La Rioja

Juan Moisés de la Serna: “Los niveles de sintomatología depresiva y ansiosa han subido en la población”

Juan Moisés de la Serna, profesor del Máster en Neuropsicología y Educación de UNIR, es autor del libro ‘Estrés y trauma en tiempos de pandemia’ junto al profesor Paul Valent, superviviente del Holocausto en Eslovaquia que ha dedicado su vida al estudio de la superación del trauma. En este trabajo, explican cómo conllevar las consecuencias psicológicas del COVID-19. Durante los últimos meses la población ha experimentado, de forma inesperada, una serie de circunstancias que han desembocado en cierto grado de estrés y desconcierto.

– Nunca se había vivido una situación como esta, ¿o sí? ¿Qué diferencia hay entre esta crisis y otras anteriores?

– La diferencia entre la situación actual y otras anteriores es que esta nos está tocando directamente a nosotros, a cada ciudad, barrio y familia. Cuando veíamos las imágenes del ébola en África podíamos empatizar con los ciudadanos expuestos y contagiados, pero no era más que un visionado por la televisión sobre un lugar lejano; al igual que las guerras recientes.

La situación actual cambia todo el “juego de la vida”. Ya no hay sitios seguros, pues en cualquier lugar y en cualquier momento nos podemos exponer al virus y contagiarnos. La Humanidad ha sufrido otros virus muy contagiosos y mortíferos, pero la diferencia es que el coronavirus se ha extendido por los cinco continentes.
 
– ¿La gente es realmente consciente de que están sufriendo cierto estrés psicológico? ¿Nos ha afectado a todos?

– La gente no es consciente todavía de la situación real; está en la fase de “negación”. Piensa que el día de mañana recuperará su vida normal, que esto es como una pesadilla de la que tarde o temprano se despertará y todo habrá quedado atrás. Los niveles de sintomatología depresiva y ansiosa han subido en la población y están haciendo estragos a nivel psicológico desde el más anciano hasta los bebés.

Debemos saber que esto puede llevar a enfermar físicamente a la persona -es lo que se conoce como problemas psicosomáticos- además de los trastornos psicológicos que pueden surgir o agravarse.

– ¿Hemos llegado a niveles donde se puede hablar de estrés post traumático?


– Los que están en primera y segunda línea en la lucha contra el virus (personal sanitario y auxiliar, la policía…) son los que más estrés post-traumático están padeciendo por su exposición diaria al contagio. Puede que mientras se mantenga la situación de emergencia atribuyan el estrés al trabajo, y no tanto a la vivencia emocional.

Cabe esperar que el personal sanitario supere este y otros trastornos relacionados con la intensidad de las experiencias vividas.

– ¿Todas las situaciones ‘traumáticas’ se manifiestan y tratan de la misma forma?

– El problema de las situaciones traumáticas es que no se conciben como tal, no se diagnostican y no se tratan. Normalmente, cuando la persona que sufre un trauma dice a todos que “está bien”, es cuando menos lo está. Todavía existe mucho tabú en cuanto a la salud mental, en cuanto a pedir ayuda, sobre todo entre el personal sanitario y los cuerpos y fuerzas de seguridad.

Si bien es cierto que las manifestaciones pueden variar de persona a persona, sin ayuda profesional no se superan estas situaciones. Esto es algo que se ha aprendido de las tragedias anteriores.

– ¿Hay síntomas comunes?

– Los síntomas depresivos y ansiosos son los primeros que se manifiestan con alteraciones de la calidad del sueño y de la alimentación, pero también van a afectar a las relaciones sociales, el rendimiento escolar/profesional…

El trastorno de estrés post-traumático conlleva, además, los conocidos como flashback o vivencias muy intensas del hecho traumático que pueden sucederse a lo largo de la vida de la persona que no ha recibido el seguimiento profesional adecuado.
 
– ¿Cuáles están siendo las consecuencias físicas y psicológicas más frecuentes en esta pandemia?

– Más allá del aumento de peso por los altos niveles de ansiedad o el descenso del rendimiento académico de nuestros jóvenes, aspectos de los que tanto se habla, las consecuencias psicológicas son numerosas. Por ejemplo, las relaciones sociales se han visto perjudicadas, sobre todo aquellas que estaban en sus fases iniciales, y el número de suicidios se ha disparado.

A nivel físico, además de los trastornos psicosomáticos, ha empeorado la salud general de la población.
 
– ¿Cómo pueden superarse los efectos de manera más rápida y efectiva? ¿Cuáles serían los pasos principales para llevar a cabo una adaptación rápida a este escenario y que los síntomas no vayan a más?

– Si pensamos en el duelo – proceso psicológico por el que se ha de pasar hasta aceptar una situación traumática como la pérdida de un ser querido-, nos daremos cuenta de que no hay atajos. Cada persona necesita su tiempo y, en ocasiones, si se produce un “atasco” en alguna etapa intermedia, será preciso la ayuda profesional.

La pandemia ha llegado sin poder hacer nada para evitarlo, así que no vale con cerrar los ojos y esperar que pase. Es importante saber que va a tener consecuencias para el resto de nuestra vida, si no se ponen medios para evitarlo.
 
– Esta pandemia, ¿nos está haciendo más fuertes de cara a otras situaciones de crisis?

– No hay ganadores en la guerra. Todos, victoriosos o vencidos, van a sufrir psicológicamente los efectos de estrés del momento y del estrés post-traumático con posterioridad. Cuanto más cerca se esté del “frente”, mayores serán las consecuencias.

Pero si algo se ha aprendido de las crisis anteriores es que siempre se paga un algo precio, incluso entre la ciudadanía que queda como “espectadora” de estas situaciones.

No existe una inmunización del soldado al sufrimiento por muchas guerras a las que vaya, sólo una pérdida de la “humanidad” ante el sufrimiento ajeno. Esto se repite en las pandemias, pero no es precisamente muestra de salud mental.

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