegar a alguien ajeno a su pequeño pueblo de La Rioja Baja, la sacan de su bolsillo y se la ponen. Uno de ellos se escapa de la cámara del movil. No tanto por el tema de las medidas sino por la timidez. “Habla con el alcalde y que él te cuente todo. La verdad es que aquí estamos tranquilos por el momento”.

Hablamos con Daniel Herce. Es el alcalde del municipio. Aunque vive en Arnedo, pasa la mayor parte de su tiempo en este pequeño pueblo en el que estos días huele a tomillo. Se agradece en este casi veraniego sábado la sombra que hay en el patio de su casa. “Aquí la mayoría ya estamos vacunados. Es lo que tienen estos pequeños municipios. La mayoría somos personas mayores que ya hemos pasado por el pinchazo”. Es el caso de Bergasillas y de otros dieciséis municipios de La Rioja: más del setenta por ciento de su población ya están vacunados.

Su mujer sale de la cocina al patio exterior de la casa. Huele a que algo delicioso está preparando allí para sus hijos y su nieto, que llegan a comer con ellos este sábado. Entra y sale mientras continúa con la conversación. Pide perdón cada vez que se tiene que ausentar. “Los hijos no han venido al pueblo hasta hace unos días. Mi nuera, a pesar de que ya estamos vacunados, sigue insistiendo en que hay que comer juntos en el exterior”. Las medidas no se relajan porque saben que puede suponer un brote en cualquier momento.

El matrimonio pasó lo más duro del confinamiento en Bergasillas Bajera. “Aquí tenemos al perro y las gallinas. Nos pareció que íbamos a estar más seguros que en la ciudad”. Las cosas han cambiado desde entonces. “Casi no salimos de casa. Llovió mucho esos meses”, comenta entonces una vecina del municipio que se ha sumado a la conversación. Una de ellas aún recuerda cuando tenían que ver a los nietos desde la terraza de casa. Esa imagen se quedará para siempre grabada en su retina.

Un coche blanco aparca cerca de la puerta de la casa. Hoy reciben visita. Es su hijo, la mujer de este y un niño que corre a abrazar a su abuelo. “A la abuela no, que aún no tiene puesta la segunda dosis”, le recuerda Daniel sin que el niño aún se haya acercado a ella. Benditos niños que con tan pocas explicaciones lo han entendido todo a la perfección. Ella mira deseando que el martes le pongan la segunda dosis y en quince días pueda acercarse un poco más al pequeño. “No ha sido fácil. Los niños lo tienen tan interiorizado que son ellos, muchas veces, los que recuerdan lo que se puede hacer y lo que no”.

Los hijos del matrimonio no se quitan la mascarilla en ningún momento. “Sabemos que la vacuna tiene eficacia, pero hasta que no estemos todos vacunados es mejor seguir esperando un poco más”, señala su hijo. Lo tienen interiorizado. Ya llegará el momento de quitarse mascarillas, poder acercarse un poco más o comer en interiores.

En el municipio, donde el vecino más joven tiene 30 años, esperan que en algunas semanas toda la población esté ya vacunada. “Aquí es como si fuésemos todos de la misma unidad familiar y aún así se siguen tomando precauciones. Todo lo que se hace es al aire libre y, al menos, con distanciamiento”. Quieren hacer un chocolate para la noche de San Juan. “Lo haremos en las mesitas que hay en la zona de arriba para que no sea una actividad de riesgo”. Incluso a la hora de pasear utilizan la mascarilla. “Yo salgo a pasear todos los días con una amiga y sólo nos la quitamos en una cuesta que nos cuesta un poco más. Entonces vamos cada una por un lado de la carretera y luego nos volvemos a juntar”.

El problema ahora es la gente que llega de fuera. “Los pueblos pequeños están siendo el refugio de los que viven de ciudades más grandes”, define a la perfección Daniel. Por allí pasan todos los días caminantes y cicloturistas, entre otros. “A alguno hay que llamarle la atención para que se ponga la mascarilla, pero son los menos”.

Como Bergasillas Bajera hay casi una veintena de municipios riojanos que ya tienen la inmunidad de rebaño entre sus vecinos, pero sólo eso no vale. Hay que ir todos de la mano hasta que se llegue al ansiado setenta por ciento de inmunidad y evitar riesgos de último momento. Las últimas bajas de las batallas son las que más duelen porque siempre uno piensa que las podía haber evitado.

La vacuna ofrece la esperanza de ir saliendo de una pandemia que nos ha dado la vuelta a nuestras costumbres, pero aún no hay una seguridad plena. Esta semana, la comarca de Arnedo dará un empujón a su vacunación y es más que probable que Bergasillas supere el 85 por ciento de la población vacunada. Un día más supone un día menos siempre que se utilice la cabeza, la mascarilla, el distanciamiento y los exteriores.

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