Crisis del Coronavirus

Palabra de hostelero: “El barco va a la deriva, pero no podemos saltar”

“El barco va a la deriva, pero no podemos saltar”

“¿Para qué llevamos un año endeudándonos y sufriendo? ¿Para echar un vistazo a nuestro alrededor y ver que estamos peor que en marzo? Todo el esfuerzo de meses no ha servido para nada”. Es uno de los lamentos más repetidos entre los hosteleros desde que el pasado 23 de enero se decretase el cierre de toda actividad no esencial en La Rioja para contener el avance de la pandemia.

Sus días navegan entre la impaciencia por volver a abrir sus negocios y la angustia por ver cómo se acumulan las facturas sin saber cómo abonarlas. Aunque 2021 acaba de comenzar, la mayor parte del sector ya da el año por perdido. Palabra de hostelero.

– Álvaro González (Bococa, La Trattoria, The Club)

“En el confinamiento lo pasamos muy mal. Nos fundimos los ahorros y tuvimos que ir en fila a los bancos a por una ayuda ICO, es decir, pan para hoy y hambre para mañana. Y eso sigue, y sigue…”. Álvaro se ve en un barco “del que no podemos saltar, porque es lo único que tenemos”, y cuenta que el cierre del mes de noviembre les “destruyó”, pero el de ahora “ha sido la puntilla”.

A nivel económico la situación es cualquier cosa menos sencilla, pero el estado anímico les está destrozando: “Es tanta la frustración que se siente al pensar que todo el esfuerzo de una vida se ha ido por la borda… Es una sensación de indefensión, de desprotección y de decir: ¿en qué manos estamos?”.

González confiesa que en cuestión de meses han tenido que aprender a desarrollar una economía de subsistencia. “Ahora se trata de mantenerse, no de ganar dinero”. Finales de enero, hora de pagar seguros sociales, nóminas “que corren por nuestra cuenta”, proveedores, gastos fijos y autónomos. Y todo sin trabajar. Pero hay más: “En caso de salvar este ‘matchball’ y que nos dejen abrir el 23 de febrero, solo tendremos cinco días para volver a pagar”.

El futuro, incierto, pero “nosotros procuraremos mantener los tres locales abiertos, porque sumando un poco de aquí y un poco de allá vivimos varias familias de esto. La opción de cierre es la última en nuestra cabeza; tenemos una responsabilidad contraída con la gente que trabaja con nosotros”.

– Óscar Bacaicoa (La Anjana)

Situado en pleno corazón gastronómico de Logroño desde hace 14 años, La Anjana ha tasado sus pérdidas este año en unos 80.000 euros, “sin contar que mi socia y yo llevamos un año sin cobrar. Suerte que ambos tenemos en casa a otra persona que trabaja fuera del mundo de la hostelería y nos lo hemos podido permitir, pero hay muchas familias enteras que viven de esto”.

Óscar explica que, a pesar de que parezca que han estado funcionando, “no merece la pena trabajar así, con restricciones y cerrando cada dos por tres. Los que están sacando para comer lo hacen gracias a los préstamos ICO pero, a los proveedores ¿quién les paga? Esto es una bola que se va haciendo cada vez más grande”.

Lo peor, que “la historia no se ha acabado todavía”. “Abrir con un cincuenta por ciento de aforo no nos ayuda. Otra cosa serían las ayudas directas que, por lo menos, podrían ofrecer a las familias un mínimo para comer”, señala. Óscar confía en que para el último trimestre de 2021 haya varias farmacéuticas comercializando una vacuna para que todo el mundo pueda estar inmunizado pero, aun con todo, “este año está perdido”.

– Tania Gómez (Arraigo y La Farola)

“Acabo de cerrar uno de mis negocios”. Así empieza el relato de esta hostelera, que ha tenido que entregar las llaves “porque la situación era insostenible”. La Farola ha sido el negocio perjudicado, ya que era un bar pequeño y “con estas medidas era imposible mantenerlo”.

La joven empresaria, de 33 años, es consciente de que esta crisis no solo afecta a la hostelería, “porque el comercio también lleva varios cierres, pero nosotros sufrimos más las consecuencias. Cada vez que volvemos a abrir pasa lo mismo: la gente no se anima a entrar por miedo, y eso que respetamos las reglas muy a conciencia”.

Cuatro años como autónoma, dos con ambos negocios y después del esfuerzo de trabajar trece horas diarias e invertir mucho, “adiós”. Al igual que sus compañeros, Tania es de la opinión de que las Administraciones “no lo están haciendo bien”. “¿Cuándo nos van a dar las ayudas? ¿cuando hayamos bajado la verja de forma definitiva? Entiendo que gestionar una crisis como esta no es fácil, pero deberían haber rebajado los impuestos a la capacidad del negocio en cada momento”, explica. De momento, ha decidido abrir el Arraigo “para que la gente pueda llevarse el café y ofrecer desayunos a domicilio, porque o me pongo a trabajar o pido limosna en la calle”.

– Jorge Hernández (Stéreo)

Si para la hostelería es casi un milagro sobrevivir, para el ocio nocturno la cosa se complica aun más. “Llevamos cerrados desde agosto y la opción de poner fin a la actividad ha estado muy cerca”, explica uno de los socios de la logroñesa Sala Stéreo. Tras el levantamiento del estado de alarma volvieron ofreciendo su proyecto preferido: la música en directo. Siete conciertos y varias semanas después cerraron de nuevo pero, esta vez, todavía no han vuelto.

“A nosotros nos afecta doblemente, ya que además de bar de noche tenemos licencia de café-concierto. Hicimos una gran reforma para poder hacer música en directo porque es lo que nos gusta, y tras el esfuerzo, tampoco pudimos llevarlo a cabo”, se lamenta. Jorge no entiende cómo cuando volvieron a cerrar, tanto el Ayuntamiento como el Riojaforum seguían haciendo conciertos: “Llamé a las Administraciones para informarme y me dijeron que solo ellos podían hacerlo. Eso fue lamentable”.

El cierre definitivo estaba cerca, pero los nuevos tiempos y la digitalización se pusieron de su parte. “Llevamos a cabo una campaña de crowdfunding y más de 500 personas nos han ayudado económicamente. Lo suficiente para sufragar los gastos de la obra y poder aguantar hasta verano. A partir de ahí, veremos a ver. Cruzamos los dedos para que lo más pronto posible podamos volver a hacer lo que más nos gusta”, anhela.

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