Crisis del Coronavirus

Sufrir y luchar contra el coronavirus: la victoria de María Jesús

Es una vencedora más a la que el virus no ha hundido. Después de catorce días ingresada en el Hospital San Pedro, María Jesús Ibáñez ya descansa de nuevo en su casa y no puede más que agradecer el trato sanitario recibido durante esas dos semanas. Ella, además, es una de las ‘guerreras’ que ha estado en primera línea de batalla ejerciendo como personal de enfermería de paliativos a domicilio.

El pasado 27 de marzo, sin embargo, tuvo que abandonar a su equipo. “Comencé a apreciar los primeros síntomas en la boca, con un fuerte picor en la garganta y en la lengua, además de dolor de cabeza. En ese momento decidí aislarme y notificarlo al trabajo”, relata.

A un cuadro gastrointestinal, con náuseas y vómitos, le siguieron tos y flemas que derivaron en una neumonía bilateral. Conforme pasaban los días, los síntomas se incrementaban: “Anemia baja a punto de transfundir, la cefalea, dolor lumbar…”. Un sinfín de efectos que, a pesar de todo, no han podido tumbar el ánimo de María Jesús porque de ello se ha encargado bien el personal sanitario que la ha acompañado durante estos días.

“No tengo palabras para agradecerles todo lo que han hecho por mí y por mi padre. He sentido su apoyo en todo momento y, aunque con una mascarilla por delante, he apreciado sus sonrisas acompañadas de gestos de cariño y regalos que podían ser insignificantes pero que para mí eran toda una alegría”, destaca. Se sentía como en casa y no le faltaba de nada: “Yo que fui con mi móvil y poco más, me regalaron champú para lavarme el pelo, crema corporal, un libro para que estuviera entretenida, además de las fotocopias de hojas de apoyo con frases dándonos ánimos y fuerzas para seguir adelante”.

“Un regalo al abrir la puerta”

“Cada vez que la puerta de la habitación se abría era un regalo. Un persona con una sonrisa oculta tras la mascarilla, con su tono de voz y los ojos tan expresivos lo decían todo”. Esta enfermera también ha estado cerca de sus seres queridos durante su estancia hospitalaria.

Su octogenario padre ha sido otro de los contagiados en el seno de su familia y que, aunque todavía permanece ingresado, “muestra una evolución favorable”. No es el único miembro infectado. El COVID-19 ha arrasado en su familia, afectando a sus hermanos y también a su madre, enferma oncológica a la que el virus, en este caso, sí derrotó.

Como profesional, María Jesús sí reconoce que en los inicios de esta epidemia, la cual “pilló tanto a sanitarios como ciudadanos por sorpresa”, sí se aprecio la escasez de material: “Solo nos protegíamos con mascarillas y guantes cuando íbamos a los domicilios, pero entre nosotros no. La protección para los sanitarios que estamos en pleno riesgo de infección llegó, pero lo hizo tarde, y lo cierto es que prácticamente todo mi equipo de paliativos se ha infectado”.

“No sé cómo voy agradecer a estas personas todo lo que están haciendo por nosotros, pero desde el fondo de mi corazón les doy las gracias a todos. Yo con lo besucona que soy me los comería a todos a besos, pero todo llega y desde la distancia de un metro mis labios consiguen acercarles un fuerte beso a todos. Solo quiero hacerles llegar nuestro agradecimiento y decirles que esta enfermedad la superaremos gracias a ellos”.

Subir