Es un bien esencial, pero no por ello es gratuito. Y si no, que se lo pregunten a cualquiera que, en un descuido, se ha dejado el grifo abierto más tiempo del debido. Hablamos del agua, que lo mismo nos sirve para asearnos, que para beber, que para tener nuestra ropa o nuestra vajilla en perfecto estado de revista.
Y como cada cosa tiene su precio, no cuesta lo mismo abrir el grifo en Logroño que en Palencia, Murcia o Barcelona. Y así lo señala un reciente estudio de la OCU, que sitúa a la capital riojana entre las quince capitales de provincia con el agua más barata de España.
En concreto, el metro cúbico tiene en Logroño un precio de 1,39 euros y la factura anual de una familia ‘tipo’ (que gaste 175 metros cúbicos) cuesta 242,64 euros. Son, según el estudio, los decimoquintos precios más competitivos del país. Lejos quedan los apenas 157 euros que paga un hogar palentino (la localidad con el agua más barata) por la misma cantidad de agua, pero lo mismo sucede con los 552 euros que abona una familia murciana por el mismo servicio.
El elevado precio en algunas ciudades puede explicarse por las mayores dificultades de abastecimiento, pero esta limitación del recurso solo debería afectar a la parte de la factura que se refiere al suministro, y no debería repercutir en el coste del alcantarillado o la depuración. Además, el peso de estos conceptos dentro del recibo varía mucho. En Valencia, por ejemplo, el 10 % se relaciona con el equipo de contador, un concepto que en 21 ciudades ni siquiera se cobra.
Cueste lo que cueste, adopta un perfil responsable a la hora de dejar correr el agua del grifo, porque la factura de la escasez de recursos siempre acaba llegando, aunque en la distancia no seamos capaces de adivinar su precio.
